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SIN SALIR DE ARAGÓN

Cómo disfrutar del otoño con los cinco sentidos

El crujir de las hojas secas, los colores de los árboles o el olor a castañas asadas son elementos imprescindibles en esta estación

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Un parque en otoño.

En el hemisferio norte -donde se sitúa España-, el equinoccio de otoño da comienzo a la estación. El pasado miércoles 22 de septiembre a las 21:21 horas comenzaba la temporada. La palabra Otoño procede del latín -autumnus- cuya raíz significa 'aumento', y está relacionado con la belleza y la exuberancia. Para los etruscos, el otoño se vinculaba al 'cambio'.

Ambas culturas coindicen. El otoño es sinónimo de cambios en la luz, en la temperatura y en las hojas. Distintos tonos de rojos, amarillos y ocres cubren los paisajes. El otoño también tiene sonido: el de las hojas secas. Tiene olor: a castañas asadas. Y sabor: a setas. Tiene tacto: el de la madera áspera. 

El otoño es una estación que se vive con los cinco sentidos. Uno de los más representativos es el que percibimos por la vista. Los colores de gama cálida, que van de los rojos más intensos hasta los amarillos más brillantes, tiñen los parajes naturales de Aragón.  

La luz artificial de las casas, calles y comercios hace que el ritmo de vida actual sea siempre el mismo sin importar la estación del año, pero no siempre ha sido así. "Antiguamente, el ser humano llevaba el mismo ciclo que la naturaleza. El invierno era momento de buscar un sitio en el que no hiciera demasiado frío, y de hacer cosas que corresponden a la estación del año", explica Jordi Pérez, guía de naturaleza.

Ejemplo del cambio que conlleva el otoño es la nueva gama de colores que adquieren las hojas al secarse. Un paso esencial para que las plantas puedan prepararse para florecer, de nuevo, en primavera. El secreto del 'pantone' -sistema de identificación del color en artes gráficas- otoñal está en la clorofila. 

"Ese pigmento verde, que ha dominado durante los meses de primavera y verano, desaparece de las hojas de las plantas caducifolias y aparecen otros pigmentos que, digamos, estaban ocultos, enmascarados, precisamente en esas hojas", señala David Fernández, meteorólogo en Aragón TV. 

Cada zona tiene sus árboles y plantas características, dando origen a un color u otro dependiendo de las variedades botánicas que predominan. "Donde haya guillomos o arces de Montpellier o cornicabras, veréis naranjas. Si vas por zonas de ribera habrá chopos y verás amarillos. En zonas de cultivo, donde hay muchas variedades y cada una tiene su genética, habrá variedad de colores", ilustra Jordi Pérez. 

La diversidad cromática que ofrece el otoño hace que fotógrafos profesionales y aficionados busquen inmortalizar los característicos paisajes. En pocas semanas, el viento hará que desaparezcan.

"Cuando los fotógrafos tenemos la suerte de ir al lugar y ver que nos coincide la luz y todos los demás parámetros, es espectacular. Los amarillos, todos los ocres... es que es una gama muy amplia dentro de esas tonalidades. El otoño estamos acostumbrados a verlo en un bosque todo otoñal y, a veces, puede estar solo en un detalle como una hoja, un tronco o en unas hojitas amarillas", comenta el fotógrafo Miguel Marqueta. 

Monasterio de Piedra (Instagram @mondepiedra).

Si se trata de escuchar, el otoño suena a agua que cae y al crujir de las hojas en el suelo. Dos sonidos que rodean a los visitantes que se acercan a disfrutar del paraje en el Monasterio de Piedra (Zaragoza). "Muchos de los árboles del Monasterio, casi la mayoría, son de hoja caduca, que, poco a poco, irán expulsando sus hojas. Se irán transformando y adaptándose para esperar esas temperaturas del invierno", explica Clara Gormedino, responsable de comunicación del Monasterio de Piedra. 

La bajada de las temperaturas marca no solo la caída de las hojas, también la temporada de migraciones. La Laguna de Gallocanta (Zaragoza) es el destino elegido por las grullas para pasar el invierno. "Dicen que es un trompeteo. Un 'grulleo', que es un sonido gutural que se oye. Muchas veces cuando vienen en migración se escuchan primero. No las ves, las intuyes primero. Luego ya ves el punto en el cielo", recuerda Javier Mañas, gestor del Albergue Allucant.

El otoño también tiene su espacio en el paladar. La estación sabe a crema de calabaza y a setas. En Aragón, también sabe a uva. La vendimia es la protagonista de estos meses. En la comarca de Calatayud, todavía se pueden encontrar racimos en la vid. Son variedades de uva de mesa, que se vende en el mercado para postre y suele aguantar hasta Navidad. 

"En todo el tema enológico es una época muy importante, porque, en una bodega, es cuando más trabajo hay. Los viticultores ya han acabado. La planta ha acabado su trabajo, ahora le toca reposar, de ahí los colores que empieza a coger. En las bodegas es cuando hay más trabajo", recalca el enólogo José Carlos Ríos.

En otoño se nota el frío. Las temperaturas son suaves, pero el cierzo llama a la puerta. "Es un cambio constante. Vamos a tener temperaturas más frías. Es la antesala del invierno. El cierzo entra con mucha fuerza y las temperaturas serán mucho más frías", explica David Fernández. 

Los labios se cortan y las manos se vuelven ásperas como las cortezas de los árboles, pero también es el mejor momento para disfrutar de la naturaleza antes de que llegue la nieve. "El turista que viene aquí busca el aire libre más que nunca. Busca paisajes bonitos y rutas para pasear. En otoño, se pone el follaje de las hojas precioso. Hay una ruta para ir a Merli (Huesca). La de Obarra es una circular que también está muy bien. Y por último, la de las brujas de Laspaúles que es muy bonita", señala Didac Larrégula, gerente del hotel La Posada del Isábena, en la localidad oscense de Roda de Isábena.

Pero si algo que recuerda a otoño es el olor de las castañas asadas. Bien lo sabe Pilar Monzón, más conocida como 'la castañera de San Miguel'. Un título bien merecido, pues lleva trabajando en la misma esquina del centro de la ciudad de Zaragoza desde 1983. "El olor de las castañas recuerda al frío del invierno y del otoño. El carbón también. A mucha gente le gusta el olor del carbón, porque es con lo clásico que se asan las castañas, y es con lo que mejor saben", apunta la castañera.  

Hasta el 21 de diciembre el otoño llenará los cinco sentidos de los aragoneses con sus colores, sonidos, sabores, texturas y olores.