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CASPE

El santuario de La Magdalena, una joya patrimonial aislada por el embalse de Mequinenza, en riesgo

Es un lugar venerado desde la Reconquista y que adquirió relevancia en el XVI. Ahora, colectivos caspolinos piden consolidar el edificio para evitar que continúe deteriorándose

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto El Santuario de La Magdalena, una joya patrimonial aislada por el embalse de Mequinenza.

Historia y leyenda se funden en uno de los parajes más agrestes del Mar de Aragón, en Caspe: el santuario de La Magdalena. Aislado por el embalse de Mequinenza, el paso del tiempo ha provocado el deterioro de este lugar de antigua peregrinación. Por eso, hay caspolinos que proponen consolidar el edificio antes de que colapse.

Hace 60 años que el pantano envuelve a La Magdalena, una ermita a la que los caspolinos han peregrinado durante siglos. "Tardaban un día entero en llegar. Tenían que pasar además el Ebro en barca. En época de sequía fuerte venían aquí y cogían la imagen de la santa con el perrillo, y se la llevaban al pueblo", indica el historiador Javier Cortés. 

El último ermitaño del lugar estuvo hasta 1934. Es un lugar venerado desde la Reconquista y adquirió relevancia en el XVI. "Concretamente, en 1520 hay un documento que es el de la fundación del priorato de la Magdalena de Caspe por parte de la Orden de San Juan. A partir de ese momento, se convierte en un edificio conventual. Unas inscripciones indican que la reforma del inmueble estaría finalizada en 1730, y a esa fecha corresponde el grueso. Es un edificio barroco", señala Cortés. 

Ahora, su deterioro es tal que varios colectivos de la ciudad se están movilizando, para intentar remediar su colapso. "Tiene un valor histórico-artístico importante, y además, valor cultural y turístico añadido. Creemos que Caspe tiene que apostar porque se consolide lo que hay, en vistas a una posible recuperación o restauración, cuando sea posible", valora Isabel García, presidenta del centro de estudios del Bajo Aragón-Caspe. 

Pese al difícil acceso, que debe hacerse en barca, hasta un millar de personas realizan al año esta excursión a la ermita enclavada en una isla. Por ello, sus defensores creen que su consolidación puede suponer una dinamización para todas las actividades turísticas y náuticas que se realizan allí.