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ANIVERSARIO

Calles desiertas, trajes "de marcianos" y salvoconductos: cuatro años del confinamiento por la covid-19

Un Real Decreto del Gobierno obligó a que toda la población se encerrara en casa durante tres meses. La pandemia marcó a epidemiólogos, enfermeras y, en general, a toda la sociedad

I. A. /
icono foto Las residencias sufrieron las peores consecuencias de la pandemia.

El 14 de marzo de 2020 pareció que el mundo se detenía. Un Real Decreto de urgencia confinó a toda la población española en sus casas durante tres meses. En ese tiempo, el personal sanitario tuvo que multiplicar esfuerzos para atender a pacientes que se veían atacados por un virus del que poco se conocía, pero que dejó por el camino miles de muertos en todo el país. Cuatro años más tarde, algunos protagonistas rememoran lo ocurrido en todo este tiempo. Como Teresa, enfermera de pediatría que vivió en primera persona el drama de las residencias de ancianos o su tocaya, que dio a luz a su primer hijo un 16 de marzo de 2020, cuando los hospitales aragoneses se enfrentaban a un virus de consecuencias desconocidas.

Hoy ya todo suena con eco. La COVID 19 es una enfermedad más del catálogo de la sanidad. Cuando se expandió desde China, solo los veterinarios y algún experto médico conocían lo que se venía encima. "Cuando llegó, sabíamos que, tras su primer impacto, serían necesarios dos o tres años hasta la estabilización y control del patógeno, porque virus como este circulan en el mundo animal frecuentemente y se estudian desde 1930", relata Nacho de Blas, docente e investigador en Epidemiología Veterinaria. "Solo en el siglo XXI, antes del de 2020, ha habido dos coronavirus que han puesto en jaque a autoridades y comunidad científica", añade este experto. En 2003, el Sars 1, también con origen en China, resultó ser más agresivo y letal, y su control fue gracias a que la "globalización" no estaba tan extendida en el país asiático. "Esa menor movilidad resultó fundamental", sentencia de Blas. Y en el 2013 en Arabia, otro coronavirus, el MERS, que tiene una letalidad del 30%, obligó a una rápida intervención. En este caso, "los síntomas del enfermo son muy claros y facilita su rápido aislamiento", explica el epidemiólogo.

Con el virus de 2020 se dieron dos de los factores que más complicaciones generan: un exceso de movimientos migrantes desde el país de origen y que con la covid-19 los síntomas de los enfermos no eran todos idénticos. "Que hubiera muchos casos asintomáticos fue un problema para separar a los contagiados y aislarlos", razona el también profesor del departamento de Patología Animal de la Universidad de Zaragoza.

Una película de ciencia ficción

Calles desiertas, trajes de "marcianos", salvoconductos, residencias aisladas, etc. Son escenas que Teresa Tolosana recuerda como "fotografías" de esos difíciles días del segundo trimestre del 2020. "Me sentí como si hubiera cambiado el mundo estando en el mismo sitio", rememora la actual presidenta del Colegio de Enfermería de Aragón. 

Para el recuerdo, sus vivencias en las residencias de ancianos. En su primer contacto hubo diez fallecidos entre 120 ancianos y un problema serio: "Realizamos test a todos ellos y a los que trabajaban allí y el 98% dio positivo al contacto con el coronavirus", narra Tolosana. Con ese panorama, extremar la precaución se convirtió en santo y seña de todos. "Ponerse el traje era una película, pero quitárselo era lo más complejo, porque ya estaba contaminado -recuerda la sanitaria-. Una persona se encargaba de dirigir las maniobras para no comprometer la seguridad". La soledad de los más mayores fue un duro episodio, ya que los profesionales iban "tan disfrazados" que eran incapaces de reconocerles, lamenta la enfermera. Además "sabían que podían ser contagiosos", con la intranquilidad que generaba al ambiente.

Si difícil fue este momento, también resultó agotador cuando meses después se comenzaron los test masivos. "Llegábamos a hacer 500 pruebas en 12 horas, todos los días uno detrás de otro", reflexiona. A lo que sumaban toda esa parafernalia de trajes, mascarillas y máscaras.  

Nacer con el fin del mundo a la vuelta de la esquina

"Veía las noticias del extranjero y no me preocupaba", narra desenfadada Teresa López, que dio a luz a su primer hijo un 16 de marzo de 2020. Lo tuvo sola porque su pareja "estaba un poco resfriada" y la mandaron a casa. A pesar de nacer por cesárea, recuerda que recibió el alta "a los tres días", cuando lo normal es permanecer cinco en el hospital.

El primer momento de pánico fue cuando dejó a un lado "su mundo" y enfilaron en coche el camino de vuelta casa a través de unas calles en las que le llamó la atención que "no se veía a nadie". "Como padres primerizos te preguntas, ¿Qué ha pasado aquí y que hacemos ahora?", reflexiona López. Los meses siguientes pasaron "pendientes de la crianza y no del exterior". Pero cuando esta madre pudo salir a la calle sintió "el miedo de no haberlo hecho nunca" en los dos meses de vida de su hijo.

Cuatro años después

En todo este tiempo muchas de las conclusiones que se sacan tienen una perspectiva optimista. A nivel investigador "se ha aprendido mucho por lo que ya se sabía". "Se ha avanzado mucho en los trabajos relacionados con la secuenciación genética, lo que allana el camino a futuras vacunas", razona Nacho de Blas, quien, sin embargo, destaca que gracias a las investigaciones que ya se habían llevado a cabo se pudo encontrar "una vacuna eficiente en tan poco tiempo".

Este experto en veterinaria también alaba la mejora que se ha implantado en la sociedad con "la capacidad para hacer diagnósticos clínicos individuales", gracias a los 'kit' que se venden en farmacias y reconocen individualmente patologías respiratorias como la covid o la gripe.

A la presidenta del Colegio de Enfermería le queda un "poso agridulce". "Saco cosas muy positivas de la gente y los compañeros, pero lamento que hay cosas que ya se han olvidado", denuncia Teresa Tolosana, como el respeto que tuvieron de la sociedad con su trabajo. Como De Blas, entiende que esta pandemia no será "la última", ya que "la naturaleza es el mayor la laboratorio del mundo" y cualquier agente infeccioso es susceptible de evolucionar.

En casa de Teresa López cuando levantan la vista ven a un chaval de cuatro años que nació en plena pandemia. "Todo mereció la pena y tuvimos un final feliz", rememora. "La clave de todo -asegura esta madre- fue no perder nunca la calma y saber minimizar los problemas que surgieron".