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SANIDAD

Una de cada cinco personas sufre dolor crónico: "Desde 2018 solo he tenido un día sin dolor"

La unidad específica del hospital Obispo Polanco de Teruel atiende a unos 3.000 pacientes y es una de las 180 que hay en España. El programa Objetivo, de Aragón TV, profundiza en este asunto, a partir de las 13:25 de este sábado

ARAGÓN NOTICIAS /
La Unidad del Dolor del hospital Obispo Polanco de Teruel atiende a unos 3.000 pacientes.
icono foto La Unidad del Dolor del hospital Obispo Polanco de Teruel atiende a unos 3.000 pacientes.

Una de cada cinco personas en España sufre dolor crónico. Un molesto compañero de viaje que nunca se va. Las mujeres son las que más padecen este tormento. Hace tan solo 50 años que empezó a estudiarse el dolor como enfermedad y en ese instante comenzó una carrera contrareloj para aliviar a las pacientes. De momento, en España se han abierto 180 Unidades del Dolor. Los especialistas luchan por que los 800 hospitales públicos cuenten con una. El programa Objetivo, de Aragón TV, analizará este asunto el sábado, a partir de las 13:25.

Desde las Unidades del Dolor se trabaja para paliar esta enfermedad invisible. Sus armas son los fármacos, las técnicas experimentales y dosis de psicología para sostener a los pacientes que, día tras día, rabian con su dolencia. Quienes lo sufren aseguran que la vida con dolor crónico es una "no vida", un "castigo" que en muchos casos sufrirán para siempre y con el que deben aprender a convivir. 

La Unidad del Dolor del Obispo Polanco atiende a unos 3.000 pacientes que buscan alivio para un dolor que no se va. Desde que el anestesista Fernando Murciano y su equipo se pusieron al frente, hace ahora nueve años, han conseguido mejorar la cartera de servicios que ofrece el hospital turolense. Han pasado de recetar fármacos a realizar distintas técnicas en quirófano con buenos resultados.  

"Es algo similar a lo que hacen los dentistas cuando hay un dolor dental. Ponemos una mínima dosis de anestésico local con el objetivo de dormir ese nervio. Si el origen del dolor es este, mientras al paciente le dure el bloqueo no va a tener dolor. Van a estar bien", explica Murciano. 

El dolor alerta al ser humano de que está en peligro y que debe reaccionar. Desde que los nociceptores reciben el estímulo, se desencadena un mensaje para el cerebro. Después, una señal eléctrica vuela hasta la médula espinal y distintos procesos químicos la elevan al tálamo, donde se identifica la zona dañada y la intensidad. Y, ya de bajada, se produce una reacción emocional y procedemos a evitar la fuente del dolor. 

¿Pero qué ocurre cuando esa sensación no remite? ¿Cómo se vive cuando las compuertas del dolor no se cierran? "Bueno, mientras mi cabeza esté bien.... Tengo muchas carencias de salud, de dolor crónico, de artrosis, de carencias pulmunares, ahora además pendiente de dos prótesis... Soy un cuadro", cuenta Cristina Sánchez, una de las pacientes. En su caso, una lesión de rodilla a los 40 años fue el princio del dolor sin fin. La artrosis le cambió la vida, tanto que incluso le obligó a dejar de trabajar. "El dolor crónico es horrible. Hay que vivirlo, como todo en esta vida. Te quita las ganas de vivir. Cuando hay suicidios por dolor crónico, me lo creo", añade. 

Médicos de distintas especialidades en contacto

En el Obispo Polanco es habitual que se consulte con otros especialistas de forma directa. De hecho, todos los médicos que pueden aportar algo a los pacientes del dolor se reúnen una vez al mes para analizar los casos más complicados. "Este hospital es pequeño y el contacto con otras especialiades es más fácil. Si un paciente necesita una técnica compleja más rápida puedo llamar al compañero, subirme a su consulta y resolver de forma más rápida. O si un paciente necesita ayuda psicológica puedo subirme con los compañeros de psiquiatría para abordar ese tema. Debe haber un manejo global y multidisciplinar de estos pacientes porque es lo que funciona", detalla Ignacio Guallar, médico especialista en Rehabilitación en el Hospital Obispo Polanco.

"No es dar una pastilla y ya está. Muchas veces es dar un antiflamatorio, neuroreguladores, antiodepresivos. Hay que actuar por distintas vías. Y luego higiene del sueño, alimentación... Todo influye", concreta Daniel Sagarra, adjunto de Neurología en el hospital turolense.

Gran parte de las dolencias crónicas están en las articulaciones  

Osteoporosis, enfermedades reumáticas, fibromialgia... Gran parte de las dolencias crónicas se localizan en las articulaciones o en la espalda. En la mayoría de los casos, el dolor tiene rostro de mujer. Ellas son el 59% de los nueve millones de pacientes que hay en España. Su dolor se mide en una escala del 1 al 10. Es la difícil tarea de medir de manera objetiva una percepción subjetiva. "Es muy subjetivo. Tenemos otras escalas como cómo modifica tu vida o escalas de cómo tienes el dolor. No es lo mismo un dolor de espalda que un algia facial -explica el anestesista Fernando Murciano-. Una neuralgia del trigémino que se llama también neuralgia suicida. Creo que es uno de los peores dolor imaginables para el ser humano". 

Noemí López padece dolencia de trigémino, neuralgia de Arnold y migraña.

Noemí López tiene 34 años y en 2018 le diagnosticaron dolencia de trigémino combinada con nueralgia de Arnnold y migraña. "Fue de repente. Me quedé bloqueada, se me durmió la cara y fuimos a urgencias y ya me diagnosticaron", cuenta, al tiempo que asegura que esto le cambió la vida. "Desde 2018 solo he tenido un día sin dolor. Es como si llevara un enano en una mochila torturándote sin ningún tipo de patrón", añade. 

En el caso de María Jesús Cuartero, ella lleva ya 10 años con dolor constante. "Además tengo crisis de calambrazos, martillazos... Es como si tuviera una fiera rabiosa dentro", detalla. Tanto a ella como a Noemí, el simple roce de un beso les supone un sufrimiento. Pero también peinarse, masticar, el frío, el viento, el calor... Dicen que viven con un dolor constante de cuatro sobre 10. Aunque cuando llega la "fiera" -como se refieren a sus crisis-, el dolor se eleva.

Y en su búsqueda de alivio, ambas han probado numerosos fármacos. "Ahora estoy con una combinación de tres medicaciones. Es cuestión de ir probando. Al principio, parace que hace efecto y luego el cuerpo se acostumbra a la medicación y se estabiliza", cuenta Noemí. "No he tenido una medicación que me solucione totalmente, pero tomas la que te permite hacer una vida normal", añade. 

El 22% de los pacientes con dolor crónico sufren también depresión

Pero cuando la enfermedad pasa a ser el centro de la vida, esto puede convertirse en un problema mental. El 22% de pacientes con dolor crónico padecen también depresión y el 26%, ansiedad. Para María Jesús, escribir o pintar se han convertido en una vía de escape. En el caso de Noemí, esta se refugia en meditar o jugar con su hijo. Controlar la mente se convierte en la única herramienta de la que disponen los pacientes. Está comprobado que distraer al cerebro del dolor funciona, aunque resulta complicado.

Además del sufrimiento que acarrea para pacientes, familiares y amigos, el coste del dolor crónico se traduce en euros. Estos pacientes realizan tres veces más visitas al médico que la media. Lo mismo que a las urgencias. A esto se suma toda la medicación que toman. De forma indirecta, el 30% de los pacientes con dolor crónico tienen que permanecer de baja. La cuenta en España asciende a más de 16.000 millones de euros.

"Hace falta un plan estandarizado y que sea común para todo el país, una especialización en dolor. Médicos trabajando de diferentes disciplinas. Las Unidades del Dolor tienen que ser multidisciplinares, pero a tiempo completo. Y luego hay que educar al paciente: dedicar tiempo para formar e informar a los pacientes para que tengan estrategias y aprendan a vivir mejor a pesar del dolor", explica María Dolores Cortés, presidenta de la Asociación Aragonesa del Dolor.