Publicidad
SOLIDARIDAD

La labor social de las cofradías más allá de tambores y capirotes

Muchos cofrades participan de manera voluntaria durante todo el año en numerosas actividades solidarias. Según la memoria presentada en 2022 en Zaragoza, se recogieron más de 18.000 kilos de alimentos y se destinaron 128.000 euros a proyectos sociales

ARAGÓN NOTICIAS /
Una persona ordena diversos alimentos donados.
icono foto Una persona ordena diversos alimentos donados.

Durante los días de Semana Santa es fácil descubrir en las calles de muchas localidades aragonesas la cara más visible de las cofradías: tambores, bombos, capirotes, cornetas o pasos escultóricos. Pero pocos conocen la otra cara, más escondida, casi invisible, y que se extiende a lo largo de los 365 días del año. Es la labor social, llevada a cabo por decenas de cofrades voluntarios, cuyo fin es ayudar y acompañar a los más desfavorecidos.  Según los datos que aparecen reflejados en la memoria de 2022 de las cofradías de Zaragoza, 851 cofrades participaron como voluntarios, se recogieron 18.657 kilos de alimentos, 6.776 productos sanitarios, y se destinaron 128.268 euros a diversos proyectos y acciones sociales.

El vicepresidente de la Junta Coordinadora de Cofradías de Zaragoza y vocal de Obra Social y Formación, Alfonso Latorre, explica que estas cifras son las recogidas por todas las cofradías en su conjunto, sin especificar lo que hace cada una, ya que hay cofradías "con 1.500 hermanos y otras con 100 o menos". "No todos ellos tienen el mismo nivel económico o disponibilidad, y lo que nos importa es la labor que se hace en conjunto y darla a conocer", subraya.

Los principales beneficiados de esta labor son "familias en situaciones desfavorecidas, niños o mayores". Además, colaboran con numerosas instituciones e iniciativa sociales, "como el Banco de alimentos, Cáritas, comedores como el del Refugio o el del Carmen, obras asistenciales, residencias, el servicio de voluntariado en los hospitales Clínico y Miguel Servet, o con la pastoral penitenciaria", explica el vicepresidente de las cofradías zaragozanas.

Latorre sostiene que las cifras que se consiguen en esta la labor social "no son como para tirar cohetes", pero sirven para cubrir "primeras necesidades", y hacer "mucho acompañamiento", así como para ayudar a hacer trámites y papeles, como se ha hecho con refugiados ucranianos. Y añade: "El acompañamiento no alimenta el estómago, pero sí el espíritu y las ganas de seguir vivo y seguir adelante". 

Lunes de caridad

La Cofradía de la Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro, conocida popularmente como La Piedad, lleva a cabo diversas acciones sociales, entre las que destaca la denominada Lunes de caridad. Consiste en que, al menos, tres lunes al mes personas que necesitan ayuda acuden al piso que tiene la entidad en la capital aragonesa. "Nos cuentan sus necesidades, comprobamos su situación, visitamos también sus casas y tratamos de darles una solución", detalla Pedro Cía, Hermano Mayor de La Piedad. 

La ayuda que presta esta cofradía se remonta casi a sus orígenes, cuando procesionaba por el antiguo barrio zaragozano de El Boterón, que se ubicaba en la parte trasera de la Catedral de La Seo. "La cofradía se fundó en 1937 y en 1938 se hizo una procesión en el barrio de El Boterón, en el que había mucha gente pobre, muchos de raza gitana, y estaba repleto de mujeres solas por la guerra, con muchos niños a su cargo. Es lo que inspiró a emprender la labor social", comenta Cía.

Brecha digital

Con el tiempo, esa ayuda se ha ido adaptando, como subraya el Hermano Mayor de La Piedad: "Seguimos atendiendo a madres que se han quedado solas a cargo de sus hijos, porque los maridos se han ido, pero también tratamos de abordar la brecha digital de familias en apuros, que no cuentan ni con un ordenador en casa, y estamos haciendo mucha incidencia en ello".

Esta cofradía también se solidariza con la situación de los reos y cada año solicita al Consejo de ministros el indulto de uno. "Colaboramos con Instituciones Penitenciarias, ayudamos a la reinserción de presos, y nos presentan una terna de aquellos que están en tercer grado. A veces elegimos a uno de ellos o a los tres, porque es muy difícil decir que no", manifiesta Pedro Cía, quien al mismo tiempo recuerda que se trata de una medida de gracia del Gobierno. "Desde 1994 hasta 2019 se ha indultado ininterrumpidamente a un preso, pero durante la pandemia se ha parado, quizá porque el Gobierno ha entendido que no ha habido procesiones y entonces no tocaba", concluye.