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SOCIEDAD

Parejas que eligen no convivir, una tendencia al alza: "Yo ya no vuelvo a lavarle la ropa a nadie"

El catedrático de Sociología de la Universidad de Zaragoza, Carlos Gómez Bahillo, y varios aragoneses que se han decantado por esta opción explican los motivos del auge de esta realidad

ARAGÓN NOTICIAS /
Cada vez es más común mantener una relación afectiva sin convivir. / Canva
icono foto Cada vez es más común mantener una relación afectiva sin convivir. / Canva

Antonio y María, nombres ficticios pero miembros de una pareja real, llevan algo más de dos años saliendo. Desde Huesca, él, y desde Zaragoza, ella, mantienen una relación amorosa basada en compartir planes y experiencias, pero no convivencia. "Yo ya no vuelvo a lavarle la ropa a nadie", explica María, quien previamente ya ha estado casada dos veces. Esta opción, denominada en inglés como 'LAT' -'living apart together'-, se ha convertido en los últimos años en una tendencia al alza. "Es un hecho sociológico en aumento", afirma Carlos Gómez Bahillo, catedrático de Sociología de la Universidad de Zaragoza. 

"Es una realidad que hemos notado y que se da sobre todo en determinados perfiles, un nicho sociológico que se ha incrementado en los últimos años. Siguen manteniendo su libertad, pero teniendo una relación afectiva", explica el experto. Gómez señala que quienes se decantan por no cohabitar son, por lo general, personas de mediana edad, entre los 45 y 50 años, con independencia económica y un nivel cultural medio-alto. "Ninguno es el sostén económico del otro, por lo que pueden gozar de autonomía. Además, tienen una idea del amor más madura y menos bucólica, en la que se valora mucho más la libertad y los ritmos profesionales", apunta el sociólogo. 

En la última década, en Aragón, se han producido un total de 22.445 divorcios. Una cuestión que podría estar detrás de esta nueva perspectiva relacional. "En su mayoría, son personas que se han separado o que han tenido relaciones con convivencia previas. Ahora, para ellos compartir techo no es prioritario", cuenta Gómez, quien agrega: "Te atas moralmente a esa persona, pero no formalmente". 

"Tienen lo bueno sin soportar lo malo" 

El debate sobre quién sacará la basura, una mala cara en el desayuno, pocos planes fuera de la rutina... Estos son algunos de los problemas que salpican la convivencia y que no afectan a los miembros de estas parejas. Por eso, el sociólogo asegura: "El cansancio y los roces del día a día son situaciones que no viven, por eso el resto dice que tienen lo bueno sin soportar lo malo". 

"A nivel social cada vez hay una mayor aceptación de este tipo de relaciones. Habrá que ver si, con el paso del tiempo, cuando la actividad profesional disminuya, quienes eligen vivir separados tienen la necesidad de convivir", reflexiona el experto.

Con dos matrimonios, y sus respectivos divorcios, en su currículum sentimental, María no se plantea volver a compartir hogar. "Mis hijos son todos ya mayores y viven independizados y yo he encontrado en mi casa un espacio de mucha tranquilidad. Quiero a mi pareja y me encanta hacer planes con él, pero también me gusta pasar tiempo en el sofá sin tener que preguntarle a la otra persona qué quiere ver en la tele", señala. 

Los calendarios de María y Antonio, ambos jubilados, tienen marcados en común los fines de semana y, aunque de lunes a viernes, suelen pasar una noche juntos, el resto del tiempo lo ocupan con planes individuales. "Los días que no coincidimos yo veo a mis hijos y él, a los suyos. También quedo con algunas amigas o hago las cosas de la casa, leo, o me dedico a mí misma", enumera María. 

Carla y Juan (también nombres ficticios) llevan cuatro años juntos, pero no revueltos. Se conocieron habiendo cruzado ya ambos la línea de los cuarenta, y cada uno con una hipoteca a cuestas. "No nos hemos planteado vivir juntos. Nos gusta la relación que tenemos. A veces dormimos en mi casa, y a veces en la suya y, después, cada uno se marcha a sus planes y sus cosas", comenta Carla.

Ninguno de los dos ha estado casado previamente, pero sí han convivido con otras parejas. "Cuando eres joven te hace ilusión y sientes que estás dando un paso más en la relación, además de que económicamente es más ventajoso. Ahora, después de haber pasado por la experiencia de vivir sola durante años, ya no lo cambio por nada. Ni por nadie", asevera.