Publicidad
TECNOLOGÍA

Los gemelos digitales pueden cambiar la agricultura para ver cuánto, cómo o cuándo sembrar

El I3A elabora representaciones digitales del campo aragonés para predecir su funcionamiento y mejorar el rendimiento de las cosechas ante diferentes escenarios

T. P. A /
Los gemelos digitales favorecen una mayor rentabilidad de los cultivos. / Canva
icono foto Los gemelos digitales favorecen una mayor rentabilidad de los cultivos. / Canva

Mirar al cielo o ver hacia dónde sopla el viento para saber si es buen momento para sembrar o regar es una buena técnica, pero puede tener los días contados. Los gemelos digitales ofrecen la posibilidad de representar de forma virtual un espacio real, como una parcela de un campo, y aplicar las variables conocidas (viento, humedad, temperatura...) para generar los distintos escenarios que pueden darse. En eso trabaja el Instituto Universitario de Investigación de Ingeniería de Aragón de la Universidad de Zaragoza (I3A).

"Hacemos simulaciones para saber qué pasa si riegan en un momento determinado, si ponen más abono o menos, si plantan más, etc. Simulamos esas posibilidades y vemos los resultados antes de hacerlo. De esta forma, la toma de decisiones es más fiable, aunque siempre hay margen de error", explica el investigador Javier Zarazaga. 

Este estudio, que forma parte del proyecto "GEDEFEC Fase III" (AEI-010500-2023-182), financiado por AAEEII del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, y la Unión Europea – Next Generation EU, busca, entre otras cosas, saber cómo con la mínima inversión se obtiene el mayor beneficio o rentabilidad a una parcela

Aplicado a otros sectores, vendría a ser lo mismo que emplear este modelo en una fábrica de automóviles, en la que sabiendo el desgaste y vida útil que tienen las piezas de la maquinaria, el gemelo digital se adelanta al momento de rotura, de forma que se prevé con margen de tiempo el momento en el que debe repararse o cambiarse cada elemento.

El cambio climático, un problema para el campo y la tecnología

La parte más complicada de estos simuladores es incorporar los datos, que en el caso de la agricultura aragonesa, no son fáciles de obtener. "Es difícil conseguir datos históricos de laboreo, es decir, de cuándo se ha cosechado y sembrado, por ejemplo. En el mejor de los casos esa información la tienen las cooperativas en sus ordenadores o los propios agricultores, aunque en muchos casos están en papel, lo que dificulta el proceso", indica el experto.

Desde el I3A trabajan en la predicción del comportamiento de los frutos secos de cáscara, como el pistacho y la almendra. A la dificultad de conseguir datos históricos se suma también la variabilidad climática, fruto del cambio climático, como expone Zarazaga: "No podemos predecir lo que pasará en base a la información que tenemos del pasado, como se hacía hasta ahora, porque ya no sigue el mismo patrón. La tecnología 'aprende' de lo anterior, pero podemos representar modelos específicos, como qué pasaría en caso de una sequía extrema, por ejemplo". 

Aunque la precisión de dichos modelos es inferior, los agricultores tienen una idea de cómo va a reaccionar el campo ante determinados sucesos. "Lo ideal es predecir con el 100% de exactitud, pero sin estos modelos esa previsión sería del 0% y de esta forma puede ser de un 60%, aproximadamente", justifica el investigador. 

De momento, ya tienen algunas versiones experimentales. La próxima etapa del estudio consistirá en ampliar la simulación: "Que cada agricultor pueda poner el código de la PAC de su campo y que el programa ya cuente con los datos de la zona, que ha extraído de Aemet o de algunos satélites, de forma que solo tenga que incorporar algunos datos".