El precio de ser cofrade: de los 400 euros hasta los 2.700 en el caso de las 'manolas'

La Semana Santa ha comenzado y los procesiones ya recorren las calles de todo Aragón. Más allá de lo religioso y la tradición, esos días suponen una importante inyección para la economía de la Comunidad, en distintos campos. Pero, ¿cuánto dinero supone ser cofrade? La cifra oscila entre los 400 y los 900 euros, según un estudio de la Unión de Consumidores de Aragón (UCA). En el caso de las 'manolas', se puede disparar hasta los 2.700 euros, si se opta por una mantilla hecha a mano. 

No obstante, este desembolso hay que hacerlo solo al inicio, tal y como indica el propietario de la tienda San Cayetano 3, Miguel Estrada. Es al principio, ya que es cuando se compra el atuendo y los instrumentos. Después, el precio desciende de forma muy significativa. Es decir, habrá que conservar el traje con algún posible retoque y reparar los instrumentos en caso de que sufran algún daño. 

Los cofrades pagan entre 35 y 50 euros anuales de cuota.

Por otro lado está el pago de la cuota de la cofradía. Tal y como señala el presidente de la Junta Coordinadora de las Cofradías de la Semana Santa de Zaragoza, Nacho García Aguaviva, este pago oscila, de media, entre los 35 y los 50 euros anuales. 

Vestimenta cofrade

La indumentaria de los penitentes y sus particularidades queda definida por cada cofradía y su Junta de Gobierno. Pero básicamente se compone de: túnica o hábito, ceñidor o cíngulo para anudar a la cintura, tercerol o capirote, capa (en 10 de las 25 cofradías de Zaragoza), guantes, medalla, escapularios, pantalón y zapatos negros. 

El coste de una túnica de algodón oscila entre 150 y 250 euros, mientras que una de terciopelo está entre los 300 y los 400. Si en la cofradía en cuestión se lleva capa, esta se puede adquirir por entre 100 y 300 euros. A ello hay que sumar el cíngulo (de 45 a 55); el capirote o tercerol (de 40 a 70), los zapatos (de 30 a 70 euros), los guantes (3,5 euros si son de algodón, 30 si son de piel), y la medalla y el cordón (entre 15 y 25). En todas estas prendas, el material repercute en el precio de forma importante. Los rasos, el terciopelo, los brocados o los bordados encarecen los artículos. 

El atuendo de las 'manolas' es más caro

En las procesiones también salen las conocidas como 'manolas', mujeres vestidas de negro y con mantilla. Además del vestido negro, con medias y zapatos también negros, el mayor desembolso en este caso tiene que ver con la mantilla, que oscila entre 100 y 250 euros si está confeccionada a máquina y entre 600 y 2.500 si se opta por una bordada a mano. El coste de la peineta va de 40 a 95 euros, el broche para la peineta, de 20 a 50 y los guantes de rejilla oscilan entre 25 y 35.

Los costaleros tienen otro atuendo diferente. 

Los costaleros

La indumentaria de los costaleros, que portan el paso procesional, también es diferente. Requiere llevar fajas lumbares con refuerzo (de 30 a 40 euros); un fajín de hilo (de 15 a 20), un costal para la cabeza (de 20 a 35) y una morcilla, la almohadilla que se introduce en el costal para proteger el cuello (de 7 a 10).

Los instrumentos también son clave en el precio

Las personas que pertenecen a las secciones de instrumentos de percusión tienen que añadir el coste del instrumento que tocan. Se trata también de cifras muy variables. Un tambor puede costar de 175 a 350 euros; un bombo, de 130 a 250 y un timbal, de 180 euros si es de cuerdas o 230 si es de varillas metálicas. Por otro lado, las baquetas cuestan entre 7 y 12 euros, la maza del bombo, entre 20 y 42, y las bandoleras y correas oscilan entre 30 y 35.

Un bombo puede costar hasta 250 euros. 

Otros instrumentos son las matracas (60 euros), las carraclas (30), las cornetas (entre 150 y 400) y las trompetas (desde 250).

Préstamo de ropa para los niños

Además, en el caso de los más pequeños de la casa, algunas cofradías tienen una especie de vestidor para ellos. Es decir, tienen distintas tallas de la vestimenta de la hermandad para ir prestándolo a los niños conforme van creciendo.

Algunas cofradías tienen vestidores para prestar la ropa a los niños. 

Una vez que crecen, ya adquieren el suyo propio. Se trata de un servicio que evita que, cada año o dos o tres, las familias tengan que comprar un nuevo atuendo.