El Illueca CF cae luchando hasta el final (2-0)

No pudo ser. El Illueca CF cayó por dos goles a cero en los octavos de final de la Copa Federación pero lo hizo con las botas puestas: ante todo un Primera Federación, un Real Unión lleno de nombres ilustres que hizo valer su calidad pero al que el conjunto zaragozano puso en muchos apuros. Los del Papa Luna lucharon desde el principio hasta el final y dignificaron el encuentro. 

Arrancó el partido con el Real Unión monopolizando el juego y la posesión, con los de Javier Romero muy bien ordenados atrás, corriendo y mordiendo sin parar. Por fortuna, cuando los vascos lograron abrir grietas, Mario Forcén hizo tres muy buenas paradas para evitar el primer gol, la mejor, un mano a mano que le sacó al nueve local cuando se quedó delante de él. Alentados por los aficionados desplazados a Irún, cuyos gritos de ánimo se dejaban oír, el Illueca resistía buscando a Gassama arriba o saliendo por medio de Veintemilla, pero el muro cayó en el 32 con un gol del local Chema Núñez. No tardó en responder el equipo aragonés, demostrando que era capaz de llegar al área: el portero local Joel tuvo que estirarse para parar un centro desviado sin querer por su propio central. El gol espoleó a los visitantes, que lograron lanzar centros al área rival y llegar con peligro. 

El problema fue que nada más iniciarse la segunda parte un disparo lejano y centrado de Aitor sorprendió a Forcén: el esférico le botó delante y le despistó. Era el 2-0 y las cosas se le complicaban. El recién entrado Javier Barriendos tuvo dos clarísimas: la primera un disparo desviado dentro del área; la segunda una falta que le hizo volar a Joel. Mucha calidad del 10 del Illueca. Instantes después, Veintemilla se plantó ante Joel pero el zaguero le robó el balón antes de que pudiera armar la pierna. Eran los mejores momentos de un Illueca que, pese al resultado, daba la cara ante el histórico Real Unión, con el buen papel de Rubí, Barriendos o un Karol muy bien en defensa. Al final, los visitantes no dejaron de correr hasta que acabó un encuentro del que sentirse orgullosos pese a la derrota.