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Confinados en la historia: Ovidio, Clemente VII y Nelson Mandela

Hoy ponemos el foco en confinamientos de personajes que huyeron, o que fueron condenados, pero que aprovecharon para avanzar en sus objetivos, fuesen cuales fuesen

ARAGÓN CULTURA /
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Quizá en unos siglos se hable de este confinamiento como nosotros hoy recordamos la experiencia de personajes históricos que también vivieron reclusiones. Hoy ponemos el foco en confinamientos de personajes que huyeron, o que fueron condenados, pero que aprovecharon formidablemente su tiempo, cada uno a su manera, claro está.

Ovidio

El poeta romano Ovidio nacido en el 43 a.C., ha pasado a la historia como el autor de obras de la literatura universal como ‘Arte de Amar’, ‘Las Metamorfosis’ o los ‘Faustos’, en la que explica el origen de los nombres de los meses y las fiestas del calendario romano. Pero más que por sus versos, en su época fue más conocido por un enfrentamiento con el emperador César Augusto que lo llevó a un exilio obligado a Tomis, la actual Constanza en Rumanía.

No se sabe a ciencia cierta el motivo de su exilio. Los expertos barajan varias teorías, como la de que estaba presente en ceremonias de adivinación donde se hablaba del destino del emperador, o que el tono erótico de sus poemas no era bien recibido en la sociedad romana. Aunque tal vez, la más ajustada a la realidad, sea que Ovidio sabía de los líos amorosos de Julia, la nieta del emperador.

Durante su confinamiento, escribió varias colecciones de poemas en las que explicaba lo sucedido, defendía su inocencia y solicitaba a varios amigos que abogasen por su causa ante el emperador, al que también pide clemencia. Sin embargo, todos sus esfuerzos fueron en vano, Ovidio falleció en la misma Tomis cuando cumplía sesenta años.

El Papa Clemente VII

El 6 de mayo de 1527, las tropas de Carlos I de España y V de Alemania irrumpían en Roma con la intención de derrotar a la Liga de Cognac, conformada por Francia, Milán, Venecia, Florencia y el papado. Durante el asedio, el papa Clemente VII -que ya había vivido en su infancia el asesinato de su padre durante la Conjura de los Pazzi- escapó de sus aposentos en el Vaticano para ponerse a salvo de las trifulcas de la ciudad. Lo hizo a través del “passetto”, un pasadizo de unos 800 metros de longitud que comunica la Ciudad del Vaticano con el Castillo Sant’Angelo, al otro lado del Tíber. Construido por el papa Nicolás III, por allí ya había huído Alejandro VI, cuando los franceses invadieron Roma en 1494.

En su interior, lujosas dependencias adornadas con pinturas renacentistas o de estilo pompeyano e incluso una cámara del tesoro con buena parte del archivo privado del Vaticano esperaban al pontífice. Una fortaleza que también fue prisión para la Inquisición y en la que pasó cierto tiempo Galileo Galilei.

Sabemos que Clemente VII permaneció allí retenido hasta el 6 de junio, hasta que se rindió y acordó pagar un rescate de 400.000 ducados de la época, a cambio de su vida y de detener el progresivo avance de los luteranos en Alemania.

Adolf Hitler

Otro personaje histórico que se vio obligado a huir fue Hitler que, tras el Golpe de Estado de Erich Ludendorff en 1923, se escondió en la casa de un periodista de su confianza. Allí, redactó su primer testamento político designando a sus sucesores. Sin embargo, fue arrestado poco después, acusado de alta traición.

Su juicio atrajo una gran atención internacional y le proporcionó un impulso para promover su causa política. Finalmente, fue sentenciado a cinco años de prisión en la fortaleza Landsberg, en la que recibió un trato privilegiado de los guardias. Incluso podía recibir cartas y visitas de sus admiradores y, de hecho, solo cumplió nueve meses de condena, debido a una oportuna amnistía masiva hacia prisioneros políticos.

Pero su cautiverio, fue suficiente para organizar sus ideas y plasmarlas en un libro prohibido durante décadas y conflictivo incluso 70 años después. A pesar de sus méritos, no es el prisionero más famoso del mundo en nuestra historia.

Nelson Mandela

Nelson Mandela fue arrestado en 1962 por defender el orgullo negro en una Sudáfrica no muy permisiva con este tipo de libertades. Así comenzó su periplo de casi 30 años por diferentes prisiones del país del que después sería presidente.

Estuvo preso en la prisión Marshall Square de Johannesburgo hasta la audiencia inicial, en la que insistió en defenderse a sí mismo, sin llamar a testigos y vistiendo el atuendo tradicional. Allí pronunció uno de sus famosos discursos. Un discurso que no fue suficiente porque Mandela fue sentenciado culpable. Mientras abandonaba la sala, sus partidarios cantaban el himno nacional de Sudáfrica.

En su estancia en la prisión de Isla Robben, comenzó a estudiar la carrera de Derecho a distancia. Se encontraba apartado de los reos comunes, en una celda húmeda de apenas 2 metros de ancho con una esfera de palma para dormir. Los prisioneros del Proceso de Rivonia picaban piedra para obtener grava, recibían insultos y agresiones de los guardias, todos de raza blanca, hasta ser trasladados a una mina de cal. A Mandela no se le permitía usar gafas de sol, por lo que su visión quedó irreversiblemente dañada.

Pero poco a poco, consiguió mejorar su mundo en prisión. Creó lo que se llamó la Universidad de la Isla Robben, en la que se debatían temas como la homosexualidad o la política. Se les permitió vestir pantalones largos y practicar actividades lúdicas y, una serie de medidas, que mejoraron su calidad de vida y la del resto de presos.

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