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SOCIEDAD

Comunidades de vecinos con piscina: de prohibir su uso a los morosos a atraer a bañistas indeseados

La introducción en el agua de grandes hinchables o el inclumplimiento de los horarios son algunos de los principales problemas de las urbanizaciones que disponen de estas instalaciones

ARAGÓN NOTICIAS /
El uso de las piscinas comunitarias es uno de los principales focos de discrepancias en las urbanizaciones. / Canva
icono foto El uso de las piscinas comunitarias es uno de los principales focos de discrepancias en las urbanizaciones. / Canva

En las promociones de viviendas de obra nueva, las piscinas suponen uno de los principales reclamos para los futuros propietarios. Pero esta instalación también puede llegar a ser uno de los focos de disputas entre ellos y su puesta en marcha puede atraer, además, a bañistas indeseados. Desde 2022, tras la reforma del artículo 21 de la Ley de Propiedad Horizontal (LPH) por la Ley 10/2022, de 14 de junio, las comunidades tienen permitido prohibir su uso, así como el de cualquier otra instalación no esencial -como una pista de pádel- a los propietarios morosos.

"Ahora, los vecinos pueden acordar impedir el baño en la piscina a quienes no estén al corriente de pago, aunque en la práctica es complicado, porque son los propietarios los que tienen que encargarse de vigilar y, normalmente, se trata de comunidades grandes en las que no todo el mundo se conoce", explica Antonio Calvo, responsable de Fincas Romareda y miembro del Colegio de Administradores de Fincas de Aragón.

"En una comunidad que ya esté constituida y funcionando, si en los estatutos no hay nada establecido previamente, ningún propietario estaría exento de pagar por su mantenimiento, incluso aquellos vecinos que no fueran a hacer nunca uso de las instalaciones", explica Calvo. Al contrario, en caso de tratarse de una piscina de nueva construcción, al ser considerada una mejora y no un elemento necesario, los vecinos no estarán obligados a participar en el gasto si la derrama supera al importe de doce mensualidades del pago de la comunidad ni tendrán que sufragar su mantenimiento, "aunque tampoco podrán disfrutar de ella", aclara Calvo. 

"Los problemas más usuales en las comunidades de propietarios con piscina son los relacionados con el incumplimiento de las normas de uso de las mismas, como la introducción de grandes hinchables y colchonetas, los juegos con globos de agua, la aparición de restos de comida o demasiados invitados en algún cumpleaños", enumera la administradora Pilar Antorrena, de Fincabase. A estas molestias también se suman "no respetar los horarios de apertura y cierre, los botellones, algunos actos vandálicos o gente que no utiliza las duchas antes de bañarse", agrega Antorrena. 

Para María Parra, vecina de una urbanización situada en el barrio del Actur de Zaragoza, disponer de una piscina comunitaria es un "privilegio". "Y más en verano, con las altas temperaturas en Zaragoza", subraya. Pero, a pesar de sus bondades, asegura que cada año teme el momento de su puesta en marcha: "La terraza de mi piso da a la piscina y vivimos situaciones rocambolescas e incívicas".

"El año pasado, a alrededor de las 6:00 horas, un grupo de unos 15 jóvenes accedieron al recinto, alguien se lo permitió, y se bañaron, muchos vestidos y armando un gran alboroto que me despertó. Afortunadamente, no ocurrió nada, fue una 'chiquillada' y estuvieron diez minutos", cuenta Parra, quien recuerda también: "En otra ocasión, sobre la medianoche, un grupo saltó la verja de seguridad y tuvimos que llamar a la Policía". "En las noches tropicales, a pesar de que el horario de la piscina finaliza a las 22:30 horas, hay personas que se bañan de madrugada, algo que no me importa y puedo comprender, eso sí, si no hacen excesivo ruido", asegura.

Visitas inoportunas

"El mayor problema que tenemos actualmente es el acceso de gente externa a la comunidad", cuenta Iker Artola, presidente de una urbanización en Cuarte de Huerva. "Tenemos dos piscinas, pero se quedan pequeñas para el volumen de vecinos que hay, por lo que si, además, se suman otros ajenos, aquí no cabemos", indica.

Para solventarlo, Artola señala que están pensando implantar un sistema de acceso mediante pulseras, el mismo que, desde hace dos años, está en marcha en la comunidad de Antonia Pérez, ubicada en el barrio oscense de Los Olivos. "Siempre hemos bajado a la piscina y hemos disfrutado de la zona de césped, de la de merendero y de la propia piscina. En los últimos años, era casi imposible hacer uso de esta zona común. Siempre estaba llena, no había hueco para las toallas y era difícil conocer a alguien de los que estaban allí", apunta Pérez.

Ante esta situación, los vecinos aprobaron en 2021 cambiar la cerradura y las llaves de acceso al recinto por unas pulseras con un chip y un cierre especial con torno. "Se ha notado que ha bajado la afluencia, sobre todo de grupos muy numerosos de chavales que ocupaban el césped, no respetaban las normas y ocupaban toda la piscina, además de no respetar los horarios".

Pulsera utilizada en una comunidad de vecinos del barrio de Los Olivos, en Huesca, para acceder a la piscina.

"Ahora da gusto estar. Todos los vecinos coincidimos en que ha habido varios veranos en los que no bajábamos a la piscina porque era horroroso. No es justo no poder disfrutar de algo por lo que pagas y que se lucren otros", concluye Pérez.