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TECNOLOGÍA

Diseñar y programar un robot con piezas LEGO: el reto que reúne este sábado a más de 100 escolares

El campus de la Universidad San Jorge alberga la final de la 'First Lego League' en Aragón, donde escolares de entre 10 y 16 años muestran el proyecto que han creado para dar respuesta a la temática de esta edición, soluciones energéticas

RAQUEL PLOU /
Alumnos del colegio Romareda que participan en la competición. / Alberto Jáñez
icono foto Alumnos del colegio Romareda que participan en la competición. / Alberto Jáñez

Fomentar las vocaciones científicas y tecnológicas a través de la construcción y programación de un robot con figuras LEGO. Es el objetivo que persigue 'First LEGO League', un programa internacional que se desarrolla en más de 100 países, desde hace 30 años, y que este sábado llega a Zaragoza. El campus de la Universidad San Jorge (USJ) alberga la final regional, en la que estudiantes de entre 10 y 16 años, de 12 centros educativos de Aragón, Logroño y Navarra, darán a conocer los proyectos en los que han trabajado los últimos meses para conseguir llegar a la final.

La energía protagoniza esta nueva edición del 'First LEGO League', desde cómo generarla, distribuirla, almacenarla o consumirla, hasta las nuevas formas de energía. Con esta premisa, los estudiantes tienen que superar 15 desafíos ante un grupo de jueces y demostrar todo lo aprendido en este proceso, que se divide en tres etapas: el proyecto de innovación que da respuesta a la temática propuesta, la creación y programación del robot y la preparación para la final. Los ganadores de los torneos regionales acudirán a la Gran Final Nacional y de esta al 'World Festival Mundial', que tendrá lugar en Houston.

Vídeo de la final mundial del 2022.

Trabajo en equipo, sacrificio y esfuerzo, claves en los proyectos

El colegio Romareda Agustinos Recoletos, de Zaragoza, participa en esta competición por primera vez. Cinco estudiantes de informática de 1º de Bachillerato, tutorizados por el profesor y jefe del departamento de Nuevas Tecnologías, Alberto Jáñez, representarán al centro. “Nuestro proyecto de innovación se basa en cómo suministrar energía a zonas que hayan sufrido una catástrofe natural o un conflicto armado. Para ello, hemos pensado en el hidrógeno como fuente de energía, generado a partir de bacterias, transportado a través de drones y consumido mediante una pila de combustible”, explica el docente.

Para desarrollar este proyecto interdisciplinar han tenido que incluir conocimientos de tecnología, informática, biología, matemáticas o física y química, e incluso han contado con la colaboración de los investigadores del Centro de Astropartículas y Física de Altas Energías (CAPA) de la Universidad de Zaragoza, Julia K. Vogel y Jaime Ruiz Armendáriz.

Diego Arroyo Arriba, uno de los concursantes, reconoce que, sobre todo la parte de investigación, de contactar con expertos y tratar con documentos oficiales, “ha sido difícil, pero también muy divertida”: “No es un trabajo que llegas, te lo estudias y ya está. Tienes que buscar un problema para encontrarle una solución. Hemos hecho como muchos mini trabajos teóricos antes de pasar a la práctica. Todavía no tengo claro qué quiero estudiar, pero al ver que lo que haces puede tener un uso real, me he planteado estudiar biotecnología”.

Y, más allá del aprendizaje puramente científico, se trata de un trabajo que pretende educar en valores. “Los alumnos toman contacto con el mundo que les rodea y sus complejidades, aprenden a aplicar conocimientos adquiridos desarrollando habilidades y competencias para su futuro profesional y personal, entre ellas el trabajo en equipo, la resolución de problemas y la comunicación”, añade el profesor Alberto Jáñez. Opinión que comparte su alumno Diego, quien indica que, “el sacrificio o el esfuerzo suelen estar ligados al deporte, pero también están presentes en proyectos como estos”.

Una experiencia para paliar la brecha social y tecnológica

El CEIP Ramiro Soláns de Zaragoza es otro centro que concursa en esta iniciativa y lo hace por cuarto año consecutivo, con dos grupos de 10 estudiantes. Las experiencias anteriores, reconocen, han sido enriquecedoras para los escolares, por lo que no dudan en repetir cada año. 

Los alumnos de 5º y 6º de primaria llevan desde septiembre preparando el proyecto -dentro del horario curricular-, aunque desde el primer curso se les empiezan a introducir conceptos relacionados con la robótica o el ‘scratch’, un lenguaje de programación que sirve para crear historias interactivas. Profesores y equipo directivo se han implicado desde el primer momento, aportando su tiempo y sus conocimientos, junto a Alberto, un voluntario, que acude tres horas todos los jueves para ayudarles a desarrollar el robot.

Javier Mora, profesor y COFOTAP (Coordinador de Formación para el uso de las Tecnologías en los Aprendizajes) de este colegio, es el encargado de guiar a los estudiantes en esta andadura. Asegura que hay que apostar por todo lo que pueda servir para que estos jóvenes tengan experiencia en medios de los que no disponen normalmente: "Nuestro centro se ubica en el barrio Oliver, donde hay una brecha social y tecnológica, por lo que intentamos paliar esa brecha, que cosas que no pueden llevar a cabo en sus casas las puedan hacer en el centro, que realmente les aporten".

Proceso de creación del robot. / Javier Mora

Respecto al enfoque que ha recibido su proyecto, del que prefieren no desvelar muchos datos hasta que no llegue el momento de la competición, Mora confiesa que el tema de la energía les ha venido "como anillo al dedo" y les ha servido para "hacer una autocrítica hacia ellos mismos en el centro, ver cómo pueden mejorar los problemas y plantear soluciones reales". Este afirma que los escolares ponen muchas ganas y que realmente es un proyecto que despierta su interés por profesiones tecnológicas.

Esta edición está organizada por Ingenier@ Soy y cuenta con más de 679.000 participantes, 2.200 equipos y 32 ciudades con sedes oficiales. Por su parte, la USJ es centro promotor y organizador en la Comunidad.