SIPCA “La guerra de los dos Pedros y su legado arquitectónico”

En La Torre de Babel

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Entre 1356 y 1366 los reyes Pedro IV de Aragón y Pedro I de Castilla entablaron una prolongada guerra cuya intensidad y violencia no tenían precedentes en la historia medieval peninsular. Conocida popularmente como guerra de los Dos Pedros, la contienda, aunque concluyó sin un vencedor claro, tuvo unas graves consecuencias para el reino aragonés: los saqueos y destrucciones de una amplia franja al sur y al oeste de las actuales provincias de Teruel y Zaragoza, más la presión fiscal a la que los reyes sometieron a los aragoneses, contribuyeron a despoblar y empobrecer unos territorios ya muy castigados por las pestes y hambrunas de las décadas anteriores.

Pero la guerra también tuvo unas importantes repercusiones para el patrimonio construido aragonés. Por un lado, desde el primer momento de la guerra, Pedro IV se preocupa por crear una tupida red defensiva en todas las fronteras con Castilla, fortificando las ciudades y pueblos y ampliando o reforzando los viejos castillos de la reconquista, cuya fisonomía actual es producto de las obras de este momento. Por otro lado, en los años de reconstrucción que siguieron a las devastaciones de la guerra, se elevarán magníficas fortalezas e iglesias a lo largo de toda la franja del sur de Aragón. Entre ellas destacan las iglesias fortaleza mudéjares de la Comunidad de Calatayud, una peculiar tipología arquitectónica que engloba edificios tan destacados como las iglesias de Tobed, Torralba de Ribota y Cervera de la Cañada.