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DÍA DE LA LENGUA CHINA

El Instituto Confucio: un puente entre dos culturas que impulsa vínculos sociales y empresariales

La pujanza del país asiático impulsó la creación hace siete años del Instituto Confucio de Zaragoza. Ha formado a más de 5.000 personas y ha fortalecido la relación entre ambas culturas. Este sábado se celebra el Día Mundial de la Lengua China

S.C.G. /
Una profesora enseña chino. / Europa Press
icono foto Una profesora enseña chino. / Europa Press

Este sábado se celebra el Día de la Lengua China, uno de los dos únicos idiomas que superan los mil millones de hablantes en todo el mundo, junto al inglés. A este peso lingüístico y cultural se une la pujanza económica, tecnológica y empresarial del país asiático que ha despertado el interés por aprender el idioma como una puerta de acceso para establecer relaciones entre ambas partes del planeta. 

El Instituto Confucio, vinculado a la Universidad de Zaragoza, tiene la finalidad de ser un puente entre ambas culturas. Su labor es establecer vínculos de relación cultural, laboral o empresarial, pero también, impulsar la transferencia del conocimiento que se genera en la Universidad de Zaragoza, que ya está asociada a distintas universidades chinas. Más allá de aprender la lengua, pero tomando este aprendizaje como base, desde este centro se han creado patentes y se han establecido sinergias que han generado importantes operaciones empresariales e investigadoras

El Instituto Confucio, que es un equivalente al Instituto Cervantes, se creó en 2017 y, desde entonces, las matrículas superan las 5.000. En el curso 2023-2024 han llegado a las 900. Rafael de Miguel dirige este organismo de la Universidad de Zaragoza que se ha convertido en un referente en España y en Europa como un centro para establecer y fortalecer los vínculos con China. En Aragón viven más de 6.000 chinos.

Como explica de Miguel, el Instituto Confucio no es una agencia del Ministerio exclusivamente, "implica a universidades de China y de Zaragoza" y esa es la clave que ha permitido abrirse a todo tipo de intercambios académicos, de cultura o científicos. Es de destacar, como se ha reconocido desde Pekín, "la conexión con el tejido empresarial" que ha generado este Instituto. 

En el centro se forman ingenieros y trabajadores que desarrollan su labor en diferentes ámbitos de investigación con China al más alto nivel. "Es un agente privilegiado en la conexión con empresas", señala su director. Para traducir esta labor, se puede hablar de empresas como BSH que tienen en China más de 15.000 trabajadores, así como que existen importantes vínculos con otros fabricantes como el Grupo Fersa, presente en más de cien países, o con Cablescom, ubicada en el polígono zaragozano de Malpica y propiedad del grupo chino Hengtong. Es decir, los conocimientos adquiridos en este instituto se exportan al país asiático y, a la vez, revierten en las relaciones con empresas chinas asentadas en Aragón. 

El sector de la automoción, que representa más de un 6% del PIB de la Comunidad Autónoma, pone el foco en las relaciones con el país asiático, sin olvidar que "el 37% de la producción del mundo de baterías de coches eléctricos está en manos de cuatro o cinco empresas chinas", incide Rafael de Miguel. 

Aprender chino sirve, por tanto, como palanca de desarrollo económico y empresarial. Como subraya de Miguel, "demostrar interés por la cultura china con el aprendizaje de la lengua, se interpreta allí como una señal de respeto", algo que en la cultura china tiene un peso específico

El país oriental ha reconocido la labor de la Universidad de Zaragoza en cuestiones tecnológicas; de hecho, es la institución española con más influencia en su relación con China, lo que ha quedado de manifiesto con la concesión del doble grado de Ingeniería Eléctrica y el Centro de Investigación Conjunta. Además, el Instituto Confucio de Zaragoza asesora al Ministerio de Exteriores para la relación entre China y España.  

La Universidad de Zaragoza es el único centro oficial para examinarse de mandarín. La plantilla cuenta con 15 profesores nativos que cubren una demanda que ya existía. "Se dio respuesta tanto a los alumnos autodidactas, como a aquellos que han aprendido oralmente la lengua pero desconocen la escritura china o a la población china que quiere conocer y mantener sus raíces", explica de Miguel. 

El liderazgo de Aragón en sectores como la automoción, la logística o las renovables despierta un interés que demostró la visita de Yao Jing, embajador de la República Popular China, en la celebración del Año Nuevo Chino del Dragón.  Además, se ha generado "un interés que ha sido rentable", apunta el director del Instituto Confucio. Los jóvenes que empezaron a estudiar hace siete años, ahora están matriculados en diferentes materias de investigación que pueden fructificar en futuros proyectos. 

La demanda del chino en academias sigue aumentando

La demanda para aprender chino no deja de crecer y son muchos los centros educativos y academias en Zaragoza en los que también se imparten clases de mandarín. Para entender la complejidad de este idioma, basta saber que cada vocal tiene cuatro maneras de pronunciarse

En la Academia Anayet de Zaragoza imparten clases de chino a una decena de alumnos que tienen entre 9 y 13 años. Son todos españoles y, según subraya uno de los socios de este centro, Javier Sánchez, la elección es libre y "lo hacen por decisión propia"

Lo más difícil cuando se empieza a estudiar el chino es adaptarse al cambio cultural que implica la lengua china, porque "nos expresamos de otra manera",  asegura Sánchez. A diferencia de otros idiomas, como el francés o el inglés, que tienen una raíz común con el español, el chino abre "una brecha cultural" mucho mayor que, en principio, provoca más distancia. 

La dificultad para aprender chino, apunta Javier Sánchez, no radica tanto en aprender la escritura como en entender qué es lo que se ha querido expresar. Se trata de una lengua melodiosa, por lo que el uso de las canciones y de la música ayuda a aprenderla.

Encontrar profesores nativos es uno de los retos para las academias. Como asegura el socio de Anayet, es necesario que en ellos se combine la capacidad de enseñar, la formación y un buen nivel de conocimiento de la propia lengua: "Saber un idioma no tiene por qué suponer que se sepa enseñar". 

En principio, los alumnos no buscan un título, sino una continuidad en el idioma. Se familiarizan con el chino y, si a los 13 años pasan al siguiente nivel, "es ahí cuando ya buscan conseguir una titulación".