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OBITUARIO

Pepe Domingo, el adiós a un hombre "feliz del carajo"

El locutor, con cuatro premios Ondas, ha muerto de manera repentina la madrugada de este domingo

ARAGÓN NOTICIAS /
El locutor radiofónico Pepe Domingo Castaño. / Efe
icono foto El locutor radiofónico Pepe Domingo Castaño. / Efe

Pepe Domingo Castaño ha sido muchos hombres en uno, desde cantante a animador radiofónico, pero, sobre todo, un "feliz del carajo", como diría su amigo Julio Iglesias, el cantante que lo llamaba para decirle "Pepito -apelativo cariñoso- ¿qué pasa?, ¿cómo va la política y el panorama del país?".

El locutor con cuatro premios Ondas, que ha muerto de manera repentina, nació un 8 de octubre de 1942 en Dodro (A Coruña), ayuntamiento del que es hijo predilecto por su implicación con la comarca del Sar y por ser uno de sus grandes y fieles embajadores.

Era muy pequeñito Pepe cuando su familia se estableció en Padrón, donde todavía resuenan los versos de Rosalía de Castro y donde Camilo José Cela llegó al Nobel de Literatura.

De Galicia tenía Pepe Domingo "todo". Adoraba pasar los veranos en Mera (A Coruña) y de su tierra, contado por él mismo, se quedaba con la luz, el calor, el color, con su ir y venir por restaurantes, casas de comidas y bares de tapas con bocados inevitables, y, en suma, con su cotidianidad.

Este versátil comunicador, al que le gustaba mucho más agradar que picar, se quedaría con todas sus parcelas pero, si tuviese que elegir, "obligatoriamente" ganaría la radio, una cita textual, por ser el medio que más satisfacciones le ha dado, donde mejor se ha sentido y donde ha vivido plenamente todos los anhelos que tenía cuando siendo un adolescente combinaba sobredosis de trabajo y sueños y se contaminaba de la imaginería de otros.

Pepe Domingo decía que siempre escogió el corazón sobre la razón, y que, además, no le había ido nada mal con ello. De joven tuvo bastantes complejos, relatados por él mismo, como la timidez, la inferioridad, el entrar incluso a los sitios "acojonado". Afortunadamente se fue curando.

Nunca le ha gustado mandar. Nada de cargos. Prefería ser dirigido a dirigente. Se declaraba obediente, y cumplidor con su trabajo y su deber. Echaba de menos el fútbol de antes, le parecía más auténtico, no tanto el actual en el que "se juega a no ganar, a que no te marquen, a tener el balón, a aburrir al público", contaba Castaño.

Le ocurría lo mismo con el periodismo. Añoraba aquel "libre, de riesgo, de calle, el que buscaba la noticia donde hay que buscarla, donde está la vida, y no en Internet, que es lo más fácil. El periodismo peca ahora -detallaba- de sometimiento al poder, unos el de un lado, otros el del otro, y eso se nota mucho a la hora de tener objetividad".

Este gallego, que cantó con grupos como Los Ibéricos y Blue Sky y que en un momento dado decidió continuar con su carrera en solitario, hacía muchos años que solamente demostraba algo de aquello en la radio, "un poquito de vez en cuando", y en las fiestas con amigos.

Su carrera musical despegó cuando se convirtió en número uno de Los 40 Principales con 'Neniña'. Y, de aquel entonces, rememoraba su "pinta", con el pelo largo, los pantalones campana, la camisa abierta de pecho lobo y las cruces que se ponía. "¡Era horrible!", compartía. Y estallaba en carcajadas.

Pepe Domingo pasó la covid-19. Estuvo un mes casi sin poder hablar y creyó que no iba a recuperar la voz con su garganta en estado comatoso. Pero lo hizo. Y volvió como un toro tras su agotamiento, sus dolores de cabeza tan tremendos, sus inquietantes pesadillas y las dificultades para pelar una manzana.

Es autor de varios libros, desde 'Carrusel Deportivo. Diario de un año' con sus mejores momentos en la Ser, hasta 'Debajo de la parra' (poesía), 'Hasta que se me acaben las palabras' (el prólogo es de Julio Iglesias) y 'El gran libro de Tiempo de juego', presentado hace diez días y en el que colaboró activamente con sus dos compañeros del programa deportivo de La Cope que hoy le despide.

Relataba Pepe Domingo, cuya estación preferida era el otoño, que la base de un trabajo de cara al público es no mentir. "El día que le mientas, te dejarán de oír". Y él, Pepe, que tenía una pandilla, la 'pandilla basura', no lo hacía jamás.

Al teletrabajo, como al embuste, también se negaba. Nada de hacer radio desde casa. Quería sentir el calor de la gente, de su equipo, de su silla, de su micro, de sus cascos, de sus papeles. Si hiciese lo otro, sentiría no estar siendo él del todo.

El creador del característico "Hola, holaaa", solamente tenía un plan y nada desdeñable, el de "siempre pasarlo bien y aprovechar el tiempo invirtiendo en optimismo y en futuro". Eso procuró alguien que a veces perdió la salud -tuvo un infarto-; pero jamás el entusiasmo.

Los juegos y la radio eran el sonido de su infancia. Los juegos y la radio fueron el sonido del existir de un chaval que un buen día se fue a la capital con una maleta. Una idea loca que culminó en éxito.

Pepe Domingo, que veía en su colega Joaquín Prat a "dios" y que sentía pasión por el 'Soy minero' de Antonio Molina, supo gozar de la popularidad de andar por casa. "Gracias Pepe por hacernos felices", esto era lo que más le gustaba escuchar.

El desaparecido Joaquín Prat senior aconsejaba a Pepe Domingo "hacer feliz" a la gente que le escuchaba, como él así lo intentaba. Siguió "Pepito" sus pasos, su camino y sus sabias palabras.

Uno fue genio de la radio y otro de la televisión. Los dos son hoy maestros y leyendas.