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11-S

Un antes y un después para la aviación

Los atentados de 2001 provocaron un cambio espectacular en la seguridad aeroportuaria, que a partir de entonces introdujo numerosas capas de seguridad

ARAGÓN NOTICIAS /
icono foto Personal de seguridad realizando un control ahora rutinario en un aeropuerto. (CANVA)

Los atentados del 11 de septiembre ocasionaron una hecatombe que superó los límites de la ficción y marcó a millones de personas para siempre. Pero ni la monstruosidad de los hechos, ni la espectacularidad de las imágenes, ni el terror retransmitido en directo, ni la zozobra vivida durante horas tuvieron un impacto tan grande para el modelo aeroportuario como las conclusiones del informe de la Comisión Nacional de Estados Unidos sobre los ataques, en las que quedaron a la vista las fallas de seguridad que permitieron a los terroristas cumplir su objetivo de muerte y destrucción. 

"El 11-S provocó una reacción espectacular en todo lo que tiene que ver con la seguridad en la aviación", recuerda el aragonés Mikel Alcázar, periodista aeronáutico y director del podcast Aerovía. El cúmulo de errores detectados obligó a  introducir cambios a todos los niveles. "La aviación es tan segura porque en todos los accidentes se analiza qué ha fallado para evitar que vuelva a ocurrir y el 11-S no fue una excepción. A posteriori se introdujeron muchísimas capas de seguridad, por lo que hoy sería completamente imposible que ocurriera algo de esas características", asegura. 

Un agente de seguridad controla el contenido de los equipajes en un aeropuerto estadounidense.

Entonces, los terroristas Mohamed Atta y Abdulaziz Al-Omari superaron los controles de seguridad del aeropuerto de Boston con un arma blanca y un bote de gas pimienta en su equipaje de mano, objetos que supuestamente utilizaron después para someter a la tripulación y tomar el control del aparato de American Airlines que luego estrellaron contra la torre norte de las Torres Gemelas de Nueva York.  

"Idealmente, las medidas de seguridad se deberían haber puesto en marcha de forma proactiva, sin esperar a que ocurriera algo como aquello ni a tener sobre la mesa 3.000 víctimas mortales", comenta el experto aragonés, pese a que considera que lo sucedido no lo pudo prever "ni el mejor guion de Hollywood".  

Múltiples capas de seguridad ocultas a la vista

El protocolo, percibido durante tanto tiempo tan latoso como inevitable, y que desde hace unos años ha devenido ya en rutinario, marca la obligatoriedad de descalzarse, de desprenderse de cinturones y prendas de abrigo para someterlos al detector de rayos X, mientras un guarda de seguridad comprueba con una raqueta que los pasajeros no esconden nada potencialmente peligroso entre sus ropas. Los líquidos han quedado acotados al mínimo indispensable y los equipos informáticos y electrónicos son examinados con esmero.  

"Desde la misma entrada del pasajero en el país, se introdujeron muchos más controles a los visados en el acceso a los Estados Unidos y en el propio acceso a los aeropuertos, donde ahora se pasan filtros de seguridad mucho más complejos", enumera Alcázar.

Unos círculos de seguridad que, en la transición de la zona tierra al espacio aire, no siempre quedan a la vista de la gente. "Puede parecer un proceso relativamente sencillo, pero, en realidad, el pasajero no ve mucho de lo que hay detrás, como el análisis que los guardas de seguridad realizan del lenguaje corporal de aquellas personas que se disponen a subir a un avión o los filtros adicionales antes de llegar a las bodegas de los aviones a los que se someten las maletas que marcan determinados parámetros que hacen levantar las sospechas", explica.  

Una pasajera recoge sus pertenencias de la bandeja tras pasar un control en un aeropuerto.

Los atentados de Nueva York también señalaron la débil seguridad en el interior de las aeronaves. Y es que hasta entonces, nadie se había planteado que una persona pudiera inmolarse en el interior de un avión. De ahí, la instalación de puertas blindadas para que los pasajeros no puedan acceder a las cabinas de los pilotos con el añadido de establecer un sistema de bloqueo mediante un código que hubo de ser replanteado a raíz del suceso del avión Germanwings en 2015.    

Secuestros reducidos al mínimo

Como recuerda Mikel, "el ladrón siempre va por delante de lo policías", pero las sucesivas medidas de seguridad introducidas a raíz de cada error, puesto en evidencia tras cada atentado, han ido recortando el margen a quienes quieren convertir un vuelo en una pesadilla. "Desde luego, si la aviación de 2001 hubiera tenido todas las barreras de seguridad actuales hubiera resultado imposible que los terroristas hubieran logrado su objetivo no ya de secuestrar cuatro aviones, sino de siquiera haber metido cuchillos, navajas y gas pimienta en esos aviones", asegura Alcázar.  

Un listón de seguridad que ha ido subiendo desde entonces hasta el punto de que en la aviación occidental "ya no se ven secuestros de aeronaves como se veían antes con cierta frecuencia", recuerda Mikel. Detrás de esta clara mejoría, apunta a la labor de la industria, la "coordinación" de todas las agencias de seguridad y el "intercambio de información" de las gestoras de los aeropuertos sobre las amenazas potenciales.  

Actualmente, el "mayor desafío" para la seguridad, según indica este experto aragonés, reside en cómo hacer frente a aquellos pasajeros "disruptivos" que alternan la normalidad en un vuelo comportándose de forma violenta con los tripulantes de cabina y los agentes de facturación. "La gente está más irascible a causa de la pandemia y eso se está notando en los aeropuertos, donde estos incidentes han crecido de forma exponencial en el último año", explica. 

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