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RELACIONES INTERNACIONALES

La influencia de Asia en Aragón: gastronomía, cultura e idiomas como puentes entre dos culturas

Actualmente viven en la Comunidad más de 6.000 ciudadanos chinos y casi un centenar de japoneses. Su influencia queda patente en los negocios que han abierto, como restaurantes o academias de idiomas

TERESA P. ALBERO /
Más de 6.000 chinos viven en Aragón. / Canva
icono foto Más de 6.000 chinos viven en Aragón. / Canva

Restaurantes, bazares, salones de belleza, autoescuelas, clases dirigidas... La cultura asiática es ya un elemento más en Aragón y lo impregna todo. Está tan presente en las tres provincias que se podría viajar por Asia sin salir de la Comunidad. Comer 'sushi' en un restaurante japonés, aprender chino en uno de los cursos que oferta el Instituto Confucio, practicar Kung-fu, aprender los bailes de moda en el universo K-Pop o relajar la mente en un templo budista, todo eso es posible en un día y sin coger ni un solo vuelo. 

La influencia asiática está especialmente representada por los 6.129 chinos que viven actualmente en Aragón, la mayoría, 5.481, en Zaragoza, y que este sábado 10 de febrero celebran el Año Nuevo chino. Tradicionalmente, su área de influencia se ha limitado a la gastronomía en restaurantes, la venta de toda clase de objetos en bazares o los locales de estética, pero en los últimos años su presencia se ha multiplicado y forman parte de todos los ámbitos sociales. Este sábado a las 13:20, algunos de estos testimonios los va a recoger el programa Objetivo Aragón TV.

Quinya Wang es el ejemplo de que el tesón y el esfuerzo dan sus frutos. Dejó China hace 23 años y se instaló en la capital aragonesa, donde después de trabajar como camarera, decidió montar su propio restaurante: Casa Pan. "Cuando vine el idioma era un problema. No entendía nada. Ahora, con el móvil y el traductor es más fácil. Antes siempre usaba el diccionario y era muy difícil comunicarme", señala.

Tan adaptada a la cultura aragonesa está que descarta por completo volver a vivir a su país de origen: "Si mis hijos quieren irse, que lo hagan. Yo me quedo aquí. No me muevo". 

Quinya Wang en su restaurante Casa Pan. 

Actualmente, la comunidad china, gracias en parte a las nuevas generaciones, ha abierto el horizonte laboral. Xinte Wang pisó Aragón por primera vez hace 24 años. Aquí conoció a su mujer, con la que tiene dos hijos. Fundó su propia academia de chino para acercar su cultura a los aragoneses y una autoescuela para sus compatriotas. "Antes, la gente decía que el chino no se integraba. No es que no quisiéramos, es que no podíamos. No sabíamos el idioma. No me podía explicar ni hablar. Ahora, cada día hablamos más español y ya conocemos la cultura", indica el también presidente de la Asociación para el Desarrollo Amistad y Cooperación España-China. 

En esa tarea de acercar ambas culturas también trabaja el Instituto Confucio, ubicado en Zaragoza. "Los chinos son aragoneses y son parte de nuestro vecindario. Es nuestra labor establecer vínculos de relación cultural. China también crea puestos de trabajo aquí", comenta Rafael de Miguel, director del organismo, equivalente al Instituto Cervantes. Desde que abrió hace siete años ha recibido a 5.000 estudiantes, muchos interesados en los cursos oficiales de mandarín que ofertan. 

“La gente estudia chino porque la cultura china es una cultura fascinante, apasionante, que llama la atención por lo exótico, porque cada vez hay más referentes culturales en Occidente y porque es una ventana de oportunidades para el trabajo, para el empleo y para el comercio", subraya el director. 

Japón, mucho más que 'sushi'

A más de 13.000 kilómetros de distancia, está Tokio, la capital de Japón. A pesar de la distancia, su influencia también está patente en Aragón y eso que hay menos de un centenar de japoneses en la Comunidad. Con todo, la cultura del país nipón tiene tirón entre los aragoneses. De eso se encarga la Asociación Cultural Aragón-Japón que preside Kumiko Fujimura. Lleva más de 30 años en España, gran parte de ellos en Zaragoza, mostrando el arte, gastronomía y tradiciones de su país natal: "Antes había muchas preguntas porque había poca información. Ahora la gente sabe mucho de Japón gracias a internet". 

Ese aprendizaje constante sobre el país ha hecho que el interés crezca entre los aragoneses, sobre todo a nivel gastronómico. "Me preguntan mucho sobre cosas como dónde comer ramen, dónde visitar un museo con una exposición de un autor concreto o cómo hacer recetas caseras de comida tradicional", asegura Fujimura.

Su trabajo también está enfocado a la difusión de Japón. Esta japonesa de corazón maño da clases de pintura tradicional 'sumi-e' -tinta negra o tinta china-. "Es relajante. Se muestra la naturaleza de una forma más simplificada y espiritual", explica. De hecho, hasta el 23 de febrero puede conocerse su obra en el edificio de la UNED de Calatayud, donde expone 40 dibujos junto a otros de sus alumnos. 

Esta y otras actividades, como aprender a tocar tambores japoneses, talleres de papiroflexia o cuidado de bonsáis, son los reclamos de la Asociación Cultural Aragón-Japón.

Obra de Kumiko Fujimura.

Parte de la cultura japonesa se relaciona con el arte 'Kawaii', que podría traducirse como bonito o adorable. En 2023, el Museo Pablo Gargallo apostó por una exposición integral con esta temática, comisariada por Alejandra Rodríguez Cunchillos, en la que participaba la artista zaragozana Ira Torres. Por la muestra pasaron 9.000 personas, lo que da buena cuenta del interés que despierta este arte. "Creo que Aragón tiene una conexión especial con Japón desde hace mucho tiempo. De hecho, aquí tenemos una de las colecciones de arte de Asia Oriental más grandes de España, impulsada por Federico Torralba", señala la artista. 

Su peso en la sociedad aragonesa es cada vez más patente. "Desde hace no tanto hay una sección especial de manga en la Casa del Libro", apunta Torres sorprendida. Esa misma emoción suscitan sus obras, que ella misma cataloga dentro del 'vapor wave', un discurso estético del mundo digital: "Recopila elementos que pueden venir de las esculturas del renacimiento, pasando por el interiorismo del Miami de los años 80 con una estética muy digital y colores muy saturados. Habla de la nostalgia y surge en los 2000", señala. 

De esa pasión nace, por ejemplo, uno de sus proyectos, que tras inaugurarse en Zaragoza llegará en breve a Barcelona. Se trata de un trabajo colaborativo con otros artistas donde revisitan la 'Game boy' tan típica en los años 90.