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PATRIMONIO ARTÍSTICO

El viaje de dos joyas escondidas del gótico aragonés hasta una de las mejores pinacotecas del mundo

Dos tablas góticas de la Colegiata de Borja forman parte de la exposición ‘El espejo perdido’, que acaba de inaugurarse en el Museo del Prado. El programa 'Objetivo' ha seguido durante meses el proceso de traslado y preparación de las piezas

ARAGÓN NOTICIAS /
Algunos visitantes junto a 'La Expulsión de San Joaquín y Santa Ana del Templo' en el Museo del Prado.
icono foto Algunos visitantes junto a 'La Expulsión de San Joaquín y Santa Ana del Templo' en el Museo del Prado.

El martes 10 de octubre se inauguró en el Museo del Prado la exposición "El espejo perdido. Judíos y conversos en la España medieval". Dentro de las decenas de obras que pueden verse se encuentran dos tablas que proceden del retablo gótico que tenía la Colegiata de Borja, 'La Expulsión de San Joaquín y Santa Ana del Templo', y 'El niño Jesús perdido y hallado en el Templo entre los doctores'.

Escenas de la vida de la Virgen que en 1460, y por encargo, pintaron los hermanos Zahórtiga, y que han sido objeto de un proceso de traslado, estudio, restauración y preparación que ha durado meses, y que ha seguido de cerca el programa 'Objetivo', de Aragón TV.

 'El niño Jesús perdido y hallado en el Templo entre los doctores' (izda.) y 'La Expulsión de San Joaquín y Santa Ana del Templo' son las dos tablas de la Colegiata de Borja que forman parte de la exposición del Prado.

Preparando el viaje de unas obras singulares

El museo de la Colegiata de Borja alberga casi todas las tablas de un antiguo retablo gótico. Después de siglos guardadas en la sacristía, el Ayuntamiento y el Obispado acordaron, mediante convenio, ubicarlas en el museo municipal. Ahora, dos de ellas tendrán un escaparate mucho más amplio. 

Son únicas, entre otras cosas, por sus autores. "Nicolas y Martín de Zahórtiga son de ascendencia judía. Son unos pintores verdaderamente relevantes en el panorama pictórico aragonés del gótico internacional . Ya su padre, Bonana Zahortiga, también era importante y probablemente se educaron y se formaron con él", explica Alberto Aguilera, responsable del museo de la colegiata.

Los hermanos Zahórtiga conocían, como judíos, su cultura, ritos y elementos, y lo reflejan en sus cuadros. Por ejemplo, los nimbos poligonales marcan a los personajes del Antiguo Testamento y los circulares a los del Nuevo; o lo que parece un sagrario es, en realidad, el tabernáculo donde se guarda la Torah en las sinagogas. También puede percibirse en la forma de vestir de los personajes. 

Detalle de los nimbos, con un dorado que es diferenciador del gótico en Aragón.

"Realmente sería la indumentaria que llevaban los judíos en el siglo XV. La representación del templo de Jerusalén, que podrían remitir a las representaciones arquitectónicas del momento de cualquier sinagoga", añade Aguilera.

Además, las tablas se encuentran en un excelente estado de conservación, tras ser estudiadas y restauradas a principios de los años 2000. "El propio Ayuntamiento de Borja, junto a la Diputación Provincial, llevamos muchos años restaurando piezas de arte sacro tanto de propiedad municipal como de la Iglesia. Estas restauraciones son bastante costosas aunque necesarias. La apuesta ha sido clara para ir poco a poco rehabilitando este patrimonio que tenemos", señala el alcalde de Borja, Eduardo Arillo.

En las restauraciones descubrieron que estas tablas de 1460 fueron repintadas en el siglo XVI. Y entonces, ¿cuál restaurar? ¿La capa del siglo XVI o la primera capa?

"Se tomó la decisión de llegar a la capa final, la de los Zahórtiga, en una de las tablas solamente, en la de la Resurrección donde el tratamiento de la fisonomía es completamente distinto: unos rasgos más goticistas frente a los que tenemos en el resto de las tablas que son más afables, una fisonomía más redondeada, dentro de la tendencia del renacimiento", apunta Alberto Aguilera.

En cualquier caso, el Museo del Prado ha hecho un estudio en profundidad de la obra y una limpieza. También una restauración. "Todo lo que llegue, en este caso del Museo del Prado es bueno. Bueno para el museo y, por supuesto, bueno para rehabilitar una parte de nuestra historia", señalaba el alcalde de Borja, Eduardo Arilla, antes de que las tablas emprendieran su viaje.

"Tenemos confianza plena, ellos sabrán lo que tienen que hacer", abundaba José María Sánchez, párroco de la localidad zaragozana.

Buen estado de conservación

Son 320 los kilómetros que separan la plaza de Nuestra Señora de la Peana de Borja de los almacenes del madrileño paseo del Prado.Un trayecto que las tablas recorrieron el pasado 30 de junio, bien protegidas, en el interior de un camión preparado para el transporte de obras de arte. Una vez en su destino, y tras unas horas de aclimatación, pasaron a los talleres. Lo primero fue hacer una radiografía para desvelar el estado del soporte.

La radiofrafía muestra los aspectos ocultos de la tabla.

 "Podemos ver que no tiene apenas lagunas, se encuentra en buen estado de conservación, tiene algunas grietas y craquelados, pero el estado de conservación es fantástico para todo el tiempo que hace que fue pintado", apuntaba Laura Alba Carcellén, responsable del departamento de Técnica Radiográfica del Museo del Prado. También muestra algunos secretos sobre la técnica utilizada en la época, como la utilización de fibras de cáñamo sobre el soporte de madera.

A continuación, se somete a una reflectografía infrarroja con la que se aprecia el dibujo subyacente y las capas de pintura, que muestran las correcciones y cambios que ha podido experimentar la obra. En este caso, se ve, entre otras cosas, que en algún momento entre 1530 y 2006, alguien dañó algunas bocas y ojos. Este dato, junto con todos los demás, es analizado por los conservadores que tienen que decidir cómo intervenir.

Primero, una limpieza superficial; después, se van retocando las cosas que estaban un poco más alteradas: reintegraciones, arañazos, manchas... Pero sin borrar del todo su historia. En este caso concreto, se ha preferido conservar la restauración que se llevó a cabo en 2006.

Detalles del proceso que se ha llevado a cabo en el Museo del Prado.

Detacan especialmente los dorados, que son un elemento diferenciador de las pinturas góticas de Aragón, y que presentan una riqueza y un trabajo que hace únicas a estas tablas, como destaca Daniela González, restauradora del Museo del Prado. "Me parece una maravilla cómo están hechas estas tablas. Los materiales, la composición y también el dorado es muy especial. Los nimbos que se ven aquí son muy interesantes y no los he visto en otras tipos de tablas de este siglo", resalta.

Un lugar en el Prado por méritos propios

Y una vez que han pasado por el taller de restauración, las dos tablas de la Colegiata de Borja están ya listas para ser admiradas por las miles de personas que, previsiblemente, pasarán por la recién inaugurada exposición del Museo del Prado.

Su comisario, y jefe de Pintura Gótica del museo, Joan Molina Figueras, sabía desde el primer momento que debían formar parte de la muestra. "Estas fueron dos de las primeras tablas que solicité, directamente, para la exposición ", asegura ante las cámaras de 'Objetivo'.  "Viajé personalmente a Borja y pude verlas tablas en su contexto, hablar con sus responsables y exponerles el proyecto", añadía. 

Dos obras de la exposición 'El espejo perdido' en el Museo del Prado.

Después, regresarán a Borja, para que vecinos y visitantes puedan seguir contemplándolas en su nuevo estado. Es lo que ocurrió con otra tabla de la Colegiata de Bolea. En este caso, formó parte de una exposición sobre el Renacimiento que pasó por Madrid,primero, y después por Nápoles, y que pudieron conocer miles de personas.

"Cuando organizas una exposición en el Prado tiene unas consecuencias que van mucho más allá de los muros del museo", apunta Figueras. "Estas obras que llegan desde otras instituciones son sometidas a un proceso de restauración. Y unido a la profesionalidad y al buen hacer de todos los técnicos y restauradores, hace que la labor de las exposiciones es una contribución en el tiempo a la conservación del patrimonio nacional", explica.

De momento, y hasta su regreso a su lugar de origen, 'La Expulsión de San Joaquín y Santa Ana del Templo' y 'El niño Jesús perdido y hallado en el Templo entre los doctores' pueden contemplarse en el Museo del Prado hasta el 14 de enero.