La esperanza de vida cayó 1,5 años en Aragón en 2020

La esperanza de vida en Aragón se situó en el año 2020 en 82,4 años (79,8 años en hombres y 85,1 en mujeres), semejante a la media nacional, aunque 1,5 años por debajo de la registrada en 2019.

En 2020, año en el que se declaró la pandemia de la COVID-19, se registraron 16.711 defunciones de residentes en Aragón (8.245 hombres y 8.466 mujeres), lo que supuso una tasa bruta de 12,6 por 1.000 habitantes tanto para el total, como en hombres y mujeres, y un 22,7% por encima de las registradas un año antes. Son los datos del Informe de Mortalidad de Aragón 2020 que recoge el Boletín Epidemiológico Semanal hecho público este jueves.

En los hombres, desde el año 2000, los tumores son el primer grupo de causa de muerte (26,7%), aunque como causas específicas de muerte destacó la COVID-19 tanto en hombres como mujeres en el total.

Dentro del capítulo 'causas externas', al igual que en años anteriores, el número absoluto de suicidios fue superior al de muertes por accidentes de tráfico en Aragón y el capítulo de causas mal definidas se mantuvo por debajo del 1% gracias a la labor de recuperación de información realizada desde el registro de mortalidad de la Comunidad.

Aragón tramita 14 solicitudes de ayuda para morir

La Comunidad ha tramitado 14 solicitudes del derecho a la prestación de ayuda para morir desde el pasado 25 de junio, fecha en la que entró en vigor la ley de regulación de la eutanasia, según ha informado la consejera de Sanidad del Gobierno de Aragón, Sira Repollés.

De ellas, un tercio han sido informadas de manera positiva, otro tercio de las personas que lo había solicitado ha fallecido durante el proceso y el último tercio no cumplía los requisitos. Repollés ha aportado estos datos durante la inauguración de la mesa redonda 'El derecho a la eutanasia, un año después', que se ha celebrado este jueves en el Centro de Tecnologías Avanzadas y que ha sido organizada por Escuela de Salud de Aragón.

La consejera ha considerado que es un ejemplo de "empatía legislativa" con quienes padecen "un sufrimiento psíquico y físico insoportable". Igualmente, ha esgrimido que es una ley "muy garantista", que respeta la voluntad y la intimidad de los pacientes, y posibilita mantener la dignidad "hasta el último suspiro antes de morir".