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TRADICIÓN

Nueve municipios altoaragoneses preparan sus tradicionales fallas de San Juan

Fueron declaradas Patrimonio Inmaterial de la Unesco. Cada año, los vecinos de estas poblaciones caminan de noche por las calles de los pueblos y alrededores, alumbrados solo por el fuego de las fallas

TERESA P. ALBERO /
Fallas en Sahún el año pasado.
icono foto Fallas en Sahún el año pasado.

La madera de árboles secos tiene una segunda vida en los nueve municipios altoaragoneses que celebran las fallas. La tradición en torno al fuego se mantiene presente a lo largo de los siglos como elemento purificador en la noche de San Juan. Lejos de saltar hogueras, en Montanuy, Sahún, San Juan de Plan, Bonansa, Castanesa, Aneto, Laspaúles, Villarrué y Suils, utilizan el fuego como unión entre los vecinos, que cada año se dan cita para confeccionar las fallas y recorrer las calles de los pueblos y montes colindantes, alumbrados solo por las llamas.

"Es un ritual que en cada localidad se hace de una forma y tiene sus peculiaridades. Unos plantan un árbol en la plaza del pueblo, otros en un montículo cercano, bendicen torta, bailan y recorren las calles todos juntos. Es una forma de comunión entre los vecinos", explica el historiador y escritor José Antonio Adell. 

Resulta curioso que municipios separados por más de 40 kilómetros, y con comunicaciones complicadas en el pasado, mantengan una tradición común como la de las fallas, recientemente declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Hechas con madera de árboles muertos, los vecinos de los pueblos se juntan para dar forma a las fallas o antorchas, que por la noche prenderán con el fuego de los faros -hogueras que se encienden en el bosque o en las calles-. Con la resina que cubre las teas -trozos de madera de la parte superior de la falla- prenderá el fuego que alumbrará la procesión nocturna por los pueblos y alrededores en silencio, que solo se rompe por el crujido de la madera ardiendo. 

Compartir la cena, bailes y charlas son los efectos colaterales de mantener viva esta tradición y es, seguramente, lo que ha hecho que sobreviva a los cambios sociales. 

Además de su objetivo socializador, las fallas también son un ejercicio de cuidado de los montes. De los árboles muertos o secos se extrae la madera que luego se quemará, limpiando así los bosques de ejemplares que pueden ser peligrosos. 

Otras tradiciones: 'sanjuanarse' y recoger plantas aromáticas

El agua también es un elemento purificador en la noche de San Juan. Los vecinos de varios municipios aragoneses cumplen con la tradición de acudir en el solsticio de verano a las fuentes, torrentes y riachuelos cercanos para lavarse con su agua tras ser bendecida. Es lo que comúnmente se conoce como 'sanjuanarse'. "Se lavan una parte o todo el cuerpo. Hay muchos rituales que rodean al agua y le dotan de poder purificador", señala el historiador. 

El fuego y el agua son los grandes protagonistas, pero hay más tradiciones. "En algunos pueblos, como en Ojos Negros, plantan el 'pimpollo' -un tronco de gran altura al que se colocan ramas verdes en la punta-. En la sierra de Albarracín, Caminreal o el Poyo del Cid, plantan un árbol en la plaza y hacen 'enramadas' que entregan a las chicas. En otros, en San Juan se recogen plantas, como el romero o la malva, porque esa noche se cree que adquieren más propiedades", cuenta Adell. 

En el municipio zaragozano de Lobera de Onsella, la noche de San Juan se celebra el rito del herniado. Una tradición, recientemente recuperada, que consiste en pasar a los bebés "herniados" por el hueco del tronco de un roble, partido por la mitad de forma vertical, mientras repiten la fórmula mágica: "Tómalo, Juan". "Dámelo, Pedro". "Herniado te lo doy". "Y sano te lo entrego".

Además de las tradiciones, también estos días cercanos a San Juan se celebran las fiestas patronales de muchos municipios aragoneses, como Aliaga, Escucha, Utrillas o El Pobo, en Teruel. En La Iglesuela, por ejemplo, también se festeja 'el reinao', un baile ritual. 

En la provincia de Huesca, el municipio de Chimillas acude a la fuente de Cillas, donde, tras bendecir las aguas, se bañan para purificarse. En Zaragoza, San Juan es sinónimo de fiestas, como las de San Juan de Mozarrifar, Borja o Illueca.