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AFGANISTÁN

"Había intranquilidad por los informes de aviones a los que disparaban"

El capitán Tablado, piloto del Ala 31 de la Base Aérea de Zaragoza, relata la incertidumbre con la que la misión española vivió la operación de evacuación del aeropuerto de Kabul

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto El capitán Pérez Tabaldo, piloto del Ala 31 de la Base Aérea de Zaragoza, en los estudios de Aragón Radio.

Repuesto ya, gracias a una cura de sueño, de la vorágine de 13 días de vértigo y con el sentimiento de haber hecho "todo lo posible", el capitán Pérez Tablado, piloto del Ala 31 de la Base Aérea de Zaragoza que comandó cinco de los vuelos de rescate en la operación de evacuación en Afganistán, reconoce que su cabeza “todavía sigue un poco allí”. 

“Ha sido todo muy rápido, con continuos cambios de horarios y uno allí ya no sabía ni cuánto tiempo llevaba ni en qué día vivía”, ha dicho esta mañana en el micrófono de 'Despierta, Aragón', de Aragón Radio, sobre una operación que se precipitó con el empeoramiento de la situación del viernes 13 de agosto. “Viendo a los compañeros suponía que me iba a tocar. Nos llamaron el domingo y, aunque íbamos cuatro días, preparamos la mochila para una semana. Y estuvimos 13 días”, ha apuntado.  

La misión española afrontó la operación de salvamento en medio de la incertidumbre, con la imagen desde el aire de las aglomeraciones de la gente que se agolpaba en las puertas del aeropuerto de Kabul, "más pequeño que el de Zaragoza y dotado una sola pista muy larga", ha comparado. 

Tensión permanente

“Teníamos la información de que aquello era un caos porque el aeropuerto estaba tomado por miles de personas, pero cuando llegamos vimos mucho control gracias a que el ejército norteamericano había asegurado la pista y la plataforma donde embarcamos al personal con más refuerzos y la presencia de blindados”, ha explicado. 

Pérez Tablado ha relatado en qué condiciones de tensión y nervios se produjo cada operación de aterrizaje, embarque de los refugiados y posterior despegue de la terminal afgana, siempre con los motores en marcha para garantizar una salida rápida y evitar una avería que taponase el trasiego incesante de aeronaves de todos los países allí desplegados.  "No era miedo, pero teníamos cierta intranquilidad porque había informes de aviones sobre los que abrían fuego”, ha revelado. Un riesgo no mayor que "el propio cansancio" que llevaban acumulado tras muchas horas sin dormir.  

Cada operación de rescate vino precedida por la labor de los policías, encargados de "lidiar en los controles, comprobar la identidad de los afganos con la embajada, pelearse para meterlos y revisar sus equipajes". Un procedimiento que tenía muy medidos los tiempos y el espacio de la bodega del avión. "Teníamos el espacio muy calculado, pero el problema era el peso porque con las temperaturas, la altura y el calor de Kabul, cada grado que subía la temperatura era una tonelada menos de gente que podíamos sacar de allí", ha detallado.

Atentado con el avión en pista

Ese control absoluto de cada movimiento se producía, según ha explicado, en medio de la incertidumbre permanente. "Siempre contábamos con la posibilidad de que alguien apareciese en la pista con un arma o que alguno de los disparos al aire que se lanzaban aire para dispersar a las personas acabase impactando en el avión", ha recordado. Un riesgo que ha calificado de "asumible" porque "no somos suicidas".  

El riesgo y la tensión se elevaron al máximo cuando el atentado suicida extramuros del aeropuerto pilló a la aeronave pilotada por Pérez Tablado en la pista del aeropuerto de Kabul. "Vimos varios vehículos cruzar la pista de una forma descontrolada e incluso un avión tuvo que irse al aire para evitar un incidente grave y entonces vimos que transportaban heridos. Fue entonces cuando vimos una segunda explosión y el despliegue de los blindados estadounidenses", ha relatado. 

El capitán del Ala 31 se queda con los rostros "de alivio" de las personas rescatadas y la "incertidumbre" con la que afrontaban los días siguientes, la labor del traductor afgano que voluntariamente fue allí para facilitar la comunicación con sus compatriotas, la "falta de voluntad para vencer" del ejército afgano y el sentimiento que después de todo le debe quedar a todo militar español que haya dejado allí "su tiempo, la sangre y a amigos. Tiene que ser duro", ha reconocido.  

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Entrevista al capitán Pérez Tablado, piloto del Ala 31 de la Base Aérea de Zaragoza.
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