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CULTURA

Serrat se despide de Zaragoza con un primer concierto para el recuerdo

El cantautor actuó en el día del Pilar en el Pabellón Príncipe Felipe, y volverá a hacerlo este jueves, en medio de su gira de despedida "El vicio de cantar"

ARAGÓN NOTICIAS / EFE /
icono foto El cantautor Joan Manuel Serrat durante el concierto que ofreció el miércoles en Zaragoza, enmarcado en su gira 'El vicio de cantar'. / EFE

Será difícil que los miles de asistentes al concierto de Joan Manuel Serrat en Zaragoza olviden su emotivo y entregado recital de despedida en Aragón en el día del Pilar, que tendrá un punto final con una segunda y última cita con el público aragonés este jueves. El concierto se retrasó media hora debido a que un espectador sufrió un infarto, falleciendo después en el hospital al que fue trasladado. Se trata de Felipe Candelaria, trabajador ya jubilado y vinculado a la radiotelevisión aragonesa desde su inicio hasta su retiro en 2021. 

El cantautor ha llegado al Pabellón Príncipe Felipe de la capital aragonesa, con lleno los dos días, en medio de su gira de despedida 'El vicio de cantar' con más de setenta conciertos que le servirán como retirada casi a punto de cumplir 78 años y tras más de medio siglo sobre los escenarios, después de su debut en Cataluña en 1965.

“¡Buenas noches y buenas Fiestas del Pilar! Vaya alegría me ha dado verlos a todos aquí, gracias por acompañarme desde hace tantos años y tantas veces”, decía, emocionado en este punto. "Me despido de una plaza y de una afición", siguió Serrat, al referirse a un pueblo que le ha dado "tanto amor".

Se refería al pueblo aragonés, la tierra natal de su madre y donde pasaba los veranos de su infancia, como ha recordado en su canción 'Mi niñez', en la que rememora que, cuando llegaba julio, en Aragón, tenía "un pueblecillo, una acequia, un establo y unas ruinas al sol".

"Aquí hemos venido a pasarlo bien"

Advertía el catalán que apartasen todo conato de caer en la nostalgia, porque, decía: "Aquí hemos venido a pasarlo bien”. “Piensen que por muy mal que vayan las cosas, todo lo que queda por delante es futuro, ¡y no nos lo vamos a perder!”, dijo Serrat. 

Para ese momento, ya se iba asomando el Serrat contador de historias, que ha desplegado su sección de personajes, como su abuelo, protagonista de la canción ‘El Carrusel del Furo’ o el de ‘Romance de Curro El Palmo’, ante un atento público de ese que todavía disfruta de los conciertos sin móviles y que atendía embelesado.

“Los artistas vivimos cerca de la fantasía, que se mueve en torno a los personajes de las canciones, todas y todos y 'todes' seríamos infinitamente más pobres sin esas mentiras que nos regala la ficción”, contó antes de levantarse de la silla y cambiar el rumbo hacia la vitalidad de ‘Señora’.

Una señora que sigue tal y como la conocía, “como una rosa”, mientras él sufre “las inclemencias del tiempo”, bromeó. Pero los personajes tienen truco, añadía: "No envejecen nunca”. Después cantó ‘Lucía’, una canción que tampoco envejece y, si lo hace, lo hace muy bien.

El trovador, para entonces más bien encantador de una gran serpiente que era su fiel audiencia, mostró su gratitud por las canciones -que son una pareja de buena letra y buena música, en la que además se tiene que gestar la emoción- a los músicos, a los poetas o a los 'arregladores', a los que para él no se les da todo el reconocimiento que merecen.

Aprovechó entonces para nombrar a “la pandilla” que compone su maravillosa banda: su inseparable Ricard Miralles, Josep Mas 'Kitflus', David Palau, Úrsula Amargós, Vicent Climent, Rai Ferrer y 'la perla del Alto Aragón', José Miguel Sarraude.

Miguel Hernández

Bastó con que Serrat pronunciase el nombre de Miguel Hernández para que el público le respondiera con un “oh…”, más profundo todavía cuando ha descubierto que el siguiente tema era ‘Las nanas de la cebolla’, que ha entonado iluminado en el centro del escenario por una angosta ventana de prisión.

“Miguel Hernández fue un pastor de cabras en su niñez y terminó por ser un poeta comprometido con su gente y con su tiempo. Amaba la libertad y la vida por encima de cualquier cosa. Ambas cosas se las quitaron”, dijo antes de pronunciar este poema, que ha precedido a la ‘Canço de Bressol’, para su madre, que, como ha contado, “se dedicaba a eso que se documenta eufemísticamente como sus labores, o sea, a trabajar como una mula”.

“Aunque debería decir que ella me dedicó esta canción, porque está basada en una canción de cuna que ella me cantaba para dormirme”, siguió antes de entonar esta suerte de nana, que incluye una jota y una de las pocas letras que se han escuchado en catalán, subtitulada con un audiovisual con las imágenes del pueblo viejo de Belchite.

Y en el ecuador del concierto, el público disfrutó especialmente de temas como ‘Es caprichoso el azar’, deliciosamente interpretado junto a Úrsula Amargós, o la reivindicativa ‘Pare’, que escribió hace casi medio siglo pensando que su argumentario tendría una fecha de caducidad temprana. Pero se equivocó.

Después de casi dos horas repletas de emoción, nostalgia y humor casi a partes iguales, ‘Mediterráneo’ anunciaba que el fin se encontraba cerca. Ya con la gente puesta en pie, el juglar ha pedido al público, hasta entonces demasiado pudoroso, que cante con él, nada más y nada menos que ‘Aquellas pequeños cosas’, a la que ha seguido ‘Cantares’ y, ya en un generoso bis, ‘Esos locos bajitos’, ‘Fiesta’ y, por petición popular, ‘Penélope’.

En su despedida, hizo una mención a esos “amigos entrañables que hoy estarían aquí y no están”, como los representantes de la canción aragonesa José Antonio Labordeta y Joaquín Carbonell. “Cuando me despierto cada día lo que más dolor me causa es abrir la agenda telefónica”, lamentó. “Todo lo que empieza, tiene que acabar”, dijo como despedida. 

"Muchas gracias, ha sido un placer haberles conocido”. Con estas palabras, Serrat dijo adiós el 'noi del Poble Sec' a Zaragoza, todavía con un concierto en la noche de este jueves, para continuar después su gira de despedida por Latinoamérica, con paradas en México, Venezuela, Ecuador, Argentina, Chile, Perú y Uruguay, hasta dejar los escenarios el 23 de diciembre, tras tres conciertos en el Palau de Barcelona.