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PRIMEROS INMUNIZADOS

"Se respira otro ambiente. Necesitábamos salir"

Manuel y Emilia explican cómo ha cambiado su vida en la residencia tras ser los primeros vacunados en Aragón

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Manuel Cebolla y Emilia Nájera tres meses después de recibir las primeras vacunas

Manuel Cebolla y Emilia Nájera, de la residencia de mayores Romareda de Zaragoza, fueron los dos primeros aragoneses que recibieron la vacuna en la Comunidad. Desde entonces, su vida ha cambiado, o por lo menos, la ven de otra manera e intentan recuperar hábitos que hasta hace poco más de un año eran completamente normales. Poder juntarse con otros compañeros y salir fuera de la residencia son los cambios que más estaban esperando.

Pero sobre todo, tanto Emilia como Manuel están bien tras recibir la vacuna. Emilia asegura que no ha tenido “ningún percance” con la vacuna, aunque Manuel sí que sufrió una leve urticaria en la pierna. “No he tenido más dolores”, precisa. Manuel pasó la COVID-19 el año pasado, antes de ser vacunado, y reconoce que, cuando sale a la calle y va un poco deprisa, se fatiga. "Pero algo tenemos que tener”, bromea. 

Manuel reconoce que necesitaba "salir, porque se declaraba "hartode estar allí. "Sales a la calle y respiras otro ambiente”, explica. Aunque en la residencia dice estar "inmejorablemente bien”, reconoce que “gusta salir a la calle”. Para él, lo peor es el delicado estado de salud de su mujer. "Pese a estar vacunada, cuando entro a verla se me cae el mundo a cuestas”, confiesa. Recuerda que, cuando él enfermó, estuvo primero en la residencia COVID de Casetas, antes de pasar unos días ingresado en el Hospital Miguel Servet. Sin embargo, asegura: Hoy me encuentro bien y vamos recuperando lo que habíamos perdido".

Para Emilia, su principal deseo era “tener libertad”. Reconoce que después de un año sin salir “ahora da miedo todo”, pero bajo la supervisión de sus cuidadoras, cuando le "dejan", sale "a dar un paseo”. No obstante, dentro de la residencia también han recuperado nuevas sensaciones, como poder comer juntos en el comedor, aunque en grupos reducidos. Al principio, dice, “nos sacaban los auxiliares, luego con la familia íbamos a comer a terrazas y ahora soy más independiente y salgo a dar una vuelta pequeña”. Reconoce que el primer día salió muy “eufórica” y proclamando su libertad, pero luego pasó un día "más cansada”. Emilia envía un mensaje a la sociedad: pide que “nadie se niegue a vacunarse” y que haya “vacunas para todos”, de forma que, después de los mayores, se pueda vacunar al resto de personas y empezar a poner fin a la pandemia.