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'Los santos inocentes' y la Ley Miró
La historiadora Ana Asión repasa en 'Escúchate' de Aragón Radio la historia de la televisión en España
El surgimiento de la Academia de Cine Español y el “Decreto Semprún”
En 1986 se creó la Academia del Cine Español, y en 1987 el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), que sustituyó a la dirección general de Cinematografía. Tras la entrada al ministerio de Jorge Semprún, llegó en 1989 un nuevo Real Decreto (“Decreto Semprún”) que modificó algunos de los términos de la ley Miró: o Trató de establecer criterios más objetivos para la concesión de ayudas. o El objetivo fundamental era “reducir el intervencionismo estatal y fortalecer la estructura financiera del sector". o Asimismo, se instaba a las empresas televisivas a la participación en proyectos cinematográficos.
Un cine polivalente
Se podría decir que, una de las consecuencias que acarreó la Ley Miró, fue en cierta medida la desaparición del cine español de géneros, surgiendo una mayor proliferación de nuevos productos audiovisuales -menor cantidad, mayor calidad-.
No obstante, no desaparecieron las comedias, tanto aquellas cuya producción era sinónimo de éxito popular y rentabilidad económica -Aquí huele a muerto... (¡Pues yo no he sido!) (1989, Álvaro Sáenz de Heredia)- como aquellas que realizaban un retrato ácido de la sociedad -Amanece, que no es poco (1989, José Luis Cuerda).
Una de las tendencias temáticas más recurrentes de los años anteriores (1975- 1982) se mantuvo sin embargo también durante este periodo: el cine de recuperación histórica. Se hizo especial hincapié en la Guerra Civil y la posguerra, con títulos como El sur (1983, Víctor Erice), Las bicicletas son para el verano (1984, Fernando Fernán Gómez), Los santos inocentes (1984, Mario Camus), La vaquilla (1985, Luis García Berlanga) o Réquiem por un campesino español (1985, Francesc Betriu)
