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MEDIO RURAL

¿Quién tiene las llaves del pueblo? Así son los guardianes de las cerraduras de la iglesia, el cementerio o el bar

Los vecinos que viven todo el año en las pequeñas localidades suelen ser los encargados de abrir edificios públicos o incluso las casas de los que solo acuden por vacaciones

ARAGÓN NOTICIAS /

Las llaves son un objeto de uso cotidiano que abre toda clase de puertas, como las de casa, aunque en muchos pueblos de Aragón, estas son parte del patrimonio y están custodiadas por los propios vecinos. Son los guardianes de las llaves, los encargados de abrir iglesias, cementerios o hasta el bar. Pero también se guardan para atender incidencias en cualquier casa mientas sus inquilinos están fuera. El programa Objetivo (sábado 13:15, en Aragón TV) se ha acercado a varias localidades aragonesas para conocer a quienes guardan las llaves.

En Casas de Esper, en el término de Ardisa (Zaragoza), los seis vecinos que viven todo todo el año se encargan de custodiar las llaves de las casas que solo se abren en vacaciones o fines de semana. Son unas 15 ó 16 casas y la familia de Pilar Chóliz se encarga de guardar las llaves de todos ellos. "Nos dejan las llaves porque vivimos aquí fijos. Cuando hay una tormenta fuerte o cualquier cosa, vamos a darnos una vuelta. Hay casas que tienen problemas con el agua. Si llueve fuerte, alguna vez hemos tenido que ir a achicar agua", recuerda Chóliz. 

Pilar Chóliz guarda las llaves de los vecinos que no residen habitualmente en Casas de Esper.

En Aguatón (Teruel), se vive la situación inversa a la de Casas de Esper. Si allí una sola persona tiene las llaves del resto de vecinos, aquí todos tienen la llave del bar. Javier Salvador, vecino de la localidad, explica: "Aquí tenemos cada uno nuestra llave, quedamos los amigos y los de aquí del pueblo, tomamos la consumición que queremos y pagamos el coste, que aquí tenemos la lista de precios".

Sobre la necesidad de pagar cada consumición, recuerda: "Si no pagamos los gastos, no hay dinero, no tenemos con qué comprar". Se trata, además, de un edificio polivalente que ocupa el espacio del antiguo horno, y que hace también la función de consultorio médico, biblioteca y sala de reuniones

Pero en Aguatón, los pocos residentes durante todo el año también custodian las llaves de los vecinos que no suelen estar. Muchas de esas llaves han pasado por varias generaciones. Francisco Herrero, vecino de Aguatón, explica que suelen ser de hierro todas: "Nos parecen iguales, pero no lo son. Cada una tiene su dibujo".

Y en estos tiempos, una llave de este tipo, recuerda Herrero, es un problema si necesitamos una copia: "La única manera de hacerlas es en herrerías. Y es un oficio que está desapareciendo. Es difícil encontrar a alguien que se atreva a hacerte una copia...". Y añade: "En el momento en el que se reforma una casa, se sustituye por una puerta moderna, y se cambia la llave también".

Las llaves de la iglesia

Pero si hay alguna llave de un edificio del pueblo que es custodiada por un vecino, esa es la de la iglesia. Ello incluye también la ermita o el cementerio. Custodiar esa llave supone prestar un servicio a los vecinos, pero también a los visitantes, para quienes el que abre las puertas de la iglesia también es su improvisado guía turístico.

En Chuseu, una pedanía de Graus (Huesca), Antonio Marro lleva años enseñando la iglesia mudéjar a todo aquel que se lo pide. Su belleza reside en las yeserías de estrellas ubicadas en la bóveda. "Se restauró hace 14 años había muchas yeserías que estaban rotas. Ahora está mejor", explica Marro a unos vistiantes de Zaidín que han acudido a su casa tras ser informados de que él les abriría la iglesia.

La visita se enriquece con las anécdotas que este particular guía les cuenta sobre la Guerra Civil o su propia infancia. Y lo hace de forma altruista: "Yo no les pido nada, si alguien me dice algo les digo ahí tenéis el cepillo para comprar velas, lavar manteles... Todo es un gasto". Tambjén ha llegado a ejercer esta función de guía incluso a turistas de visitas programadas que llegan en autocar. 

Antonio Marro, en el interior de la iglesia de Chuseu.

Marro asegura que en el caso de su pueblo, "esta es la única forma de que se puedan enseñar la Iglesia o el cementerio, que también hay gente a la que le interesa".

Así que cuando lleguen a un pequeño pueblo y se pregunten dónde están las llaves de alguno de los edificios que quieran visitar, seguramente la respuesta la encontrarán tocando en la puerta más cercana o en casa del vecino que esté todo el año en la localidad. Aunque, a veces, lo de menos es el dónde porque lo importante es que estas puertas siempre están abiertas para el que lo necesita.