Teletrabajo desde Aragón: tú a Bali y yo a Canfranc

La pandemia trajo consigo una oleada de cambios que afectaron a nuestro día a día. Uno de ellos fue el teletrabajo, que se implementó de forma generaliza en todo el país, cambiando las habituales oficinas por las cuatro paredes de casa. Dos años después, el trabajo a remoto ya no es un concepto extraño y más de tres millones de españoles lo practican, lo que supone un 17,6% del total de personas ocupadas, según datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su encuesta sobre equipamiento y uso de tecnologías de información y comunicación en los hogares. Por su parte, Aragón cuenta con 70.266 personas que teletrabajan, según estos datos, un 12,5% del total del personal ocupado, convirtiéndose así en la séptima comunidad con más teletrabajadores. 

La conciliación familiar, la autonomía o la posibilidad de viajar y conocer nuevos lugares y personas son algunas de las razones por las que muchas personas deciden apostar por el trabajo en remoto y cambiar sus vistas de oficina por montañas en el Pirineo o playas paradisíacas. Borja Pakrolsky, director de arte en Madrid, decidió dejar el bullicio de la capital española y cambiarlo por la tranquilidad de Canfranc (Huesca). En este enclave del Pirineo aragonés se quedó a vivir junto a su pareja, Paula, durante seis meses, en plena temporada de invierno, lo que les permitió disfrutar del esquí y la montaña a diario. 

"Queríamos trabajar desde un lugar más cercano a la naturaleza, más alejado del estrés, del ruido y del ritmo de Madrid. Al final, se trata de hacer lo mismo, pero cambiando lo que ves a través de la ventana. Dejamos de ver la fachada del edificio de enfrente para ver abetos, pinos y buitres", cuenta Pakrolski sobre su experiencia, que califica como "un regalo". La pareja tenía la facilidad para teletrabajar desde cualquier lugar sin necesidad de acudir a la oficina, así que el tiempo libre que tenían en su día a día lo aprovechaban para "hacer una ruta, subir a pistas o comer en el cauce del río". 

Y de las montañas nevadas del Pirineo a las playas de arena negra de Canarias. El archipiélago canario es uno de los destinos favoritos por los nómadas digitales nacionales e internacionales, que buscan temperaturas más cálidas, kilómetros de costa y la posibilidad de practicar deportes como el surf. Hasta allí se desplazó Daniel Salvador, zaragozano de 28 años, junto con dos amigos, con los que teletrabajó en la isla de Fuerteventura durante un mes. 

"Para nosotros era como una prueba, para ver cómo trabajábamos fuera de casa, en otro ambiente", explica Salvador. Una vez allí, alquilaron un piso juntos con suficiente espacio de trabajo para los tres y aprovecharon el tiempo libre que tenían para hacer planes y descubrir la isla. Al cabo de un mes finalizó la aventura, aunque reconocen que se les hizo "corto" y Daniel ya planea repetir la experiencia en el Pirineo este verano y más adelante en Camerún. 

Canarias también será el primer destino de teletrabajo para Lucía Sánchez, pero no el último. Trabaja en una agencia de marketing digital de la capital aragonesa y este verano se convertirá en la segunda persona de la empresa que trabaja en remoto al 100%. "A partir de julio me voy con mi pareja. Primero a Canarias y de ahí nos moveremos a Italia. La idea es quedarnos un mes y medio o dos meses en cada sitio", afirma Lucía sobre su plan.

Se considera una "fiel defensora" del teletrabajo y considera que puede desempeñar sus funciones "en cualquier lugar del mundo, siempre que tenga internet". Lucía planea hacer del teletrabajo su modo de vida y no descarta cambiar de continente, con una meta en mente: llegar hasta Bali (Indonesia). "Hemos calculado ya cuáles son nuestros gastos fijos en Zaragoza y cuáles tendremos fuera. Dejaremos el piso que tenemos ahora y nos iremos con una maleta de invierno y otra de verano", afirma.