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ALIMENTACIÓN

Disminuye el consumo de pan en España y Aragón se sitúa por debajo de la media

La ingesta por persona de este alimento en el año 2000 era de unos 50 kilogramos. El pasado ejercicio apenas llegaba a los 28 kilos

ARAGÓN NOTICIAS /
Esta inercia decreciente afecta de manera más acuciada al pan fresco, que representa el 79% del mercado, frente al considerado industrial. / Canva
icono foto Esta inercia decreciente afecta de manera más acuciada al pan fresco, que representa el 79% del mercado, frente al considerado industrial. / Canva

Cortar una rebanada de pan para acompañar cualquiera de las comidas o prepararse un bocadillo para saciar el hambre entre horas eran, hasta hace unos años, prácticas muy habituales, aunque las cifras muestran que se encuentran en decadencia. Mientras que en el año 2000 el consumo medio de pan en España era de unos 50 kilos por persona, en 2022 había descendido hasta alcanzar los 27,94 kilos. Un dato todavía más bajo en Aragón, donde, el año pasado, la ingesta media per cápita de este alimento se situó en los 24,06 kilos, frente a los 46,17 kilos de 2000, según los registros del panel de consumo alimentario elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA). 

Esta inercia decreciente afecta de manera más acusada al pan fresco, que representa el 79% del mercado, frente al considerado industrial, cuya evolución ha sido más estable en las últimas décadas. ¿Quiénes han dejado de comer pan? Según el resumen anual de la alimentación recogido por el MAPA, los hogares más pequeños formados por jóvenes y adultos independientes son los que menor consumo de este alimento realizan.

En el lado contrario se encuentran las personas retiradas. Ellas son las consumidoras de una de cada cuatro barras que se adquieren para uso doméstico. Les siguen los hogares formados por parejas con hijos de edad media y mayores, y las parejas adultas sin descendencia. 

En cuanto a las razones que podrían explicar este fenómeno, el presidente de la Confederación Española de Panadería, Pastelería, Bollería y afines (Ceoppan), Eduardo Villar, enumera: "Por un lado, el bulo de las dietas que dicen que el pan engorda y una mala comunicación por parte de los médicos. Por otro, las tendencias marcan que cuando se presenta un plato en la televisión o en una revista nunca hay un trozo de pan al lado, y eso influye. También afecta el hecho de que las comidas sean cada vez más rápidas".

Sobre el sector al que representa, Villar explica que está formado por unas 12.000 panaderías tradicionales, con 45.000 puntos de venta y 190.000 empleados. 

Una cuestión internacional

Para el expresidente de la organización especializada Club Richemont España y exdirector de I+D+i de Panishop, Jorge Pastor, el descenso en el consumo de este alimento no es una realidad exclusivamente nacional. "Ocurre lo mismo en Francia y Alemania, que, junto con España, son los tres pilares del mundo del pan", explica Pastor, quien señala la importancia de adaptar este producto a los paladares y necesidades actuales.

"La barra que todos conocemos se inventó en 1860 en el contexto de la industrialización y del éxodo a las grandes ciudades. Se necesitaba crear una pieza fácil de fabricar, que es la que se ha mantenido hasta hoy. Tuvo una función, pero la necesidad ha desaparecido", indica el experto sobre el declive de este producto.

"A día de hoy, cuando hablamos de pan en España nos referimos en un 95% al elaborado con trigo panificable de baja extracción y el otro 5% es el que está compuesto por otros cereales, como la espelta, el centeno, la cebada, la avena, etc. Además, solo el 8% se corresponde con integrales o de grano completo. Comemos trigo refinado, puro y duro, que es sin duda el más indigesto", asegura Pastor, quien apela a la innovación para conseguir productos de mayor calidad, una cuestión regulada por el Real Decreto 308/2019, de 26 de abril. 

"Los consumidores, además del común, quieren panes de mayor calidad -afirma, por su parte, el presidente de Ceoppan-. Por este motivo, los panaderos se están reinventando, se utilizan distintas harinas, y, en algunos casos, por ejemplo, al cliente se le entrega un tríptico con los valores nutricionales. Así le damos un valor añadido. También es una forma de rebatir al médico que dice que el pan no es saludable. El profesional se basa en centros tecnológicos y expertos nutricionistas que avalan el producto de cara al cliente".

Formación

Sobre el futuro del sector, ambos expertos coinciden en que ha de partir de la formación. "Pasa por la innovación, la formación y la divulgación. Tenemos que sacar panes nuevos, nos lo pide la clientela", asevera el presidente de la institución nacional. 

Por su parte, el exdirector de I+D+i de Panishop subraya la necesidad de impulsar una Formación Profesional Dual y un centro de competencias de la panadería que diseñe los cursos formativos que demanda la sociedad. "Tenemos que abrir nuestra mente a muchos cereales que aportan valores sensoriales y nutricionales diferentes, recurrir a una panadería lenta que enamore a la gente", concluye Pastor.