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La Madalena mantiene viva su llama en su emblemática semana cultural

El barrio zaragozano se llena estos días de exposiciones, comidas populares o yincanas con ingenio para celebrar su historia social y diversa

ARAGÓN CULTURA /
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'La llama que nunca dejó de arder' es el lema que la Asamblea de La Madalena ha elegido para la 34º edición de su Semana Cultural, que regresa este año tras el parón de 2020 gracias al esfuerzo de todos sus vecinos. Un mensaje inspirado en su icónica Hoguera de San Juan del 23 de junio, que este año no podrá celebrarse por la normativa sanitaria, pero que demuestra que el barrio sigue vivo y activo. 

La gran acogida que experimenta este proyecto, el cual lleva un largo recorrido a sus espadas, lo tiene claro Almudena García, una de las organizadoras: “El propio tejido asociativo de La Madalena tiene unos cimientos fuertes. Tras muchos años de colaboración, todos encontramos en esta fecha el momento de juntarnos, celebrar nuestra unión e invitar a los demás barrios a que se unan. La Madalena siempre ha sido combativa, revolucionaria y alternativa”.

Hay quien dice que en las cosas pequeñas residen las más grandes y aunque esta edición el programa no sea tan amplio como en las pasadas, los más pequeños tendrán diversión asegurada: “Esta Semana Cultural en concreto está destinada sobre todo al público infantil. Los jóvenes del barrio han vivido una situación dura y restrictiva para su ocio, vivencias, experiencias… Era importantes que ellos fueran los protagonistas”, comenta la organizadora. 

No solo ellos, los establecimientos de la zona, que han vivido en un halo de incertidumbre constante, también tienen su hueco: “Como no podemos hacer actos grandes en la calle por temas de aforo, hemos pensando en realizar diversas actividades en los locales como exposiciones de pintura, escultura, fotografía… Así la masa grande queda bien repartida”, completa García.

El pistoletazo de salida de esta Semana Cultural ha consistido en un pregón íntimo en el que los vecinos han salido a las calles con sus bicicletas con un aviso determinado. “En este transporte podemos movernos por el barrio cumpliendo todas las reglas. La bicicleta es nuestro altavoz hacia las autoridades, que deberían dar más alternativas para que los festejos populares vuelvan a ser una realidad”, transmite Almudena. 

Visitas a exposiciones, comidas populares, yincanas con ingenio… Y algo muy especial: “Otra de las actividades a las que le hemos dado gran relevancia es una exposición de fotografías. La gente nos ha mandado fotos con un cartel en blanco en el que se leía ‘La Madalena es…’ y lo han completado con sus frases explicando el significado que tiene el barrio para ellos. Todas han sido colgadas a lo largo de sus calles. Nunca habíamos hecho nada así y la verdad es que ha tenido una buena respuesta a nivel individual pero también colectivo”.

A finales de los 80, La Madalena era un barrio “degradado, con viviendas deterioradas y calles en mal estado en el que la gente joven que podía se marchaba a otras zonas de la ciudad”, explica una de sus vecinas, Eva Sastrón, en Zaragoza Rebelde. Sin embargo, con el paso del tiempo ha tenido la capacidad de reinventarse, de seguir atrayendo a personas que han forjado vínculos estrechos.

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