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GOYA 'REPORTERO'

Goya como precursor del periodismo gráfico de denuncia social

Goya además de ser un gran pintor también fue cronista de su tiempo. Nos adentramos en el 'Goya reportero'

ANA MANCHO /
Autorretrato de Francisco de Goya.
icono foto Autorretrato de Francisco de Goya.

Un hombre pega a su esposa en el dibujo Mal marido. En otro, una persona está a punto de ser guillotinada. Goya le llamó Castigo francés. Muestran la violencia: la privada y la del Estado. Es el Goya de Burdeos -donde llegó en 1824 para vivir los últimos cuatro años de su vida. Es el Goya más libre alejado de los encargos de la corte, un Goya que pretende ante todo denunciar la violencia, como un reportero, como un cronista del momento, molesto y crítico con la sociedad en la que estaba viviendo. 

"En estos años se dedica a los invisibles de la ciudad, a las capas más populares, a la gente que sufre y padece, no a los poderosos", asegura María Santos-Sainz, profesora de Periodismo de la Universidad de Burdeos. Y esto hace que el artista de Fuendetodos consolide "su libertad y autonomía creativa centrada en sus deseos e inquietudes más personales", asegura. Acaba de publicar  Le dernier Goya (Cairn Editions), donde sigue al pintor en sus últimos años.

Años antes, Goya plasmó la guerra como nadie antes lo había hecho, sin tomar partido, solo mostrando la crueldad de la que es capaz el ser humano. Una perspectiva absolutamente nueva en la historia del arte, ya que "tradicionalmente los conflictos se contaban desde el punto de vista del vencedor y casi nunca mostrando el sufrimiento del vencido", como señala la Fundación Goya en Aragón.

Las guerras con minúsculas, y la Guerra con mayúsculas, la de la Independencia (1808-1814) quedó plasmada en 82 grabados que llamó Los Desastres de la Guerra y que nunca se atrevió a publicar. Se los regaló a su amigo, Juan Agustín Ceán Bermúdez y posteriormente pasaron de mano en mano hasta que llegaron al  British Museum de Londres, donde se hallan en la actualidad. 

Como novedad, los pies de foto, en los que aclara y completa lo que se ve en el cuadro. A veces es Yo lo vi acentuando el papel del reportero presente en el lugar de los hechos o También esto. Queda la duda de si Goya estaba realmente allí. Según el investigador José Manuel Matilla, "es evidente que muchas de las escenas representadas no pudieron ser vistas de primera mano por Goya sin riesgo de perder su propia vida, por lo que debemos pensar en que el artista llevó a cabo una reelaboración intelectual a partir de testimonios contemporáneos", sin embargo, asegura que "es posible considerar las estampas como un testimonio personal de lo visto" por lo que al introducir el pie de foto Yo lo vi, Goya actúa "como notario", dice. 

Violencia que también reflejó en la mirada del fusilado que espera la muerte en el cuadro Tres de mayo de 1808. Una obra que se ha convertido en un icono. Goya capta el momento justo, el preciso, "todo relato está ahí en la historia", señala Santos-Sainz. Retratos que, asegura, influyeron en otros fotógrafos posteriores como Robert Capa.

"Goya nos deja casi un tratado de la violencia porque refleja todas las luchas por la dignidad del hombre en la tierra", asegura Santos. Se apoya en una frase de André Malraux, quien dijo en 1950 que el genio aragonés "había sido el gran intérprete de la angustia que ha conocido occidente". Eso sí, apunta Santos, su compromiso "se forja en un entorno represivo, con la Inquisición, y luego con la llegada del absolutismo". No lo exiliaron, pero se exilió, se fue de España.  

En 1815 es eximido de los cargos de colaboración con el gobierno intruso, pero años después, en 1824 pide licencia para tomar las aguas de Plombières, llega a Paris y finalmente se instala en Burdeos. Huía del absolutismo de Fernando VII. "Es un drama. Goya forma parte de los artistas que tuvieron que abandonar el país por el involucionismo español", asevera Santos-Sainz.

                    La Lechera de Burdeos (1825-1827)

En esos cuatro últimos años de vida Goya recorre la ciudad, hace una serie en el que pinta a los locos, a los personajes rocambolescos de la feria y a los marginados, pero en ese mundo de tonos oscuros y monócromos también hay espacio para la luz, la que refleja el sentir de La lechera retratada en uno de sus últimos cuadros en el que, una vez más, actúa como cronista.

María Sa