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#11M20AÑOS

20 años del 11M: del nuevo yihadismo a las secuelas de las víctimas

Este lunes se cumplen dos décadas del mayor acto terrorista en España, en el que murieron 192 personas y más de 2.000 resultaron heridas. Solo tres de los 18 condenados continúan en prisión

T. P. A /
icono foto Imagen de archivo de uno de los trenes siniestrados el 11 de marzo de 2004.

El 11 de marzo de 2004 murieron 192 personas -otra falleció poco después-, más de 2.000 resultaron heridas y todo un país asistió al atentado más brutal que ha sucedido en España. Las explosiones en cuatro trenes de cercanías en Madrid hicieron que el terrorismo tomara una nueva dimensión para la sociedad española, acostumbrada a uno, el de ETA, con objetivos claros. Este, el yihadista, no buscaba víctimas concretas. Su único fin era el dolor, el miedo y la destrucción, como quedó patente aquel 11 de marzo del que este lunes se cumplen 20 años.

De aquel horror se sacó una enseñanza valiosa, la de la Policía Nacional y los servicios de inteligencia que aprendieron a encarar y estudiar el funcionamiento de Al-Qaeda. Ahora, dos décadas después, la investigación de células terroristas se enfoca en las nuevas formas de radicalización y proselitismo que actualmente viran hacia el ISIS -Estado Islámico- y sus ramificaciones. 

"La captación en el islam se aprovecha del descontento que existe. La desesperación de la gente hace que sea más fácil que surja el terrorismo, algo que saben bien los ideólogos de esos grupos", explica Javier Jiménez Olmos, doctor en Paz y Seguridad Internacional por la UNED, y miembro de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza.

Desde 2004, las operaciones antiyihadismo se han elevado a 407 en territorio nacional, con 1.046 detenidos y a 55 internacionales, con 138 arrestos, según los últimos datos facilitados por el Ministerio del Interior. 

Actualmente, el mundo islámico suma 1.400 millones de habitantes, gran parte de ellos tienen la vista puesta en el conflicto entre Israel y Hamas en Gaza. "Se sienten humillados por lo que sucede en la Franja y por el apoyo que reciben los israelíes de grandes potencias, como Estados Unidos", expone Jiménez Olmos, que también advierte del incremento del proselitismo en el Sahel, donde confluyen algunos de los países más pobres del mundo, varios estados fallidos y la presencia de pequeños grupos ya radicalizados. 

El terrorismo evoluciona a la par que lo hace la tecnología y se vale de las redes sociales, los medios de comunicación de países democráticos y de la 'deep web' para lanzar sus mensajes y atraer a nuevos reclutas a su causa. En reducir ese peligro trabajan los centros de inteligencia, cuya labor es esencial para dificultar la organización que requieren atentados de la envergadura de los de Madrid o Londres.

Los objetivos futuros son imposibles de prever, pero se apunta más hacia posiciones estratégicas, como centrales nucleares, que a medios de transporte, como los trenes o aviones. "Hay que ser consciente de que el riesgo cero no existe, pero hay que vivir sin pensar en que en cualquier momento puede pasar algo", dice Olmos. 

"Me preguntaba qué sería de su vida si se hubiera dormido aquel día, si hubiera salido más tarde de casa"

Con esa incertidumbre viven las víctimas del atentado del 11 de marzo de 2004, y sus familiares. Esa sensación de que algo puede pasar, que no se evapora del todo y que siempre encuentra la forma de condensar pequeñas gotas de miedo. Así vive Milagros, que aquel día perdió a su marido, con el que se había casado dos años antes y con el que esperaba formar una familia. 

Vicente fue una de las 192 víctimas mortales. Cogía cada día el tren para ir a trabajar. Le daba miedo conducir y no tenía carné. Ese 11 de marzo se subió en el vagón que explotó en la calle Téllez. 

El dolor de Milagros no se ha ido y le acompaña 20 años después: "Me preguntaba qué sería de su vida si se hubiera dormido aquel día, si hubiera salido más tarde de casa". Esta pregunta es común entre los familiares y supervivientes. "Muchas veces recurren a la culpa del ¿por qué a mí?, o ¿por qué yo sobreviví y otros no? Es un recurso muy fácil y tiene sentido porque los humanos necesitamos controlar las causas de lo que sucede", señala Arantxa Soriano, coordinadora del Departamento Psicosocial de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y doctora en Psicología. 

Los efectos de un suceso como es un atentado terrorista perduran y algunas víctimas tardan más de 20 años en sobreponerse, que no en olvidar. De hecho, un estudio realizado entre la ATV, el Colegio de Psicólogos de Madrid y la Universidad Complutense advirtió que muchas personas desarrollaban trastorno de estrés postraumático y de depresión mayor entre uno y tres meses después de lo sucedido. El 19% los padecían simultáneamente. 

Después de ocho años un tercio continuaban con estrés postraumático y el 22%, con depresión, a pesar de contar con un tratamiento psicológico. "Muchos piensan que no tienen opción de mejora y no buscan ayuda al principio. Piensan que es lo que les ha tocado y que tienen que vivir con ello", relata la psicóloga. 

Entre las víctimas no se cumple esa afirmación de que "el tiempo lo cura todo". Milagros continúa teniendo presente a Vicente y el miedo a que pueda volver a repetirse algo semejante le acompaña siempre: "Tuve que aprender a vivir sin él, pero no quiero olvidarlo. Es parte de mí. Ahora, cuando alguien no me responde al teléfono, tiendo a pensar que algo ha sucedido".

"Los atentados de Madrid nos hicieron ser conscientes de que al ser algo indiscriminado, nos puede pasar a cualquiera y en cualquier momento", asegura la doctora Soriano. 

El horizonte: marzo de 2044

Entre rejas llevan estos 20 años tres de los encausados por el 11M, los únicos de los 18 condenados que todavía están presos. Su condena se cumplirá en marzo de 2044. Un horizonte que, aunque lejano, llegará y lo hará en el 40 aniversario de aquel atentado. A día de hoy, la identidad del máximo responsable del crimen sigue sin conocerse a ciencia cierta. 

La sentencia llegó tres años después de los atentados. La Audiencia Nacional dictó las penas más elevadas para Othman El Gnaoui 42.924 años y 42.922 para Jamal Zougam. Ambos fueron juzgados como autores de 191 asesinatos consumados, 1.856 en grado de tentativa y cuatro delitos de estragos terroristas. 

También sigue en la cárcel José Emilio Suárez Trashorras, el minero que facilitó los explosivos con los que se perpetraron los atentados y que fue condenado a 34.715 años.

El resto de detenidos fueron enviados a sus países de origen, bien después de cumplir sus sentencias o para hacerlo allí.