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CONTACTO SOCIAL

Las personas mayores con conexiones sociales tienen un 39% más de esperanza de vida

Un estudio científico de la revista BMC Medicine constata que aquellos mayores que reciben a menudo visitas de familiares y amigos reducen sus posibilidades de morir

ALEJANDRO LÓPEZ /
icono foto Dos abuelos reciben la visita de su nieto. / Pixabay

Pensemos en dos personas. Hombres o mujeres, de unos 67 años, por ejemplo. Ambas gozan de una buena salud. En definitiva, son casi idénticas salvo por un matiz: las conexiones sociales. Una de ellas vive ajena a visitas de familiares, reuniones con amigos o actividades que rompan su rutina. La otra, sí que mantiene esos contactos. Y puede que no lo sepa, pero tiene un 39% más de esperanza de vida.

La revista BMC Medicine se ha hecho eco de un estudio científico que evidenciaba la importancia de la socialización como factor vital. En él participaron 458.146 adultos, con los que el Biobanco del Reino Unido contactó entre los años 2006 y 2010. Por entonces tenían una edad media de 56,5 años.

Hace unos meses observaron los resultados de la evolución de esas personas. 33.135 habían muerto 13 años después. Los investigadores tuvieron en cuenta todos los factores (enfermedades previas, condiciones socioeconómicas, conexiones sociales, etc) antes de llegar a una dolorosa conclusión: la soledad mata.


Foto: Neuroscience.

El investigador que encabeza el estudio, Jason Gill, comentaba al respecto de los resultados que "parece claro que hay un efecto umbral según el cual, una vez que empiezas a ver a tus amigos y familia mensualmente, el riesgo se mantiene bastante estable". Según él, una visita al mes sería suficiente para estimular la socialización y con ella evitar los riesgos de salud relacionados con la soledad. "Da igual que sea una visita mensual, semanal, varias veces a la semana o todos los días”, comenta.

La relación entre soledad, alimentación y enfermedades

Sergio Benabarre es doctor en Psicología y profesor en la Universidad de Zaragoza. Trabaja con personas mayores que, en su caso concreto, sí que cuentan habitualmente con vínculos familiares o de amistad que se traducen en vida social. Sin embargo, aunque algo atrevida, la relación entre salud y soledad le parece que es un hecho.

"Si alguien está contigo o te va a visitar, comes mejor", asegura Benabarre. Eso, directamente, provoca que una persona esté pendiente de tu estado de salud y necesidades, aunque sea de forma puntual. Mientras que, por el contrario, "la soledad no deseada se puede traducir en ansiedad y depresión". Un círculo vicioso, añade: "Si no tengo vida social me deprimo y no hago cosas y, como no hago cosas, me deprimo aún más".

El diagnóstico no ha cambiado, pero sí la manera de combatirlo. "A los mayores que pasan por nuestra consulta antes les podíamos decir que hicieran sudokus, por ejemplo, para activar su capacidad cognitiva. Ahora les pedimos que socialicen. Que queden con otras personas, que jueguen al guiñote, que hablen...", cierra Benabarre.

La soledad no deseada es un problema de largo recorrido en España, tanto por la preocupación histórica en torno al mismo como por el gran volumen demográfico que comprende. No es exclusivo de nuestras fronteras. En los países nórdicos ya existen ministerios de la Soledad. También en Japón, donde se le ha añadido otro apellido, el de Aislamiento

En su opinión, Benabarre comenta que "se está perdiendo la cultura mediterránea de acompañamiento y de compartir tiempo con el vecino". Localiza varias herramientas que ha tejido nuestra sociedad para hacer frente a la soledad de las personas mayores. "Hay alternativas como los hogares de mayores, centros de día, las promovidas por Cruz Roja o Cáritas". Aunque este doctor cree que hay recursos suficientes dentro de "una comunidad de vecinos".


Comida de hermandad de la Asociación de Petanca del Picarral. / Charo Jorcano, directora del Hogar de Personas Mayores del Picarral

Visitas intergeneracionales para estimular las emociones

Uno de esos hogares de personas mayores es el del Picarral, en Zaragoza. Su directora, Charo Jorcano, comparte la importancia de las conexiones sociales para evitar el deterioro cognitivo y las patologías derivadas, pero va más allá. "No es tanto por las visitas, sino por facilitar el espacio para que ellos socialicen", dice. 

El centro fomenta esas relaciones en base a "actividades artísticas, talleres cognitivos y también mucho ejercicio físico", añade Jorcano. Pero si tiene que quedarse con una herramienta para la estimulación de las personas mayores, la directora del Hogar del Picarral elige el contacto intergeneracional. Visitas de los residentes en el centro al colegio de la zona y viceversa.

Una de las actividades más emotivas para fomentar ese contacto se llama 'Cuando yo tenía tu edad'. "Los mayores les explican cómo era su vida cuando tenían los años que tienen ahora los pequeños y se despiertan muchas emociones entre ellos", asegura Jorcano. "Otras veces les llevamos al patio con juegos tradicionales, de los que tenían en su época, y enseñan a los estudiantes cómo se juega", cuenta.

Ahora viene una época del año muy familiar, en la que "provocamos un ambiente más social, más navideño, pero sin nada especial". "No es una tontería organizar viajes a Benidorm en Navidad o Nochevieja", asegura. Es precisamente en estas fechas cuando afloran emociones que para muchos mayores son difíciles de afrontar "y viajar puede evitarles pensar en ciertas cosas", concluye.