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PATRIMONIO

De Sijena a Úbeda para cumplir el sueño de recuperar las techumbres del monasterio

Desde hace 15 años, un vecino de Villanueva de Sijena está financiando los trabajos para reconstruir todos los alfarjes de la sala capitular. Un trabajo que está materializando un equipo dirigido por Paco Luis Martos, artesano especialista en el mudéjar

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto La reconstrucción de la techumbre del monasterio se está llevando a cabo por un equipo de artesanos en Úbeda.

Un grupo de artesanos de Úbeda (Jaén) ha conseguido reproducir los alfarjes (maderas labradas y entrelazadas artísticamente) de la techumbre del monasterio de Sijena, en el camino de cumplir el sueño de un vecino de Villanueva de Sijena, que prometió a su abuela recuperar el artesonado de la sala capitular. Llenar de color esta techumbre mudéjar de ocho metros cuadrados en tan sólo tres meses era el reto autoimpuesto por el equipo de restauradores que desde 2015 está reconstruyendo los 12 alfarjes que tenía la sala capitular de Sijena. Un equipo del programa 'Objetivo' de Aragón TV se ha desplazado hasta Andalucía para grabar el proceso artesano de elaboración tal y como se hacía hace casi 1.000 años

Juan Naya es natural de Villanueva de Sijena y de niño le prometió a su abuela recuperar la riqueza de la sala capitular del monasterio. Con unos seis o siete años, explica, oía "las historias de las maravillas del monasterio de Sijena y de cómo esas maravillas se pierden en la Guerra Civil". Por todo ello, le prometió que ayudaría a recuperar la sala capitular del monasterio.

Juan Naya está financiando, con fondos propios, la reconstrucción de los aljarfes. 

Juan Naya es astrofísico, doctor en Astrofísica que ha vivido en Francia, en Estados Unidos y ha trabajado incluso en la NASA. Hace unos 25 años volvió a España para afincarse en Barcelona, donde trabaja desde hace casi 20 años en una multinacional farmacéutica. 

Junto con su familia, lleva 17 años trabajando en hacer realidad esa promesa que hizo a su abuela, siempre con fondos privados. Primero, junto con distintos expertos, recreó las pinturas murales, les dio color y las pasó a 3D. Con su odisea, realizó una película documental. Y, para hacerlo público, el año pasado mostró el resultado de su investigación en una exposición en Zaragoza. Tras la reproducción de las pinturas, se lanzó a construir los 12 artesonados de madera de la sala capitular. Para ello contactó con uno de los mejores maestros de la materia, Paco Luis Martos, premio nacional de Artesanía, que tiene su taller en Úbeda (Jaén). 

Y este sábado, Martos ha presentado uno de esos artesonados, tallado y policromado tal y cómo se hacía en el siglo XIII, y que ha logrado terminar en tan solo tres meses junto a su equipo. Un acto que se ha celebrado en el Centro Cultural Hospital de Santiago de Úbeda, y que ha contado con la presencia de Naya.

Un minucioso trabajo que se ha reforzado

Martos lleva desde hace casi 30 años recuperando el oficio perdido de los artesanos mudéjares: "A raíz de enfrentarme hace mucho tiempo a un anticuario que me propuso restaurar un artesonado me di cuenta que en este ámbito no había gente, no había tratados, no había adónde agarrarse. Desde entonces me llevo dedicando solamente a construir a fabricar y restaurar artesonados mudéjares", explica.  

Explica que el oficio "no es solamente una disciplina, que podríamos hablar de carpintería, sino que conlleva dorados, policromía, estofados, talla, otros de arquitectura también". Recuerda que, antiguamente, "los maestros carpinteros o alarifes eran los arquitectos que dirigían la obra, no existía la figura de los arquitectos. Es una serie de disciplinas que se aúnan en todo esto".

Paco Luis Martos trabajando en uno de los alfarjes de Sijena.

El artesano tardó dos años en hacer el primer alfarje, pudo verse el año pasado en Zaragoza en la exposición Sijena Mágica organizada por Juan Naya y su mujer, Mapi Domínguez. Naya explica: "Una vez hecho un primer techo, nos planteamos: ¿y por qué no hacer un segundo, un tercero?. Y allí empezamos a visionar que quizás podemos devolver a la vida la techumbre al completo". En total,12 alfarjes, cada uno hecho de una manera diferente "con unos dorados y una policromía maravillosos", recuerda. 

Martos se basó en unas fotografías del año 36, "que en algunos casos tienen definición y en otros no tienen nada". Y a raíz de esas fotografías ha hecho cálculos matemáticos complejos de perspectiva y de ángulo para sacar realmente las dimensiones. Y luego, señala, está "el empeño de Juan de ser muy riguroso. Quería exactamente que los techos fueran al milímetro de lo que fueron cada uno." 

Paco Luis hace la talla de la madera. Antes de la policromía, recibe diez manos de estuco y lija. Las partes que llevan oro van con cinco capas de bol, una arcilla fina, que antes hay que bruñir. Tras colocar el pan de oro, hay que adherirlo con clara de huevo y pulirlo. La restauradora Florencia Olivera, que le acompaña en estas labores, explica que hay que dejar que se seque, "pero lo justo". "Es un tiempo inexacto porque depende de la pieza, del grosor de la pieza", explica. Y recuerdan que tienen que ir controlándolo "para que no se quede muy blandito, ni tampoco esté muy seca la clara de huevo".

Una de las fotografías del año 1936 que han servido para reconstruir las techumbres del monasterio.

Cada techumbre, supone más de 2.000 horas de trabajo, dos años para una sola persona. Por eso Juan, Mapi y Paco Luis plantearon la posibilidad de ampliar el equipo con dos restauradoras más y reducir el tiempo. Comenzaron en el mes de enero a policromar una techumbre para estar lista en tres meses. "Si somos capaces de hacer uno en tres meses, quiere decir que los nueve restantes deberían hacerse en 27 meses. Esto es menos de dos años y medio", explica Naya, para quien "es un tiempo que nos permite pensar que es posible volver a ver ese artesonado con vida".  

"Recuperar este artesonado es necesario"

Paco Luis Martos coincide en que hay que recuperar este artesonado "porque es necesario". Y destaca la implicación de Juan Naya, que a su juicio es vital. Destaca su implicación en la parte emocional y espiritual del proyecto porque, asegura, " si te ciñes solamente al tema económico, si no no sería posible". "No tenemos que olvidar que es Juan quien está financiándolo todo. No recibe ayuda de nadie", recuerda.

Detalle del resultado final de las reproducciones.

Naya recuerda que la financiación de todo este proyecto es a título privado y también los ingresos que se hayan podido generar a nivel de la exposición de Zaragoza siempre va dedicado a financiar el proyecto de recreación física de los techos. Sobre dónde quiere que estén en el futuro, cree que "van a estar allí donde sean apreciados". "A mí me gustaría que Aragón los apreciara, a mí me gustaría que en Sijena se apreciaran", explica, pero recuerda: "Esto es algo que va más allá de lo que yo puedo hacer y conseguir".

En los próximos días, un taller de Almudévar se va a sumar al proyecto. Un alfarje viajará los 670 kilómetros que hay desde Úbeda hasta la localidad oscense para ser policromado en tierras aragonesas.

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