La Fiesta del Chopo Cabecero reivindica el uso tradicional de los árboles en Vivel del Río Martín

Vivel del Río Martin ha sido el epicentro de la celebración de la decimotercera edición de la Fiesta del Chopo Cabecero, que va variando su sede pero no su objetivo: divulgar y conocer estos árboles característicos de la provincia de Teruel y su aprovechamiento. En esta localidad turolense hay 1.230 chopos. "Me encanta celebrar un día dedicado a los árboles y a los bosques viejos", reconoce una vecina. "He venido un montón de años porque en nuestro pueblo está muy extendido", cuenta otro de los asistentes a esta fiesta.  

Otoño e invierno es el momento idóneo para la escamonda de los chopos, porque es cuando a los árboles se les está bajando la savia y, por lo tanto, cuando menos daño se les causa. Un trabajo que requiere técnica  y al que la altura suma dificultad: "Llevan mucha maleza arriba, hay que limpiar todo bien. Luego, estás mínimo a dos metros y medio o tres, y puedes llegar a los cuatro", explica Moisés Moreno, escamondador de la zona. 

Tradicionalmente esta labor de poda se hacía cada 15 años en todos los ejemplares y su madera se aprovechaba para construir, o como leña: "Se tiraba con un hacha, que tenía el mango un poco más corto para que no molestara a los otros maderos", recuerda un vecino de la localidad. 

Ahora la Fiesta del Chopo Cabecero pone en valor tanto el uso tradicional de los árboles como de su paisaje. "Dar a conocer el significado que tiene como patrimonio cultural, toda esa sabiduría popular que hay alrededor de su aprovechamiento y el enorme valor ambiental que tienen estos árboles", relata Chabier de Jaime, miembro del Centro de Estudios del Jiloca. 

Los paisajes de chopos cabeceros son característicos de las tierras altas de Teruel y la cultura relacionada con ellos ya ha sido declarada Bien de Interés cultural inmaterial de Aragón.