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SALUD

El calor pasa factura a nuestros pies: estos son los calzados que debemos evitar en verano

Los expertos recomiendan huir del plástico, las suelas finas y las formas que no sujetan el tobillo. Las dolencias más habituales por mal calzado son fascitis plantar, metatarsalgia y dedos en garra

S. ROMEO /
El calzado más desaconsejable para la salud son las chanclas de playa o de piscina, especialmente de dedo.
icono foto El calzado más desaconsejable para la salud son las chanclas de playa o de piscina, especialmente de dedo.

Llega el calor y con él aumentan nuestras ganas de sacar del armario el calzado de verano. También de ampliarlo comprando pares nuevos. Pero, ¿qué debemos saber antes de lanzarnos a exhibir nuestros dedos al mundo? Lo primero y más importante, que de nuestros pies puede depender nuestra salud. Un uso inadecuado del calzado nos puede generar lesiones en los talones, plantas del pie, tobillos e incluso rodillas y cadera. Las dolencias más habituales por un mal calzado son la fascitis plantar, la metatarsalgia y los dedos en garra.

"Sobre todo cuando hablamos de calzado de verano, lo que tenemos que intentar es no abusar del calzado muy plano, de plástico u otros materiales que no traspiran y de los formatos que nos dejan suelto el tobillo, porque si el tobillo no va sujeto aumenta la inestabilidad de nuestro cuerpo", afirma el director clínico de Podoactiva Sagasta en Zaragoza, Carlos Martín, quien por contra aconseja llevar siempre zapatos o sandalias con una cierta suela que amortigüe los impactos, que sean un pelín más elevados en la parte del talón y que sujete el pie con velcro o cordones.

Según Martín, el calzado más 'peligroso' son las chanclas de playa o de piscina. Especialmente, las de dedo. "Las chancletas hay que utilizarlas para lo que son: para recorridos cortos, porque al final no deja de ser un calzado al que no estamos acostumbrados y que como la única sujeción al pie está entre el primer y el segundo dedo, lo que hacemos es ejercer fuerza con las puntas y eso aumenta la posibilidad de sufrir dedos en garra -una deformidad-", explica el doctor.

Eso no significa que debamos eliminar de nuestro zapatero todo tipo de chanclas. "Podemos usarlas puntualmente", apostilla Martín. Y, si podemos elegir, señala el experto que son preferibles las sandalias que sujetan el pie desde el arco y que estén hechas con materiales naturales o de fibras sintéticas. "Tenemos que tener en cuenta que en verano no usamos calcetines. Entonces, el material de nuestro calzado va a estar en contacto con la piel. Los materiales tipo plástico aumentan la sudoración y las alergias. En invierno esto no es tan importante porque, por lo general, llevamos calcetines de fibras naturales que absorben el sudor", subraya.

Entre las patologías que aumentan "claramente" en verano por el cambio de calzado están la metatarsalgia -afección que produce dolor e inflamación en el metatarso- y la fascitis plantar -inflamación del tejido fibroso que, según el Instituto de Rehabilitación Funcional, puede llegar a afectar hasta al 10% de la población a lo largo de su vida-. "Existe una relación directa. El hecho de llevar un calzado muy plano te puede generar fascitis plantar pero también tensión en el tendón de Aquiles o en los gemelos. La incidencia depende de las características de cada paciente. Una persona que tiene tendencia a pisar hacia afuera, si se pone chanclas todavía va a tener más y eso le puede generar problemas en las rodillas. Por eso lo mejor es llevar calzado sujeto", insiste el director clínico.

El pico de estas patologías ocurre en septiembre "por el acumule del mal uso" y la curación es "lenta", reconoce el doctor. "En algunos casos hay que recomendar al paciente únicamente volver a un calzado cerrado y con amortiguación, y en otros casos es necesario hacer rehabilitación, fisioterapia, infiltraciones o plantillas. Por lo general, cuando ocurren estas patologías están relacionada una mala pisada o afecciones de pie plano, y el cambiar a las sandalias es la gota que colma el vaso", explica. Una forma de evitar las patologías es hacer un cambio progresivo de calzado. "El problema es que pasamos de cero a cien, de un calzado acordonado y resistente a algo muy fino. Con ello cambia la forma de trabajar de la musculatura de la planta del pie", razona.

La recomendación de ir descalzo depende de la edad

Entre las alternativas que se expanden en verano está ir descalzo. Preguntado por si esta opción es recomendable, el director clínico de Podoactiva Sagasta responde: "Depende de la edad y las circunstancias. Ir descalzo en algunas ocasiones es positivo, sobre todo para trabajar la musculatura intrínseca del propio pie, pero no debemos abusar. El hecho de caminar descalzos debe de ser en momentos precisos: en la arena, en el césped, etc., pero no podemos abusar de ir todo el día. Además, tiene que ser progresivo. No podemos de repente ir andando por la playa 20 kilómetros. Tampoco le recomendaría ir descalzo a una persona mayor que ya de por sí tiene mucha inestabilidad", reflexiona.

Los pediatras recomiendan a los niños que todavía no saben andar ir descalzos en verano

Los niños son los que más tendencia tienen a ir descalzos y los que más beneficios obtienen. Así lo afirma la pediatra del Centro de Salud de Barbastro, Ana Abizanda: "En verano, yo recomendaría a todos los niños que vayan descalzos mientras no caminen. Y para niños que caminan en ambientes seguros, como el suelo de casa, ir descalzo es muy sano para el pie, porque fortalece, favorece la propiocepción y desarrolla la sensibilidad del pie. Lo que hay que evitar para niños que caminan son los calzados de suela rígida, de puntera estrecha y suelas gruesas sin refuerzo posterior (contrafuerte). También es importante eliminar el 'drop', que es la suela más gorda en el talón que en la puntera porque hace que tu eje de equilibrio se desplace hacia delante", resalta.

La plataforma y los colores metálicos, la tendencia de este verano

En ocasiones combinar calidad, comodidad y funcionalidad puede resultar difícil. Javier García, gerente de Calzados Carrile, reconoce que la sandalia es cada año "el zapato más complicado" porque "no sirve cualquier cosa". Además de reunir toda una serie de requisitos, tiene que sentar bien al pie, tanto de anchura como de largura, y no hacer rozadura.

En opinión de García, cada vez la clientela valora y prioriza más la salud. Pero eso, a su juicio, no está reñido con la estética: "Este año como tendencia vienen sobre todo sandalias planas romanas y griegas, que van acolchadas. También siguen las plataformas y las cuñas, aunque menos altas por comodidad, y vuelve el concepto alpargata. En cuanto a colores, vienen los metalizados tanto platino como plata y los tonos arena", vaticina.