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REPORTAJE

“A la UCI se viene a vivir y no a morir”

Seis profesionales que trabajan en la UCI del Hospital Lozano Blesa de Zaragoza relatan su experiencia

ARAGÓN NOTICIAS /
La periodista Sara Villellas durante la grabación de su reportaje
icono foto La periodista Sara Villellas durante la grabación de su reportaje

¿Cómo se afronta el día a día en una UCI? Seis profesionales que se encargan de gestionar la realidad de la pandemia en la unidad de cuidados intensivos dan su testimonio y transmiten su deseo de responsabilidad social y su anhelo porque todo esto termine: "A mí me gustaría transmitir que a la UCI se viene a vivir y no a morir"; "queremos pasar página lo antes posible"; "hay que salvar vidas, no hay que salvar vacaciones ni fiestas. Semana Santa puede haber más pero si te mueres, no hay más". 

En un reportaje radiofónico realizado por la periodista Sara Villellas en Despierta Aragón, estos seis trabajadores del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza se han desvestido emocionalmente de sus uniformes y de sus protecciones para hablar desde sus adentros de cómo les ha cambiado la vida la gestión diaria de la Covid-19

Más allá de sus equipos de protección individual (EPI) como las calzas, batas, mascarillas o gorros existe otro "EPI emocional que han forjado a base de temple, fortaleza, humanidad y mucha vocación", ha explicado Villellas, quien se ha encargado de preguntarles a sus protagonistas por cómo gestionan emocionalmente esos momentos críticos para la salud de un ser humano y que para ellos son rutinarios.

"Sabes que es posible que tu voz sea lo último que escuche"

"Le dices a un paciente que le vas a dormir y que no se preocupe porque le vas a despertar cuando mejore pero a la vez sabes que es posible que tu voz sea la última que escuche y eso es algo horroroso", afirma Isabel Gutiérrez, una médica intensivista que también tiene que comunicar a los familiares de los pacientes su estado de salud: "Oímos silencio, una respiración acelerada, no hay nada más horroroso que esperar nuestra llamada".

Otra de las trabajadoras del centro es Pilar Mirabet, quien se encarga de la limpieza de las UCI. Su protocolo de limpieza es minucioso; los carritos no salen de las UCI, las bayetas se tiran después de cada uso, se usan batas y guantes distintas en cada habitación. Tal y como cuenta, lo que más le impacta "es ver a la gente intubada y posteriormente puesta boca abajo" además del hecho de "hablar con una persona por la mañana y que por la tarde estén boca abajo y fallezcan poco después".

Por su parte, la técnica en cuidados auxiliares de enfermería, Pilar Tena, es la encargada de asear al paciente, cambiarle de ropa, ayudarle con las curas o darle comida.  "La experiencia es horrorosa. Tengo una ansiedad tremenda, estoy tomando ansiolíticos" reconoce Tena, quién también relata casos como el de "dar de comer a un paciente si está despierto, pero a lo mejor al día siguiente está intubado y al otro está pronado. Has vivido todos los pasos y eso te lo llevas dentro". 

"Han sido los meses más duros de mi profesión"

Otro de los testimonios es el del enfermero Jesús Barrio, que ha pasado del 061 a la UCI: "Mis primeros tres meses aquí fueron los más duros en mi profesión, me puse hipertenso, taquicárdico, perdí peso" detalla Barrio, al tiempo que lanza un mensaje de optimismo al destacar que "nos caracteriza nuestra vocación, ganas de trabajar y eso ha salvado la sanidad. Es cierto que algunos pacientes no se acuerdan de nosotros pero sí se acuerdan de nuestros ojos o de nuestra sonrisa". 

Para la supervisora de la UCI, Marta Palacios, "pensar en doblar como hasta ahora es una barrera psicológica y laboral tremenda. Cada viernes a las 3 estamos sin camas de UCI y mando un correo con lo que hay que hacer por si hay que doblar porque no hay camas para todos los pacientes. Es un montaña rusa de sensaciones tremenda pero trabajar con gente con esa categoría humana y profesional es un gusto", ha aseverado. 

Por último, el celador Luis Casas, lleva 30 años en la profesión pero a pesar de ello, esta pandemia ha sido "como si hubiese envejecido 10 años de repente". Desea que se espere un poco más a relajar las medidas ya que cada vez que eso ocurre, "vuelve otra ola".

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