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EN PINOS, ABETOS Y CONÍFERAS

Procesionaria: un problema de salud pública para personas y animales

En el caso de los perros el contacto con la oruga puede producir úlceras, necrosis y shock anafiláctico. Acudir rápido al médico o veterinario es esencial para evitar problemas mayores

TERESA P. ALBERO /
Bolsón de procesionaria en un pino.
icono foto Bolsón de procesionaria en un pino.

La procesionaria es una oruga que aparece en los coníferas, pinos y abetos entre los meses de marzo y junio. Su presencia en núcleos urbanos y en zonas de monte requiere de un control exhaustivo por parte de los ayuntamientos y de los técnicos forestales.  Porque la  procesionaria "es un problema grave de salud pública". Así lo afirma Natalia Arnal, veterinaria y miembro de la Junta del Gobierno del Colegio Oficial de Veterinarios de Zaragoza.

El contacto con los pelos urticantes de la oruga genera reacciones cutáneas en perros y personas, que pueden ir desde lesiones leves a finales fatales en el caso de un shock anafiláctico. Para prevenir dichos efectos, los consistorios y el Gobierno de Aragón realizan fumigaciones en pinares afectados por el insecto, siempre con productos bio-seguros e inocuos para el resto de seres vivos. 

Conocer el ciclo vital de estos animales es esencial para estar alerta. "El momento más problemático se produce entre los meses de marzo y junio. Al subir las temperaturas, las orugas descienden en hileras de sus bolsones o nidos -que crean en las ramas de los árboles- para buscar el emplazamiento en el que enterrarse y del que resurgirán en verano en forma de mariposa. 

"Cuando están en el suelo llaman la atención de nuestros animales de compañía, en general perros, que se acercan a olfatear. El contacto de los animales con el pelo de la oruga es peligroso porque el pelo libera una toxina que afecta a la piel, mucosas y aparato respiratorio", explica Arnal. 

El viento favorece el transporte aéreo de los filamentos urticantes. "Si el animal lo aspira con el hocico -lo más normal cuando olfatean- deriva en sinusitis y en problemas respiratorios", indica la veterinaria. 

El mayor riesgo es que el animal ingiera o chupe la oruga: "Genera edemas y úlceras en la boca, erosiona la lengua y, en ocasiones, genera necrosis en ciertas partes y si no se acude al veterinario en las primeras dos o tres horas puede acabar necrosada y caer la zona afectada por si misma”, señala la colegiada. 

Vómitos, hipersalivación, estado de nerviosismo y erupción, e inflamación de la cara del can son algunos de los síntomas sobre los que estar vigilante para actuar de inmediato.

"El primer paso es lavar la zona afectada con abundante agua templada, que calma e inhibe la toxina. Nunca hay que frotar la zona porque se extendería más. Por eso, es importante también no dejar que los perros se rasquen", explica Natalia Arnal.

Procesionaria en un pino.

El siguiente paso es llamar al veterinario y trasladar lo antes posible al animal para que sea tratado por los profesionales. "Cuando nos avisan, nos preparamos para recibir al perro y comenzar el tratamiento que, normalmente, se compone de corticoides, antihistamínicos y lavado de la zona. Si el caso es más grave es necesario el ingreso del can e incluso la intubación si tiene problemas respiratorios", señala. 

En los peores casos los animales pueden fallecer como consecuencia del contacto con la oruga procesionaria. "Si son alérgicos a la toxina pueden sufrir un shock anafiláctico y morir", comenta Arnal. 

Las razas de perro con morro chato -bulldogs, carlinos y boxers, entre otros- son especialmente vulnerables a la procesionaria, ya que sus habituales problemas de respiración se ven agravados por la toxina. Además, suelen tener una lengua grande y ancha, que cuando se inflama con el contacto con los pelos del insecto, dificulta todavía más el flujo de aire.

Los efectos en los humanos suelen aparecer en forma de reacción dermatológica que puede llegar a ser grave y, en el caso de una reacción alérgica, es necesario un tratamiento urgente con corticoides. 

Colaboración ciudadana y murciélagos contra la procesionaria

El área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Huesca solicitaba a mediados de febrero la colaboración de todos los vecinos de la ciudad para luchar contra la procesionaria de los pinos. El consistorio actúa contra la procesionaria en las zonas verdes de Huesca mediante una estrategia de gestión integrada: endoterapia vegetal - tratamiento fitosanitario-, monitoreo con trampas de feromonas de captura de adultos, anillos de captura de orugas y corta de bolsones.

Desde Medio Ambiente se ha puesto a disposición de los ciudadanos el teléfono 974 292 100 y el correo electrónico medioambiente@huesca.es para informar sobre avistamientos de bolsones en árboles de la localidad. 

Bolsones encontrados en pinos en la ciudad de Huesca. / Foto: Ayuntamiento de Huesca

La técnico de Infraestructura Verde del Ayuntamiento de Huesca, Ana Pérez, explica que el objetivo es "evitar que las procesiones de las orugas alcancen el suelo y puedan ocasionar molestias o afecciones a los usuarios de los espacios públicos".

En el caso de Teruel, el Gobierno de Aragón ha instalado un centenar de casetas de madera para murciélagos en los montes de la provincia donde más presencia tiene la procesionaria. 

El proyecto busca incrementar la población del mamífero y, al mismo tiempo, hacer que  ayuden a frenar la plaga de procesionaria de los pinos. Un objetivo que es posible dado que los murciélagos de bosque se alimentan de estos insectos, ayudando a controlar su incidencia.

En el caso de la ciudad de Zaragoza, el Área de Parques y Jardines se encarga de eliminar los bolsones que aparecen en la ciudad. Una tarea que realizan mediante el avistamiento de los mismos y gracias a la información de los vecinos de la ciudad.