Una nueva final en Villarreal

Una nueva final, el conjunto oscense se ha acostumbrado en este final de temporada a que todos sus partidos sean a vida a muerte. Los alto aragoneses disputan este sábado el que quizá sea el último tren con destino a Primera División.

El Huesca llevaba presidiendo el puesto de colista desde la jornada ocho de forma consecutiva, pero no por falta de ganas o de ambición. El pasado miércoles el conjunto azulgrana abandonó la posición de farolillo rojo gracias a su victoria frente al Eibar, plaza ocupada ahora por el Rayo Vallecano. Ser el nuevo en la competición a veces pasa factura y el equipo oscense ha sufrido la novatada lo que ahora le obliga a sumar en todos sus partidos una victoria si quiere lograr la salvación. 

El equipo entrenado por Francisco Rodríguez lleva cuatro empates y una victoria en las últimas cinco jornadas, un botín escaso si observamos que los azulgranas han podido ganar en todos estos partidos. Quién sabe donde estaría ahora sí uno de estos partidos se hubiesen saldado con victoria, pero ahora mismo no valen los lamentos, desde las 18:30 el Huesca debe ganar en Villarreal. Como dato positivo al que agarrarse para el conjunto aragonés es que llevan tres partidos seguidos sin encajar gol, exactamente como ocurrió en aquellos siete de nueve en febrero. Hoy, deberá volver a dejar la portería a cero para poder tener posibilidades de llevarse el encuentro en Villarreal, un equipo castellonense que en caso de lograr la victoria sellaría prácticamente su salvación.

Francisco Rodríguez reconocía este sábado que el Villarreal “exige demasiado, tiene gente arriba muy desequilibrante y Cazorla maneja el juego como quiere”. Y añadía que le preocupa el buen estado de forma con el que llegan los jugadores rivales “en buena dinámica y que estos sean capaces de sacar a relucir todo lo bueno que tienen”. De su equipo destacaba que Javi Galán está preparado para jugar el partido y que sus jugadores están muy ilusionados, tanto que “están con hambre de entrenar al día siguiente de jugar un partido”. A pesar de este optimismo, reconocía que en caso de perder se “acortarían las posibilidades de salvación”, por lo que “no podemos ir a otra cosa que no sea ganar”.