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SEGURIDAD ALIMENTARIA

El peligro de recoger caracoles en el campo: desde una denuncia hasta una intoxicación

La actividad no está permitida y comerlos entraña un riesgo al no haber pasado controles sanitarios

ALIZIA BEGUÉ /
Caracoles de la granja 'El Boliche'.
icono foto Caracoles de la granja 'El Boliche'.

Termina de llover, sale el sol y la hierba está mojada. Es el momento que muchos esperan para salir con una bolsa y recoger caracoles en familia o con amigos para, en muchas ocasiones, cocinarlos y prepararse un tentempié. Es una tradición que se lleva practicando años, pero que implica un riesgo para la salud, ya que los animales no han pasado ningún control sanitario y se suelen encontrar en zonas cercanas a explotaciones agrícolas o huertas que son fumigadas con pesticidas o productos similares. Por otra parte, desde 2007, en Aragón está prohibida su captura de acuerdo con la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad. Así lo establece su artículo 54.5: "Queda prohibido dar muerte, dañar, molestar o inquietar intencionadamente a los animales silvestres (...). Esta prohibición incluye su retención y captura en vivo (...)". 

"Muchos de los sitios donde se recolectan caracoles son tratados con pesticidas porque son zonas agrícolas. Cuando se fumigan, los restos de estos productos se quedan en la vegetación y persisten, y los caracoles quedan infectados", indica José Antonio Domínguez, portavoz de 'Amigos de la Tierra' en Aragón, una entidad que junto con 'Ecologistas en Acción' y 'ANSAR' hace un llamamiento para evitar su captura por el riesgo que conlleva para la salud. "En los ribazos, acequias o cunetas también encontramos estos restos. Cuando la gente va por estos sitios no sabe si están fumigadas ni desde hace cuánto", añade Domínguez.

Por otra parte, el portavoz de Amigos de la Tierra destaca el papel que cumple el caracol dentro de la naturaleza. "El caracol desempeña una función ecológica, es intermediario entre el mundo vegetal y el animal, come vegetal y luego es alimento de especies como los erizos, cigüeñas o garzas. Cumple una función en la cadena trófica y si los sacamos de su ecosistema la estamos alterando". 

Domínguez destaca que si se comen caracoles recogidos en una zona donde ha habido pesticidas se puede sufrir una reacción puntual (y tener un episodio de vómitos, por ejemplo) o llegar a una intoxicación mayor. "Las personas acumulamos en el organismo esos pesticidas, y a largo plazo, podemos tener un problema de salud y no saber que viene de una intoxicación de hace años. Al cabo de mucho tiempo pueden surgir problemas hormonales o que afecten al sistema nervioso, por ejemplo". 

Granjas de caracoles

Recoger caracoles en el campo es una tradición que muchas familias han hecho desde hace décadas. La diferencia es que entonces no existían tantos pesticidas y tan potentes como ahora. Entonces, ¿de dónde hay que sacar los caracoles para comerlos? Los aptos para el consumo humano tienen que provenir de granjas de caracoles como la de Ana Conte, 'Caracoles de Monegros El Boliche', ubicada en Albalatillo (Huesca), donde son conscientes de los peligros que entraña comer caracoles silvestres que no hayan pasado un control. "En la propia cáscara se puede quedar pesticida, y al cocerlos, contaminamos a todos los caracoles que se van a comer". 

Alevines de caracol, los recién nacidos./ Granja 'El Boliche'.

'El Boliche' lleva en marcha desde 2015 y cuenta con 3.000 metros cuadros, donde se crían unos 5.400 de estos moluscos. "Los caracoles se aparean y a finales de diciembre o enero metemos a los adultos en la sala de reproducción para que pongan los huevos. Los guardamos a una temperatura y humedad adecuada para que nazcan los alevines, y en marzo, los echamos a la granja", detalla Conte. Cada animal pone unos 120 - 130 huevos al año en su explotación, donde cuentan con refugios para ellos. "Sembramos una hierbas trébol, zanahoria, colza, rábanos, de todo un poco, y allí es donde empiezan a comer. Además, les echamos pienso que hacemos nosotros a base de maíz, trigo, soja y mucho calcio para que la cáscara sea fuerte", detalla la propietaria, que añade: "No se echan ni abonos, ni nada parecido, la materia orgánica que ellos depositen les sirven a las plantas".

"Para llevar una explotación como esta, y que funcione bien, hay que tener en cuenta muchos factores. Es un mundo muy desconocido pero muy bonito", explica Conte, y asegura que España solo produce un 5% de los caracoles que consume. Provienen, indica, de países como Marruecos, Polonia o Ucrania.

Huevos de caracol./ Granja 'El Boliche'.