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Los entresijos del Monasterio del Santo Sepulcro de Zaragoza

Desde hace años es posible visitar este Monasterio para conocer su arte mudéjar, pasear por su claustro o, ahora, también pisar su cocina y refectorios

ARAGÓN CULTURA /
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En el barrio de la Madalena de la capital aragonesa, se encuentra el Monasterio de la Resurrección del Santo Sepulcro, un cenobio del siglo XIV que no muchos zaragozanos han visitado. A sus visitas habituales se incorpora un nuevo hilo conductor que permite al visitante entrar -literalmente- hasta la cocina, para conocer los entresijos culinarios de sus siete siglos de historia.

Llamamos a la puerta de la Calle Don Teobaldo número 3. Allí, nos espera Vicente Gómez Arbiol, conservador restaurador de bienes culturales y responsable de la gestión cultural del monasterio, que nos explica la particularidad de la comunidad de mujeres que habita en el interior de este edificio. Sor Ana es una de estas mujeres. Empeñadas, nos cuenta, en que los aragoneses tengamos acceso y conozcamos el patrimonio que custodian y conservan desde hace siete siglos.

El exterior del monasterio fue reformado por el arquitecto municipal Ricardo Magdalena y, en su interior esconde arte y patrimonio inconfundiblemente zaragozano. Un monasterio que se apoya en la antigua muralla romana de la ciudad. Por eso, es uno de los tramos mejor conservados y testigo de episodios históricos como el del Segundo Sitio en la Guerra de la Independencia.

El corredor en el que podemos contemplar el tramo de muralla se denomina "los pasetes". Aunque entre las canonesas se conoce como “las ruinas” porque las más mayores siempre lo han llamado así. Uno de los muchos conceptos que han pasado de generación en generación y que forman parte de su tradición oral.

Los pasetes o las ruinas dan acceso a la cocina, en cuyo interior encontramos una sugerente escena representada. Vicente cuenta que, mientras en los palacios era más habitual consumir todo tipo piezas de caza, en los conventos abundaban los potajes y las verduras. Entre caracoleras, y cazuelas de cobre, unas escaleras nos conducen hasta el denominado refectorio nuevo, aunque su origen data del siglo XVI.

A lo largo del recorrido por los refectorios y cocina del Monasterio de la Resurrección del Santo Sepulcro encontramos piezas muy singulares. Deambular por el claustro y otras dependencias de este monasterio es trasladarse a un espacio en el que el tiempo transcurre de otra manera. Un oasis lleno de rincones todavía por explorar, como su Archivo Histórico.

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Entrevista a Sor Isabel en 'Esta es la nuestra'
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Una visita a los fogones del Monasterio de la Resurrección en 'El Tranvía Verde'
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