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ARAGÓN

La sequía obliga a los cotos de caza a adoptar restricciones e incluso a cerrar esta temporada

El sector cinegético arrastra el mismo problema que el año pasado en el arranque del periodo de caza menor. Aunque no hay problemas con el conejo, sí se ve mermada la población de perdiz, considerada la "especie reina" en la Comunidad

K. HERRAIZ /
icono foto Un cazador en un coto de caza.

Los cazadores aragoneses volverán a vivir una vez más una temporada atípica por la falta de lluvias, que afecta principalmente a la reproducción de la fauna menor, como la perdiz, considerada la especie reina en la Comunidad. Esto ha llevado a algunos cotos a implementar restricciones, llegando incluso a no abrir para favorecer la recuperación de los animales silvestres. La temporada arrancó el pasado domingo día 15 de octubre. 

"Las especies de la caza menor sufren más la sequía porque tienen un menor desplazamiento que los de la caza mayor, y les afectan más estos cambios climáticos", señala Ángel Nuño, vicepresidente de la Federación Aragonesa de Caza, quien destaca que este año muchos cotos acortarán los días hábiles de caza, reducirán el número de piezas, o directamente no abrirán. "El año pasado fue malo, pero este es peor todavía", afirma. 

Por otro lado, Nuño resalta que la Federación Aragonesa de Caza está inmersa actualmente en varios proyectos para favorecer la recuperación de especies, especialmente la perdiz, que incluyen la instalación de balsas de agua o de comederos. "Cuando observamos que hay un problema tratamos de solucionarlo de la mejor manera posible. Los cotos se autogestionan, y los cazadores somos los primeros que sabemos cómo están las especies y nos preocupamos durante todo el año para que puedan sobrevivir", sostiene. 


La perdiz es la especie reina de la caza menor en Aragón. / Canva.

Otras de las especies que más se cazan durante esta época en la Comunidad son los conejos y las liebres. "El conejo se adapta mejor, le afecta menos la sequía. De hecho, hay zonas con superpoblación en algunos cotos, en los que se adoptan medidas especiales para cazarlo todo el año, aunque hay sitios donde es verdad que es casi inexistente", explica el experto.

1.500 cotos de caza

En la Comunidad hay unos 1.500 cotos de caza, la mitad deportivos. Fernando Rebollo gestiona uno de ellos de 1.200 hectáreas en Torrecilla de Valmadrid, barrio rural de Zaragoza, y admite que este año será especial por la sequía: "Aunque ha empezado la temporada, la perdiz no la vamos a cazar hasta que llegue el frío, porque la dificultad es mayor con bajas temperaturas, y vamos a adoptar una nueva medida, que es permitir cazar solo inicialmente una perdiz por persona al día, y quizá más adelante pasemos a dos al día". 

Este cazador no es tan pesimista y cree que esta temporada es un poco mejor que la pasada, "quizá un 10% o 15% mejor", dado que las temperaturas este 2023 "no han sido tan altas como las del pasado año, sin tantas olas de calor", por lo que el campo está "algo mejor". 

Como en otros cotos, en el de Torrecilla de Valmadrid también han puesto en marcha medidas para favorecer la recuperación de las especies. "Tanto el año pasado como este estamos trabajando para mantener las balsas de agua que tenemos instaladas, que permiten a los animales beber y eso les mantiene. Aunque la falta de lluvias también provoca escasez de alimento, todo está seco, por lo que también tratamos de proporcionarles comida", apunta Rebollo.

Una situación similar atraviesan los 288 cotos municipales de la Comunidad, como el de la localidad oscense de Loarre. "Ahora las sequías son más agresivas y hay menos agua en las acequias, por lo que se reduce el sustento de agua de los animales", apunta el alcalde del municipio, Roberto Orós, quien señala al mismo tiempo que, debido a los cambios en el paisaje agrícola y ganadero, ya no se caza en la zona la perdiz, y "apenas algo" la codorniz, siendo ahora la caza mayor "la principal actividad del coto municipal". 

Repercusión en el medio rural

El último año Aragón contó con unos 47.000 cazadores con licencia, 3.500 más que el año anterior. En cuanto a los precios de una tarjeta de caza para toda la temporada, van desde los 100 a los 3.000 euros.

Se calcula que esta práctica genera cada año más de 250 millones de euros y 6.000 puestos de trabajo. "La caza tiene gran repercusión en el medio rural. Cuando se organizan cacerías es como un día festivo en muchos pueblos, ya que hay más ambiente, se llenan los hoteles y los restaurantes, y supone un importante desarrollo económico para los municipios", comenta Ángel Nuño. 

Por su parte, el alcalde de Loarre detalla que la actividad cinegética es una de las principales vía de ingresos de la localidad. "Además de rédito económico por el alquiler del monte, supone un importante impulso para los alojamientos y establecimientos del entorno", concluye.