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CULTURA

De Cerler a Ibiza en busca del secreto de los colores

El artista visual aragonés Jesús Bernat plasma en sus cuadros la belleza del mar y de los paisajes nevados del Pirineo, sobre los que prepara un libro con dibujos y textos propios

ALBERTO RILLO /
El artista Jesús Bernat posa junto a varias de sus cuadros en los que refleja la belleza de los paisajes del Pirineo aragonés. / Jesús Bernat
icono foto El artista Jesús Bernat posa junto a varias de sus cuadros en los que refleja la belleza de los paisajes del Pirineo aragonés. / Jesús Bernat

Después de años dando forma a la madera y la piedra para decorar fachadas y locales comerciales de aleros, canecillos, cuadros y letreros, de amueblar salones y comedores con mesas, sillas y butacones. Después de poblar el valle de Benasque de castañetas y de coronar algunas cimas pirenaicas con figuras de San Pedro y San Marcial, el artista aragonés, Jesús Bernat, ha salido en busca de los colores. 

Es el suyo un viaje de ida y vuelta periódico entre Cerler e Ibiza, dos paraísos terrenales en los que sus ojos captan paisajes únicos que luego perpetúa con sus pinceles. En Cerler, su hogar, exprime durante los inviernos su amplia experiencia como guía de montaña y profesor de esquí para acceder a lugares recónditos cuya belleza escapa al común de los excursionistas.

Allí se desvive por plasmar en acrílico los distintos tonos violetas de la nieve espesa, los juegos de sombras y luces de los montes nevados, los azules del cielo y ese verde que verdea de los prados del Pirineo, que durante meses le llevó por la calle de la amargura entre una treintena de mezclas aproximadas. Hasta que descubrió que lo tenía a golpe de clic en la guarida del gigante del comercio electrónico.   

"El montañero en la cima", obra de Jesús Bernat que recrea una de las dos pequeñas cimas de la Tuca Blanca de Paderna. / Jesús Bernat

“A veces me pierdo por lugares solitarios, saco una foto y, sobre esa imagen, hago un dibujo que luego llevo al lienzo. O veo una imagen en las redes y busco dónde fue hecha”, explica Bernat, quien reconoce haberse topado con rincones “espectaculares” que le han empujado a plasmarlos “como sea”. “En el Pirineo tenemos paisajes maravillosos”, presume. 

Ese "como sea" le llevó en 2017 a una excursión que reconoce “muy bestia” por la ruta de los Descalzos entre la Renclusa, collado superior de Alba, el ibón de Cregüeña, el collado Aragüells, lago superior de Alba, collado Coronas, Aneto y Besurta. “Hacía años que quería plasmar todo aquello en un cuadro y acabó vendiéndose en un día. Fue colgarlo en las redes sociales y voló”, recuerda.  

"La ruta de los descalzos", obra de Jesús Bernat. / Jesús Bernat

Ese y otros paisajes los mostró el año pasado en la exposición 'Una mirada desde el valle', celebrada en el Palacio de los Condes de la Ribagorza de Benasque y, más recientemente, han decorado las paredes de Bombardino, uno de los locales de moda de la localidad altoaragonesa. Como el material ante sus ojos es ingente y muy estimulante, Bernat lleva tiempo trabajando en un libro sobre la fauna y la flora del valle con dibujos y textos propios al que este año espera darle un empujón definitivo. 

La isla de la fiesta es su escuela

El artista aragonés encuentra la inspiración en su taller “de toda la vida” de Cerler, ventana al valle de Benasque, donde el sol ha curtido su piel durante años mientras daba forma a la madera a costa de la salud de sus manos. Pero la energía que alimenta esa pulsión por el color, hay que buscarla a cientos de kilómetros de allí. Ibiza es la escuela y los azules del mar son su acicate para la pintura. 

“Estoy obsesionado con los colores del mar”. Bernat alcanza “la alegría y el tormento” haciendo suya la fijación del impresionista Claude Monet, en una búsqueda por los matices, alejada eso sí del hiperrealismo, que alimenta la enseñanza de su profesor en la isla. “Llevo diez años acudiendo a un centro de formación y estoy encantado, es extraordinario. Mi profesor siempre me dice que la pintura son 100 trucos y después de tanto tiempo llevo aprendidos 70”, comenta el discípulo con apariencia jocosa y un fondo de sinceridad.  

Imagen de la obra "Migjor", de Jesús Bernat. / Jesús Bernat.

Allí en la isla, trabaja todas las técnicas y practica más el arte figurativo. El cuerpo de la mujer completa los paisajes idílicos de playas solitarias. Recreaciones que encuentran fácil acomodo en los salones de muchas casas de la isla. “Allí me ha funcionado muy bien el boca a boca de la gente que he ido conociendo. Muchos me daban permiso para colgarles uno de mis cuadros en el salón de sus casas con la condición de que si no les gustaba se lo cambiaba. Y esas pinturas, con un salón bonito, ganan un montón”, reconoce.    

Los gustos, en cualquier caso, parece que se ciñen a lo que más ven los ojos. “Cada entorno tiene claras sus preferencias. Aquí en Benasque no vendo un desnudo en la playa y allí, en Ibiza, no les pongas un paisaje nevado, que solo quieren ver el mar y la playa”, explica. 

"Ibonet de Batisielles", de Jesús Bernat. Aquí el artista aragonés recrea las tucas de Ixeia, Trapa y Chuise.

Y así evoluciona poco a poco el camino emprendido hace años por el artista visual Jesús Bernat, centrado en darle agilidad y soltura a una mano cada vez más firme con los pinceles, y que se fija metas temporales para reducir la infinita duda de los matices. Frente a sus obras, el común de los mortales y la envidia por una vida rodeada siempre de naturaleza que puede escoger el mejor momento de sus dos paraísos: el invierno de Cerler y el verano ibicenco.

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