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SALUD

El análisis diario de cientos de muestras garantiza la calidad sanitaria del agua en Aragón

Todos los municipios de la Comunidad cuentan con una planta de tratamiento del agua que pasa a la red, y cuya salubridad y buen estado garantizan después los técnicos de los laboratorios encargados de la vigilancia

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto El agua debe pasar una serie de controles y tratamientos antes de llegar al grifo.

Es un gesto que hacemos sin pensar, abrir un grifo y tener al instante agua potable. Un gesto cotidiano que en estos momentos no pueden hacer los casi 12.000 vecinos de cuatro municipios aragoneses, Tarazona, Novallas, Torrellas y Los Fayos, afectados por un brote de gastroenteritis ocasionado por un protozoo que ha contaminado el tramo del río Queiles del que se abastecen.

Pero para que noticias así sean una excepción en Aragón, cientos de personas entre químicos, ingenieros y médicos trabajan sin descanso para el tratamiento adecuado del agua que bebemos todos los días y vigilar su buen estado. Una labor en la que se ha detenido el programa 'Objetivo', de Aragón TV, que se emite este sábado a partir de las 13:25 horas.

¿Mejor agua tratada que de maniantal?

Muchas personas consideran que beber agua de manantial, sin tratar, es mejor para la salud, y acuden a alguna de las fuentes que están diseminadas por todo el territorio aragonés para conseguirla. Pero desde el punto de vista científico, no es la mejor opción. Dejando a un lado su mayor o menor contenido en calcio, sodio o potasio, no sabemos si puede estar contaminada por un animal muerto o el vertido de sustancias químicas procedentes de la industria o la agricultura.

Beber agua sin tratar no es siempre la mejor idea.

Por eso, desde hace muchos años el agua para beber se trata en plantas potabilizadoras. En estas instalaciones, el agua pasa por cuatro etapas: captación,  filtración, desinfección y almacenamiento en depósito, como explica José Miguel Navarro, Ingeniero de Obras Públicas del Instituto Aragonés del Agua. Al grifo, añade, tiene que llegar como mínimo 0,2 miligramos de cloro para que siga desinfectando los alimentos. “Tú limpias lo que te vas a comer, te lavas las manos, llenas unas botellas, etc. Se siguen desinfectando durante unas horas, eso es importante y obligatorio", añade.

En cada municipio de Aragón hay una de estas plantas. La más grande, obviamente, es la de Zaragoza, donde se trata el agua para el consumo de casi un millón de personas que procede de dos fuentes, el embalse de Yesa (75%) y el Ebro, a través del Canal Imperial (25%). 

La planta potabilizadora de Zaragoza

Un agua que se mezcla y se encuentra, en primer lugar, con una reja de debaste que impide que las ramas, las piedras y otros elementos grandes que arrastra el agua entren en la planta. Pero no puede evitar la entrada de materia orgánica, inorgánica y microorganismos, elementos que se irán reduciendo a través de los diferentes procesos de potabilización. 

Vista de algunos de los depósitos de decantación de la planta depuradora de Zaragoza.

Para ello, se añade cloro y se ajusta el pH. Después, el agua pasará por uno de los 11 decantadores con los que cuenta la planta. “Los fangos se quedan al fondo y el agua clarificada queda en la parte superior y se extrae por las canaletas, para poder pasar a la siguiente fase de filtración”, explica el jefe del Departamento de Infraestructuras Ayuntamiento de Zaragoza, Jesús Jiménez.

“Después de la decantación conseguimos reducir en un 99% las materias en suspensión, ese color marrón que tiene el agua, y en un 65% la materia orgánica”, asegura. 

A continuación, los filtros de carbón activo o de arena hacen el resto del trabajo. Una vez filtrada, el agua se almacena con un último refuerzo de cloro en depósitos que tienen capacidad de 148.000 metros cúbicos, suficiente para suministrar agua a la capital aragonesa durante todo un día. Desde aquí, una de 1.300 km de tuberías llevarán el agua hasta los grifos de toda la ciudad.

Una vigilancia constante

Y para garantizar que es apta para el consumo humano, Zaragoza, al igual que el resto de municipios, analiza cada día cientos de muestras. En el caso de la capital aragonesa, el encargado de esa vigilancia es el Instituto Municipal de Salud Pública. “La reglamentación actual, que es de 2023, contempla dos tipos de análisis, los microbiológicos y los químicos, que son mucho más extensos”, señala Elena Sevilla, Jefa de Servicio Salud Pública del Ayuntamiento.

Y para estar al día, añade, en los dos últimos años han invertido 500.000 euros en nuevos equipos. La analítica completa tiene 49 parámetros y todos se tienen que cumplir. Si no es así, hay que volver a tratar el agua para solucionar lel problema, y hasta que no hay dos resultados correctos, no se da el visto bueno.

El brote de Tarazona y otras tres localidades está causado por un parásito de la familia Cryptosporidium.

En el caso de detectar una alteración como ha ocurrido en Tarazona y en el resto de municipios afectados, se suspende el suministro de agua de inmediato. En este caso el parásito está identificado, es de la familia Cryptosporidium, pero todavía no se conoce su genotipo, que identificará su especie dentro de doce posibles, asegura Cristina Seral, jefa de Parasitología del Hospital Clínico de Zaragoza. “Para ello, hay que analizar grandes volúmenes de agua para poderlo concentrar, filtrar, y determinar dónde está el origen”, explica. 

El agua corriente supone un avance incalculable para el ser humano, y que sea potable es un derecho, como reconoció Naciones Unidas en 2010, pero se estima que alrededor de 4.200 millones de personas, más de la mitad de la población mundial, no pueden disfrutarlo.