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“Si quieres encontrar el amor verdadero prepárale unas madejas con ajolio”

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Un 20 de diciembre de 2010 iniciaba su andadura ‘La pera limonera’ con un jovencísimo Daniel Yranzo frente de los fogones. El programa nació en Aragón TV con el propósito de mostrar que la cocina del día a día puede ser sencilla, económica, original, pero sobre todo, simpática y divertida. Casi once años y 4.000 recetas después, este próximo miércoles el programa llega a su edición número 2.000.

­­—¿Cómo has cambiado en esta larga década?

En lo personal, el cambio ha sido el natural después de 12 años y en una etapa de la vida en la que se decide tu camino, supongo. He pasado de apurar las noches después de largas jornadas de trabajo a disfrutar de la familia al máximo, paternidad incluida. Eso sí, aunque he intentado bajar el ritmo, lo que no ha cambiado son las largas jornadas de trabajo. Me encanta lo que hago, así que no sufro por ello. Me considero una persona mucho más tranquila que hace 12 años y he aprendido a no dar nada por sentado. Los patinazos que he tenido me han enseñado mucho más que los éxitos, aunque se sufran durante una temporada.

—¿Ha cambiado tu forma de cocinar a lo largo de este tiempo?

¡Ya lo creo! Al final, lo maravilloso de ‘La Pera’ es que me obliga (en el mejor sentido de la palabra) a elaborar dos recetas diferentes de lunes a viernes. Y ya van 4.000. He acabado comprando libros de cocina rusa, venezolana, griega, china, sueca... He ido a restaurantes de otras ciudades solo por probar elaboraciones de otros países que no conocía. He tomado cursos de cocina de Chefs de países de la otra punta del mundo. Gracias a todo eso, mi cocina ha cambiado a la fuerza, intentado respetar la filosofía del ‘kilómetro cero’ y del producto de temporada, acercando otras formas de cocinar el recetario clásico de nuestra tierra. No entiendo cuando alguien dice que la cocina fusión es una chorrada. Hasta la tortilla de patatas fue cocina fusión en su momento.

—¿Siempre supiste que querías cocinar? ¿Qué hizo que te dedicaras a ello?

No os voy a engañar. Podría contaros una preciosa historia del tipo "tuve claro que quería ser cocinero desde los 5 años, cuando me ponía a cocinar junto a mi madre sus deliciosas recetas...”. Pero la verdad es que la casualidad me llevó a la cocina. No sabía qué hacer con mi futuro y mi madre me animó a probar suerte en la Escuela Superior de Hostelería de Aragón, en Teruel. Desde el primer día me sentí que encajaba en aquel mundo. Unos profesores excepcionales hicieron el resto. Sin ellos no hubiese sido posible que una cuadrilla de piratas como aquella hubiésemos llegado a lo que hoy somos. La cocina por aquel entonces no era un oficio tan bien visto como lo es hoy en día, ni mucho menos.

—¿Cómo defines tu cocina?

No me gustan mucho las etiquetas. Solo espero que cuando la pruebes, te saque una sonrisa, o simplemente un mmm…

—Un momento gratificante que te haya proporcionado ‘La pera limonera’…

Son muchísimos. Me quedo con el cariño de todos los aragoneses que en algún momento me han hecho saber que gracias a La Pera se han aficionado a la cocina, han aprendido cosas nuevas o han mejorado su menú diario. Y los compañeros del equipo del programa, que ya son familia.

—¿Cuando no estas grabando programas a qué dedicas tu tiempo?

La mayor parte del tiempo se la dedico a la familia. Como no tengo cura, me encanta cocinar para ellos. Y lo que queda, a mi otro proyecto, Escuela de Sabor, que comparto con Marta, mi mujer. Es un lugar apasionante en el que hacemos talleres de cocina, celebramos eventos para empresas, siempre con la cocina como hilo conductor.

—¿Te gusta salir a cenar a otros restaurantes? ¿Puede considerarse espionaje industrial?

¡Cómo no me va a gustar! Que cocinen para mí, probar cosas nuevas, es uno de los mejores regalos del mundo. Es espionaje, pero a pecho descubierto, sin disimulo. ¿Puede haber mayor reconocimiento para un cocinero que sus platos sean imitados?

—Basta dar una vuelta por Instagram para comprobar lo importante que es para algunos la última fase del proceso: la presentación. ¿Un buen plato debe ser bonito?

Pues por lo menos ayuda mucho para dar el primer bocado con ilusión. Luego, el sabor será el que dicte sentencia. Pero desde luego, yo soy de los que intenta mimar la presentación de los platos, aunque sea en casa, una tortilla francesa para cenar a horas intempestivas, no puedo evitarlo e intento dejarla como me gustaría servírsela a un cliente. En cuanto a las fotos de instagram, son muy bonitas, sí... pero habría que ver cuántos de esos platos se pueden comer o son puro maquillaje gastronómico.

—¿Un sabor puede transportarte a otro lugar y otro tiempo como le ocurría al crítico gastronómico de ‘Ratatouille’?

Sí, el efecto Ratatouille se produce en contadas ocasiones y es algo mágico.  Recuerdo la última vez que me sucedió, fue hace poco, comiendo una sencilla papilla de anís que me llevó directamente a la que me hacía mi madre de pequeño. 

—Dicen que a las personas también se nos puede enamorar por el estómago ¿con qué receta deberíamos comprobarlo?

Hay recetas muy elaboradas, de sabores delicados, presentaciones artísticas y perfumes sutiles que te lo van a poner más fácil, pero también pueden llevarte a engaño. Pero si quieres encontrar el amor verdadero prepárale unas madejas con ajolio y a ver qué pasa. Eso sí que es una prueba de amor eterno. ¡Y qué ricas están!

—¿Qué podemos cenar esta noche que sea original y no nos complique mucho la vida?

Venga, te doy una idea fácil, original y resultona. Por si te falla el plan de las madejas... Se llama Pizza tramposa

PIZZA TRAMPOSA

Ingredientes para cuatro personas:

8 tortillas de trigo.

Para fundir, 8 huevos, 4 cucharadas de tomate frito, 1 de orégano, albahaca fresca, 4 lonchas de jamón cocido y 100 g de queso emmental.

Para terminar coronando, 1 bola de mozzarella fresca, albahaca fresca y tomates cherries.

Además, sal, pimienta negra y aceite de oliva virgen extra.

Elaboración:

Superponer las 2 tortillas de trigo y calentar en una sartén con aceite de oliva virgen extra. Mientras, batir los huevos con sal, pimienta, tomate, orégano y albahaca fresca picada. Retirar las tortillas, verter los huevos sobre la sartén, tapar con el queso rallado y el jamón y cubrir con las 2 tortillas calentadas anteriormente. Después de 30 segundos, dar la vuelta con ayuda de un plato y dejar que la tortilla de trigo se dore. Retirar con cuidado sobre un plato y coronar con mozzarella desmigada, albahaca fresca.

Buen provecho y mil gracias de parte de todo el equipo de La Pera.

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