Termina la campaña de la fruta de verano en Aragón con una producción en la media, pero con un calibre inferior

Los frutales en Aragón dejan una producción de 600 millones de kilos de fruta de hueso y 300 millones de fruta de pepita. La sequía no ha frenado a la producción frutícola de este verano, aunque sí ha reducido el calibre de las piezas. Por su parte, el calor ha adelantado la maduración de los frutos.

Respecto a la producción, ha sido una cosecha media. "Ha sido complicada porque empezamos con el tema de sequía, no se podía regar todo lo que se quería regar. Las primeras variedades no tenían el calibre que tocaba, se veían muy pequeñas y eso no tenía salida en el mercado", explica Marc Castillón, gerente de la cooperativa de Osso de Cinca. 

El calor también ha influido en su crecimiento y se ha adelantado la maduración del fruto. "Con las altas temperaturas y las olas de calor, hemos visto hasta fenómenos extraños como nectarinas que se queman, nectarinas que se arrugan, algo que no habíamos visto hasta ahora en el campo aragonés. Estas olas de calor intensas penalizan algunas variedades", apunta Óscar Moret, responsable de fruta de UAGA. 

Aseguran los agricultores que la rentabilidad es baja porque los precios casi no compensan los costes de producción. Este año, gran parte de la cosecha se ha exportado. "Un fruto gordo puede ir a cualquier mercado y los frutos pequeños acaban yendo a mercados como los de Inglaterra o Alemania, que son mercados de Europa donde a veces el precio es bueno, pero la elaboración de ese producto cuesta bastante dinero y a veces la rentabilidad se pone en duda también", matiza Moret. 

Ajustar los cultivos y el uso del agua, junto con una relación justa entre los mercados y los productores es clave, aseguran los agricultores, para garantizar el futuro del sector.