Publicidad
RESERVAS DE AGUA

La sequía obliga a la CHE a recalcular el caudal mínimo de algunos ríos, priorizando siempre el agua de boca

Un 40% de las masas de agua de la cuenca del Ebro pueden ver reducidos su caudal ecológico a la mitad

TERESA P. ALBERO /
Río Ebro a su paso por Zaragoza el 7 de mayo de 2023. / EFE
icono foto Río Ebro a su paso por Zaragoza el 7 de mayo de 2023. / EFE

Pensar en un río es pensar en agua, pero en los últimos meses esa imagen mental es más la de un riachuelo. La falta de lluvias está disminuyendo las reservas hídricas, que en la cuenca del Ebro se sitúan en el 51,2% de su capacidad total, lo que equivale a 4.198 hectómetros cúbicos, de los 7.961 que puede almacenar. Una situación que está obligando a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) a tomar medidas de reducción del caudal ecológico de algunos ríos, hasta un 40% de toda la cuenca, aquellos que no tienen una protección especial. 

Ante la sequía, la CHE puede reducir ese caudal mínimo de agua, teniendo siempre en cuenta la cantidad imprescindible que necesita cada tramo para mantener sus usos y la continuidad de los ecosistemas que viven en él. "Con los indicadores que tienen del nuevo ciclo ecológico en el que está la cuenca, se estima el porcentaje de agua que debe mantenerse para que el río esté sano. Si se seca el río o pierde mucha agua, sería como tener una cloaca al aire libre. Buscamos tener el río con respiración asistida, pero que en breve pueda volver a respirar por sí mismo", explica Enrique Navarro, investigador del Instituto Pirenáico de Ecología (IPE). 

Ese reajuste tiene en cuenta las especies animales y vegetales que habitan en sus aguas, en sus orillas y su capacidad de adaptación a nuevos escenarios. "Lo ideal es encontrar una situación de equilibrio, pero siempre teniendo en cuenta que lo prioritario es el agua de boca, después el caudal ecológico y más tarde el resto de usos, como el de la agricultura y la industria", apunta. 

Para hacerse una idea de la cantidad de agua que se destina a cada actividad, basta con echar mano a las cifras. Del agua que se extrae del Ebro, un 93% (7.680 hectómetros cúbicos) se destinan al regadío, un 4% (357 hm³) al agua a demanda o agua de boca y el resto a usos industriales (147 hm³). 

"Defender un caudal ecológico es esencial, no solo para el consumo de agua que hacemos las personas en diferentes ámbitos, sino por los usos recreativos que hacemos de los ríos, su función estética y el bienestar de sus ecosistemas. Si no se cuidan los caudales mínimos, hay especies que no sobrevivirán y otras invasoras que recalaran en los ríos, como el mejillón cebra", señala el investigador. 

Reducir el consumo de agua, como están sugiriendo ayuntamientos como los de Huesca o Zaragoza, son políticas que ayudan a dilatar el agua disponible, pero lo realmente acuciante es destinar el agua necesaria a la agricultura, y el excedente devolverlo al río. "Podemos producir con menos agua si tecnificamos el campo, por ejemplo, con sistemas de riego que proporcionan el agua necesaria a la planta. El agua que se ahorra, en lugar de destinarla a aumentar la cosecha, debe volver al cauce", añade Navarro. 

Ser solidario con el río es ser solidario con el futuro y con el presente, porque del agua que circula por ellos se nutren los diferentes insectos, animales, especies vegetales y seres humanos. Con todo, el investigador del IPE, mantiene que los periodos de sequía van a ser algo habitual y habrá que acostumbrarse como ya se hace con las avenidas: "Tendremos que adaptar la actividad humana a los caudales de los ríos y al agua disponible". 

Esta reducción de los caudales ecológicos está contemplada en la normativa de la CHE, salvo para las zonas y tramos que están contempladas como parte de la red Natura 2000, en torno a un 60% de las masas de agua, que protege áreas especiales por su diversidad.