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SEGUNDA VUELTA

Chile elige presidente entre dos propuestas totalmente enfrentadas

El ex-líder estudiantil de izquierdas Gabriel Boric, 20 años más joven que su oponente, el ultraconservador José Antonio Kast, parte con ventaja en los sondeos

ARAGÓN NOTICIAS /
Una mujer vota hoy en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en la comuna Macul de Santiago (Chile). / EFE
icono foto Una mujer vota hoy en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en la comuna Macul de Santiago (Chile). / EFE

Más de 15 millones de chilenos están llamados a votar este domingo en las elecciones a la presidencia más inciertas y trascendentales en décadas, a las que concurren el ex-líder estudiantil de izquierdas Gabriel Boric y  el ultraconservador José Antonio Kast, las dos propuestas posiblemente más dispares entre sí desde el retorno del país a la democracia en 1990.

Los últimos sondeos otorgan una ventaja de hasta 14 puntos a Boric, vinculado a las demandas sociales emanadas en las revueltas de 2019 y defensor de un Estado de bienestar similar al europeo, aunque los expertos aseguran que el panorama es muy incierto, se peleará voto a voto y el resultado dependerá de la participación, que en la primera vuelta, en la que Kast aventajó en dos puntos a su oponente, apenas llegó al 50% del censo.

Anticipándose incluso al cierre de la jornada electoral, el candidato ultraderechista ya ha advertido de que en caso de que la diferencia entre ambos líderes sea inferior a los 50.000 votos, está decidido a acudir a los tribunales.  

"Es una elección estrecha, tenemos que esperar el resultado que emite el Servel (Servicio Electoral), pero si es muy estrecho, claramente los apoderados de mesa tienen un rol y esto podría llegar a resolverse en tribunales electorales", ha apuntado nada más depositar su voto en Santiago. 

Dos visiones contrapuestas

José Antonio Kast es un ferviente católico de 55 años que busca mantener el modelo neoliberal actual con leves cambios, bajar impuestos, afrontar con mano dura la migración irregular y quiere devolverle a Chile "la paz perdida" tras las revueltas de 2019. Además, es contrario al matrimonio gay y a todas las formas de aborto.

"Para mi sería un gran honor dirigir los destinos de la nación. Existen diferencias legítimas, pero hay que trabajar por el dialogo y el reencuentro y eso se hace en base a la justicia, al orden y a la seguridad", ha asegurado Kast, quien cuenta con el apoyo de la derecha oficialista.

Diputado durante 16 años y militante por dos décadas en la Unión Demócrata Independiente (UDI), sus principales apoyos están en el norte, donde existe desde hace meses una crisis migratoria tras la llegada de miles de venezolanos, y en el sur, donde hay un histórico conflicto territorial entre el pueblo mapuche y varias empresas forestales.

Veinte años menos tiene su contrincante Gabriel Boric, con la edad mínima (35) para optar al cargo según las leyes chilenas. El líder izquierdista, afín a las protestas masivas de 2019, se presenta como defensor de un Estado de bienestar con acento feminista y ambientalista y hace gala de su juventud: "Las nuevas generaciones entran en política con las manos limpias, el corazón caliente y la cabeza fría", ha declarado. 

"El sentido de responsabilidad histórica es tremendo, sé que la historia no parte con nosotros y que estamos parados sobre hombros de gigantes. Espero poder ser el presidente de todos", ha compartido el  líder de una coalición entre el Frente Amplio y el Partido Comunista, quien en las últimas horas ha denunciado los problemas que muchos votantes están encontrando con el transporte público para desplazarse a los puntos de votación, especialmente en la capital Santiago.

"Tenemos la certeza de que se puede hacer un Chile más humano y más digno, un Chile más igualitario. Y a eso vamos a dedicar todos nuestros esfuerzos desde donde nos toque estar", ha agregado nada más depositar su voto. 

El candidato que salga vencedor tomará posesión de su nuevo cargo en marzo de 2022. Entre sus principales retos estará encauzar la crisis social que sigue presente desde las protestas de 2019; liderar la puesta en funcionamiento de las normas de la nueva Constitución -en caso de aprobarse en un plebiscito de salida-, y hacer frente a los retos económicos que ha dejado la pandemia.