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TRASTORNOS

Parasomnias: cuando el sueño se convierte en pesadilla

Los terrores nocturnos, la parálisis o el insomnio son trastornos del sueño, muy comunes durante la infancia. Aunque son muy molestos y llamativos, por lo general no suponen un riesgo para salud

SILVIA ROMEO /
Una persona que descansa tiene unas relaciones personales y emocionales más equilibradas. También rinde más a nivel laboral y presenta una mayor seguridad vial.
icono foto Una persona que descansa tiene unas relaciones personales y emocionales más equilibradas. También rinde más a nivel laboral y presenta una mayor seguridad vial.

Los sueños son todavía una de las grandes incógnitas de la neurología. Por qué tenemos pesadillas en lugar de experiencias dulces o hay ocasiones en las que recordamos lo que hemos soñado, mientras que otras no tenemos ni idea al despertar, son preguntas que de momento no tienen respuesta científica.

Lo que es cierto es que hay ocasiones en las que las noches se complican. Los terrores nocturnos, la parálisis del sueño, el insomnio y el despertar confuso son los episodios más comunes y llamativos. Todos ellos son trastornos del sueño, o lo que es lo mismo, 'parasomnias', que, aunque son muy molestos y llamativos, por lo general no suponen un riesgo para salud.

La explicación de las parasomnias está en la maduración del sistema nervioso; por eso es un trastorno más frecuente en niños. Conforme van pasando los años, nuestro cerebro se habitúa a las cinco fases del sueño y este tipo de eventualidades remite. "Suelen ser trastornos benignos, problemas con buena solución. Lo que ocurre es que durante el sueño o al despertarse la persona sufre eventos que no controla ni espera, pero en la mayoría de los casos no suponen ningún peligro", explica el jefe de la Unidad de Neuropediatría del Hospital Miguel Servet, José Luis Peña. Las parasomnias pueden darse en forma de movimientos anómalos o de emociones inesperadas. 

El carácter fortuito de estos brotes provoca con frecuencia preocupación entre los padres de los niños que los sufren. Según el neuropediatra, es algo "absolutamente normal". Si ocurren con poca frecuencia no tienen tratamiento, y la manera de prevenirlos es con una buena higiene del sueño: evitar las pantallas y las actividades estresantes antes de dormir, establecer un horario regular para irse a la cama, evitar el calor excesivo en la habitación o ingerir comidas pesadas.

En cuanto a la forma de actuar, lo más recomendable es guardar la calma: "Lo primero es conocer los distintos tipos de parasomnias para identificarla. Mantener la tranquilidad y no despertar al niño. Solo si está nervioso, intentar calmarlo. Es bueno, si se puede, hacer un vídeo para enseñárselo al pediatra y al día siguiente pedir una cita y que sea un experto quien valore si hay que derivarlo a un especialista", añade el doctor.

A la consulta de Peña son muy pocos los menores que acuden por trastornos del sueño. La mayoría son tratados en Atención Primaria, sin ni siquiera medicación. Solo los casos más extremos llegan hasta la Unidad de Neurología del Hospital Miguel Servet. Estos son aquellos que se repiten con mucha frecuencia o que generan a los médicos la sospecha de que puede ser algo peor. "En ocasiones pueden esconder epilepsias nocturnas o apneas. Para diagnosticarlo, entonces hacemos un electroencefalograma o una polisomnografía", aclara. 

"Al principio nos daba miedo"

El caso de Daniel, un niño zaragozano de cinco años, es uno de tantos que se pueden escuchar con facilidad entre círculos de padres y madres ya que, según apuntan algunos expertos, la incidencia de las parasomnias en la infancia es de un 10%, aunque es muy difícil de cuantificar. A Daniel, desde los tres años hasta ahora, le ha ocurrido una docena de veces pasar de estar plenamente dormido a incorporarse en la cama y ponerse a hablar mirando a un punto concreto. "Le ha pasado en momentos de interrupción del sueño como, por ejemplo, cuando se duerme en el sofá y lo llevamos a su cama. En lugar de despertarse, pone cara de susto y empieza a decir cosas inconexas", relata su padre, Enrique Aliende. 

Al principio, sus progenitores se preocuparon. "Nos daba miedo -reconocen- porque se queda rígido y le preguntábamos si estaba bien y respondía asustado". Sin embargo, ya han aprendido que lo mejor es acariciarlo y no decirle nada. "Ahora hay mañanas que hasta él se acuerda y nos cuenta que había tenido una pesadilla", ríen. 

Una persona que descansa tiene unas relaciones personales y emocionales más equilibradas. También rinde más a nivel laboral y presenta una mayor seguridad vial.

Una persona que descansa tiene unas relaciones personales y emocionales más equilibradas. Rinde más a nivel laboral y presenta una mayor seguridad vial.

El sonambulismo: la parasomnia genética más común en adultos

Aunque las parasomnias son más comunes en niños, no es extraño que en ocasiones se produzcan en adultos. De hecho, la incidencia en estos casos es de un 3%. Según los expertos, los trastornos más directamente relacionados con la niñez son los terrores nocturnos y suelen remitir a partir de los seis años. Pero las pesadillas, la parálisis del sueño y sobre todo las conductas violentas durante el sueño o el sonambulismo pueden darse durante toda nuestra vida. "Quien sufre sonambulismo de niño, por lo general de adulto repite. Lo más común es echar a andar con movimientos coordinados, los ojos abiertos y cara de asombro. Por el momento se desconoce el porqué una persona es sonámbula, pero suele haber un componente genético. Lo suelen heredar de algún familiar no necesariamente muy cercano", subraya el psiquiatra José Carlos Fuertes. 

Las medidas que conviene tomar si vamos a dormir con una persona sonámbula en casa son cerrar puertas y ventanas, proteger esquinas que puedan resultar peligrosas e instalar vallas de seguridad en caso de escaleras para evitar desgracias. "Lo que no es cierto es que si le despertamos le vamos a producir un problema de salud. No hay que provocarle un despertar intenso, abrupto, pero no pasa nada por intentar que esa persona se despierte. Se le puede ir tocando hasta que recupere la consciencia y se pueda volver a acostar", aclara. 

"El sueño es un lavado del cerebro"

Llegados a este punto, es normal que nos preguntemos: entonces, ¿qué ocurre mientras dormimos? Según el Instituto de Rehabilitación Neurológica, "durante el sueño ocurre la regeneración neurológica y metabólica, lo cual permite a la persona eliminar los tóxicos metabólicos del tejido cerebral", es decir, 'limpiar el cerebro' de aquello que nos sobra y prepararlo para la actividad diaria de las próximas horas. "Es como una puesta a punto", apostilla José Luis Peña.

Para el psiquiatra José Carlos Fuertes, "hay una teoría que habla de que las pesadillas son una forma de desintoxicarse de todas las frustraciones, temores, que se acumulan durante la fase consciente", pero insiste en que son todo "conjeturas sin apoyo científico".

Asimismo, Fuertes reivindica la necesidad de más investigación porque "el cerebro es el órgano más desconocido del cuerpo humano". También es el más difícil de estudiar, porque por los daños que causa su manipulación solo se puede analizar 'post mortem' y no hay cerebros de otros seres vivos similares al humano. 

Algunas de las afectaciones del sueño más preocupantes para la salud son la apnea, el insomnio, la narcolepsia y la cataplejia, la cistitis nocturna, el síndrome de piernas inquietas, de niños alondra o el bruxismo.