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GUERRA EN UCRANIA

1.500 refugiados ucranianos rehacen su vida en Aragón dos años después del comienzo de la invasión rusa

La mitad de los 3.000 refugiados que llegaron, ha regresado a Ucrania. El resto, han dejado atrás su país para empezar una nueva vida en Aragón lejos de la guerra sin olvidar a los suyos

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Los ucranianos refugiados en Aragón viven con inquietud la situación de sus familiares./ Aragón TV

El 24 de febrero de 2022, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunciaba la invasión de Ucrania, dando origen a una guerra que, dos años después, sigue enquistada. Desde entonces, más de 10.000 civiles han muerto, cinco millones de personas han sido desplazadas y otros seis millones y medio han abandonado el país. Innumerables ciudades han quedado reducidas a escombros en una guerra que los expertos creían que sería cuestión de meses. En estos dos años de guerra, más de 3.000 refugiados ucranianos han recalado en Aragón, aunque la mitad ya se han marchado. Los que todavía quedan tratan de recuperarse de sus heridas: las físicas y las más internas mientras esperan que a su país llegue la paz. El programa 'Objetivo' de Aragón TV (sábado 24, 13:25) analiza la situación de estas personas.

El Consejo Europeo ha prorrogado el estatus de protección temporal para los refugiados ucranianos, que les permite contar con en un tiempo récord con permiso de trabajo y de residencia, hasta el 4 de marzo de 2025. Entidades como Accem, Cruz Roja, Cepaim, YMCA e Hijas de la Caridad, entre otras, atienden a cerca de 400 personas en el programa de refugiados dependiente del Ministerio de Interior, pero son más los que llevan una vida independiente. Y siguen llegando, aunque sea por goteo.

Marina Yadrevska y su hija Polina son dos de los 3.000 refugiados ucranianos que en los dos últimos años han llegado a Aragón. Salieron de Ucrania el 19 de marzo del primer año de guerra. "Al principio no quería salir de Ucrania porque no quería cambiar nada, pero cuando veo los ojos y la cara de mi hija, y su estado psicológico, me asusté", dice Marina. Explica cómo finalmente buscaron un tren un destino a Polonia con apenas dos mochilas como equipaje. Una vez en Polonia, encontraron por internet un autobús con destino a España y así llegaron a tierras aragonesas.

Marina y su hija Polina, buscan rehacer su vida en Zaragoza. / Aragón TV

Marina, ingeniera de profesión y joyera de corazón, trabaja ahora para ADIF desde Zaragoza. Todos los días habla con su madre, pero de quién más se preocupa es de su hermana, que viven en Odessa. "Siempre hay cohetes, bombas, etc. Cada noche hay sirenas, casi cada noche, pero no quieren salir", asegura. Sin embargo, Marina creyó desde el principio que, sobre todo para su hija, lo mejor era "cambiar”. 

La guerra está dejando un reguero de destrucción y muerte en Ucrania.

Su vida ahora está aquí, y su hija Polina ha vuelto a estudiar. El entorno, cuentan, se lo está poniendo fácil a Polina, que tras unos primeros días sin poder comunicarse debido al idioma, posteriormente, con la ayuda de una traductora cursos de español y pudo ir al colegio y hablar con españoles. Para su madre, vivir en Zaragoza se lo ha puesto más fácil a su hija: "Es más libre, no tenemos peligro en la calle. Por eso, es mejor vivir aquí".  Por todo ello, no tiene planes a corta plazo para volver a Ucrania: "Mi futuro es trabajar aquí en España y ya está”. 

De los que llegaron a Aragón, unos 1.500 refugiados (la mitad) ya han vuelto. Una de ellas es Nadia. A pesar de las malas comunicaciones, nos atiende desde Kiev, donde vive ahora. Considera que "lo primero es ayudar a la gente" y Ucrania es su país, por lo que cree que tiene "que estar en este sitio y en este tiempo”. Pasó más de un año viviendo en Almudévar y a su regreso ha visto muchos cambios en su país: “Lo primero es que dan mucho más miedo las miradas de la gente. Ya no hay alegría, casi nunca ves sonrisas en la calle, incluso donde hay niños”. 

El difícil camino de superar las heridas de guerra

Tras pasar un año en el Hospital de la Defensa de Zaragoza, el soldado Oleksandr todavía conserva el buen humor. Mientras entrena, nos cuenta que pidió a los médicos que pusieran todo el peso posible. Sabe que no volverá a hacer lo mismo que antes, pero quiere estar en forma. Oleksandr es paramédico. Ayudaba a rescatar heridos del frente de Donetsk cuando un misil le voló las piernas:  “Estaba cuidando de los heridos, de mis chicos en las trincheras. En el momento que salí, llegó un misil y me quedé inconsciente hasta el hospital”. Oleksander se emociona al nombrar a todos los médicos, psiquiatras e intérpretes que le han ayudado en Zaragoza: “Para mí los héroes son ellos”, dice categóricamente. 

Oleksandr realiza ejercicios en el Hospital Militar de Zaragoza. / Aragón TV

Cuando Vladyslav llegó a Zaragoza en diciembre no pensó que podría jugar al 'ping pong'. Él es otro de los 87 ucranianos que han pasado por el hospital zaragozano. En su caso, perdió una pierna al explotarle una mina: "La pierna voló por los aires y me hice un torniquete”, explica. Tras esperar la ayuda durante 16 horas, fue inconsciente de hospital en hospital. El día que cumplía 24 años se despertó sin las dos piernas. Su juventud y su impaciencia se notan cuando dice estar ya recuperado y que solo le faltan la prótesis

La médica internista del Hospital Militar, María del Mar Rodero, destaca la entereza que tienen todas estas personas: "Muchos lo llevan integrado. Cuentan que ya sabían que iba a haber una guerra desde hacía muchos años y que les iba a tocar. Han perdido familiares, amigos, y han dejado en el campo de batalla parte de su ser”.

Cada caso que llega se selecciona de una lista que facilita el ministerio de interior ucraniano. Rodero explica que la patología de guerra es siempre muy compleja y muy personal: "Son pacientes que requieren la intervención de varias especialistas y supone un reto a la hora de coordinar la atención”. Más allá de lo físico está lo emocional. Cuando llegan, lo primero que dicen es que quieren volver cuanto antes para combatir y, poco a poco, con mucho trabajo, asimilan que su vida ya ha cambiado.

Desde la Asociación de Ucranianos Residentes en Aragón (AURA), también reciben ayuda. Su presidenta Alina Kochklo, explica que organizan salidas, barbacoas, visitas al acuario, etc.". "Todo gratis", explica. "Fuimos a conciertos, también organizamos conciertos aquí, algo para que se distraen y cambien su rutina de estas cuatro paredes”, destaca Kochklo, que es la primera persona a la que acuden todos los soldados y hace de enlace entre el personal médico y los pacientes. Para Oleksandr ha sido un gran apoyo. Seguro que ahora la está echando de menos, ya que esta última semana emprendió viaje de vuelta a Ucrania. “Lo único que quiero decir es que España se quedará para siempre en mi corazón”, decía Oleksandr a Alina antes de despedirse.

El camino de la inserción para los que se quedan

Mientras unos se van, en localidades como Andorra se han volcado para facilitar la inserción social y laboral del centenar de refugiados que se han quedado. Olha asegura que la la gente de la localidad turolense les ayuda mucho: "Estoy tranquila, tenemos clase y el centro y la empresa y nuestros profesoras nos ayudan. También voluntarios, profesoras que nos dan clases de español, y esto ayuda mucho. Nuestras profesoras tienen mucha paciencia con nosotras”.

Desde que empezó la guerra, han llegado a Andorra unos 200 ucranianos. Aunque la mitad ya se han marchado, de los que quedan, 43 son menores. Diana Carabias, profesara del Centro Público de Educación de Personas Adultas de Andorra, asegura que "los niños han sociabilizado muchísimo y están muy a gusto. Se trata de hacerles un poquito la vida más fácil". 

Alumnas ucranianas en el centro de Educación de Adultos de Andorra. / Aragón TV

Forestalia los trajo en cuatro autobuses y les ayuda con la vivienda, con los gastos y con la búsqueda de empleo. Pero ellos también hacen su parte. Estudian y son parte activa de la comunidad. Diana explica que “vienen con ganas de hacer nuevas cosas, sobre todo para la vida cotidiana y la de día a día y la vida que les espera. Lo que no quieren ellos es que sea un paréntesis y que la vida continúa”.

Olha nunca pensó que iba a estallar una guerra y, de repente, tuvo que salir de su país ante la insistencia de su familia. “Porque puede pasar algo en cualquier sitio de Ucrania", explica  Como muchos de sus compatriotas, no se atreve a hacer planes, pero continúa formándose. Entre sus deseos: encontrar un trabajo que le dé independencia económica. Y el más grande: que termine la guerra.