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MEDIO AMBIENTE

Así se investiga el cambio climático en Aragón

Las actividades humanas se encuentran en el punto de mira de los científicos, que muestran preocupación por la situación actual y piden responsabilidad a la ciudadanía

RAQUEL PLOU /
Blas Valero, Alberto Bernués , Santiago Beguería, Jorge Álvaro y Miguel Ángel Saz, por orden de aparición.
icono foto Blas Valero, Alberto Bernués , Santiago Beguería, Jorge Álvaro y Miguel Ángel Saz, por orden de aparición.

Hace unas semanas, se pudieron ver muchos termómetros rozando los 44 grados en algunos puntos de Aragón, incendios forestales frecuentes, lluvias torrenciales en Alemania o China que dejaban a muchas personas sin hogar… Estos fenómenos meteorológicos se deben, en gran parte, al cambio climático y para poder abordarlos es necesario realizar un análisis a nivel regional.

El Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), el Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Zaragoza, la Estación Experimental Aula Dei (EEAD-CSIC) o el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) son algunos de los centros de referencia que lo investigan en Aragón.

“No todo lo que nos pasa es cambio climático”

“Cuando hablamos del cambio climático a escala regional todavía falta ese conocimiento detallado de cómo es el clima y la variabilidad climática en los distintos territorios y en los distintos paisajes, porque no es lo mismo un impacto en el desierto de los Monegros que en las cumbres del Aneto o la parte de la Sierra de Javalambre”. Así explica Blas Valero, profesor de investigación del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE), la importancia de estudiar los diferentes rincones de la Comunidad. Desde este centro se encargan de abordar, especialmente, los impactos que tiene el cambio climático, por lo que cuentan con proyectos que van desde la variabilidad climática hasta cambios en los glaciares, en los ibones del Pirineo, en la biosfera, en las plantas, en los pastos…

Además, se ayudan de una serie de modelos climáticos que les permiten entender lo que está sucediendo: “Cuando hace más calor las aguas tropicales están más calientes y generan mayor energía, por lo que, en latitudes como América Central hay más posibilidades de que se generen grandes huracanes y tormentas”. Otro factor que intensifica la aparición de estos episodios extremos son las masas de aire del norte, que no se habían visto antes. Según Valero, “todos los modelos dicen que vamos a tener más fenómenos de este tipo”.

Sin embargo, desde este instituto defienden que “no todo lo que nos pasa es cambio climático”. “Los cambios que globalmente suceden en todo el planeta tienen como un componente importante de causa las actividades humanas, que aceleran el cambio climático”, comenta el científico. Bajo su punto de vista, nos encontramos ya ante una situación “realmente preocupante”. “Debemos adaptarnos a los cambios que vamos a tener y eso supone empezar ya a reducir el consumo de combustibles fósiles, intentar que la destrucción de hábitats que estamos realizando sea menor, cambiar lo que comemos… No se trata de que nos hagamos todos vegetarianos, se trata de ver la importancia que tiene en el cambio ambiental, una ganadería intensiva frente a una ganadería más tradicional y extensiva”, concluye el investigador.

El equipo de Blas Valero trabajando en una de sus investigaciones.

“Ha habido épocas en las que la temperatura de la Tierra ha estado por encima de la actual”

“Está muy bien saber lo que va a pasar con el clima en las próximas décadas, pero a veces es suficiente con echar un vistazo a lo que ha pasado en los últimos años. En Zaragoza este año ya hemos tenido dos días donde se han superado los 40 grados y eso que no es habitual, pero ni siquiera se alcanzó el récord de julio de 2015, que es de 44 grados”, explica el profesor de geografía la Universidad de Zaragoza, Miguel Ángel Saz.

Es una de las líneas que tratan en su grupo de investigación “Clima, Agua, Cambio Global y Sistemas Naturales”, donde colaboran investigadores tanto del Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Zaragoza como del Instituto Universitario de Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA). Uno de sus principales propósitos es examinar el clima del pasado reciente –últimos 500 o 600 años– a partir del análisis de los anillos de los árboles y de diferentes documentos históricos. “Esa parte de reconstrucción de clima del pasado nos ayuda a ver si realmente lo que está pasando en la actualidad es excepcional”, comenta Miguel Ángel Saz.

Otro de los campos en el que trabajan se centra en generar bases de datos, a nivel nacional, para entender el clima actual. Y, a nivel local, desde el año 2015 disponen de 25 sensores instalados en diferentes puntos de Zaragoza que miden la temperatura y humedad relativa del aire cada hora. Estos dispositivos les han permitido comprobar que, el centro de Zaragoza tiene una temperatura media 1,7 grados superior al entorno de la ciudad no urbanizado. Y, en determinadas situaciones atmosféricas, esa diferencia puede llegar incluso a los 5 o 6 grados. “Esto nos lleva a pensar que puede tener efectos importantes sobre la salud humana y ahí estamos haciendo una tesis doctoral”, declara Saz.

Este investigador también considera que la diferencia entre estos episodios del pasado y los actuales es que la atmósfera está fuertemente intervenida por la actividad del hombre: “Ha habido épocas en las que la temperatura de la Tierra ha estado por encima de la actual. Pero las formas de vida que había en ese momento estaban habituadas a esas condiciones climáticas”.

Uno de los principales estudios de Saz se centra en analizar los anillos de los árboles.

“Cada vez hay más presión de los recursos hídricos, que ejercemos nosotros directamente, porque queremos tener más agua”

En la Estación Experimental Aula Dei hay 15 líneas de investigación. Todas ellas, en mayor o menor medida, están relacionadas con el cambio climático. Algunas más enfocadas en los impactos que tiene en los ecosistemas, otras en la adaptación frente a una nueva situación –aumento de temperaturas, disminución de los regímenes pluviométricos, etc.– y otras centradas en estrategias de mitigación que se pueden implementar para disminuir los gases de efecto invernadero, en concreto en el sector agrícola.

El geógrafo Santiago Beguería se encarga, por un lado, de la investigación básica en climatología, es decir, generar bases de datos, completar registros a nivel nacional sobre temperaturas medias y extremas, precipitaciones, etc. Por otro lado, su grupo de investigación se adentra, sobre todo, en el mundo de las sequías –cómo, cuándo, por qué, en qué zonas ocurren–, labor que realizan junto al Instituto Pirenaico de Ecología y la Universidad de Zaragoza.

“El primer problema con la sequía es que no hay una variable clara que puedas medir. Por eso, hemos desarrollado un sistema para monitorizarla, que significa que a tiempo real puedes consultar en una página web cuál es el estado de la sequía en España”, explica. A partir de ahí, también estudian cómo afecta la sequía a otros campos, como los recursos hídricos o los cultivos. “Trabajamos con escenarios utilizando los modelos de cambio climático. Así, si por ejemplo va a nevar menos en invierno, podemos saber cómo serán los caudales de primavera, también cómo serán la distribución de recursos o las necesidades de riego”.

Este científico coincide con los anteriores en que el ser humano juega un papel fundamental en los cambios que se están produciendo actualmente: “En relación a los recursos hídricos, hay un aspecto fundamental que es el uso que hacemos de ellos. Cada vez hay más presión, que ejercemos nosotros directamente, porque queremos tener más agua”.

El investigador Jorge Álvaro Fuentes se centra más en evaluar, investigar e identificar estrategias de mitigación, sobre todo en suelos agrícolas, principales emisores de óxido nitroso –que es, junto al dióxido de carbono y el metano, uno de los principales gases de efecto invernadero– a nivel global. También investiga el denominado “secuestro de carbono”, proceso por el que las plantas, al absorber dióxido de carbono, evitan que se emita a la atmósfera.

“La fertilización de los cultivos es una de las principales causas del aumento de la emisión de óxido nitroso en los suelos. Para disminuir esas emisiones, estudiamos un abanico amplio de actividades que el agricultor puede implementar. Tratamos de ver qué opciones son las que menos emisiones emiten y esto manteniendo la productividad y el rendimiento de los cultivos”, apunta.

“La agricultura supone el 14,1 % de las emisiones totales nacionales de gases de efecto invernadero”

El Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) también aborda el cambio climático desde múltiples disciplinas científicas. Igual que la EEAD, tratan desde temas de mitigación y adaptación hasta otros más relacionados con la transformación, buscando nuevas alternativas productivas en zonas sensibles al cambio climático, por ejemplo a través del cultivo de plantas medicinales y aromáticas.  

Utilizan, también, modelos de simulación y uno de los ámbitos en los que se ha implantado es en la ganadería extensiva. “Esto nos permite anticipar, por ejemplo, las mejores estrategias de manejo en escenarios de escasez de recursos forrajeros o de variabilidad interanual de su disponibilidad en sistemas ganaderos extensivos ligados al territorio”, expone el director de investigación del CITA, Alberto Bernués.

Este científico es otro de los que cree que “actualmente no hay duda sobre la huella ecológica de las actividades humanas en el medio ambiente en general y el cambio climático en particular”. De hecho, según Bernués, “en el caso concreto de España, los gases de efecto invernadero (GEI) relacionados con la agricultura han aumentado significativamente en los últimos años. La agricultura supone el 14,1 % de las emisiones totales nacionales de GEI, de las que el 64,8% corresponden a la ganadería”.

Todos los expertos coinciden en que, aunque la investigación a nivel regional y local es esencial, no se podrá poner fin a este problema si no se llevan a cabo actuaciones globales, donde se involucre toda la comunidad internacional.