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CULTURA

Tartas, sopa o puré: ¿por qué los activistas la han tomado con las obras de arte?

La Mona Lisa, Los Girasoles de Van Gogh o la figura de cera de Carlos III de Inglaterra son algunas de las piezas que han sufrido ataques por parte de activistas climáticos. Un sociólogo y el director de un museo analizan estos actos

ALIZIA BEGUÉ/ MAR BURGUEÑO /
Dos de los ataques a cuadros realizados esta semana en Londres y Berlín. / Europa Press
icono foto Dos de los ataques a cuadros realizados esta semana en Londres y Berlín. / Europa Press

Primero fue el tartazo a la Mona Lisa. Un visitante se acercó hasta el famoso cuadro de la sonrisa enigmática para estrellarle una tarta en mayo. Su grito de guerra fue "¡Pensad en el planeta!" antes de que se lo llevasen los guardias de seguridad. Pero, ¿por qué los activistas la han tomado con las obras de arte?

"Están haciendo daño a algo que tiene repercusión a nivel mundial. Los activistas no buscan destruir, sino llamar la atención del público y que se escuche su reivindicación perjudicando o pudiendo perjudicar una obra de arte", valora Sergio Blanco, director del Museo Alma Máter, de Zaragoza. 

Pocos meses después del ataque a la obra de Leonardo da Vinci, le tocó el turno a Van Gogh. Dos activistas arrojaron sopa de tomate sobre Los Girasoles y, poco después, otros dos jóvenes arrojaron puré de patata a un cuadro del impresionista Claude Monet. Finalmente, otro tartazo ha acabado en las figuras de cera de los nuevos reyes de Reino Unido, Carlos III y Camila, en el museo londinense Madame Tussauds. Todos estos ataques realizados en diferentes museos del mundo han sido perpetrados por activistas climáticos, en un intento de hacerse oír, ver y notar en todo el planeta. Pero, ¿qué significan estos ataques?, ¿hay alguna razón por la que arremetan contra los cuadros?

Según Blanco, los activistas saben que no se va a dañar la obra y lo que buscan es llamar la atención, pero se corre el riesgo de que la pieza acabe perjudicada. "Creo que son conscientes de que si tiras pintura en una obra que tiene un cristal, no la vas a dañar, solo quieren llamar la atención y que la prensa se fije en ellos, pero cabe la posibilidad de que afecte a la pieza". 

"Son obras con una importancia tal que siempre van a estar muy protegidas y son difíciles de dañar. Tienen un cristal especializado, de un material específico que no se nota que está allí porque no refleja. En los museos de estas categorías en piezas específicas hay alarmas para cuando alguien se acerca a determinada distancia del cuadro y se avisa a seguridad. Por ejemplo, en el Museo Louvre de Paris hay señales acústicas para avisarte de que no te puedes acercar más a la obra”, asegura el director del Alma Máter.

Todo ello, además de las alarmas y los vigilantes de seguridad con los que cuentan todos los museos. Blanco explica que con estas medidas es muy difícil que se dañe una obra de esta consideración, pero no siempre ha sido así: "Antes eran más vulnerables y lo que marcó el punto de partida fue el ataque a la escultura de La Piedad de Miguel Ángel, en el Vaticano, en el año 1972, con un martillo. Una persona le dio un golpe y rompió un trozo de la nariz de la Virgen", asegura. 

"Dañar obras de arte no puede ser el medio, porque que son patrimonio de todo mundo y si se dañan son irreemplazables", zanja Blanco. 

Nuevas formas de activismo

Para el sociólogo Carlos Gómez, estos ataques han sorprendido tanto a la opinión pública porque, asegura, parece que cada vez se ven menos movimientos reivindicativos en la calle. "Hay nuevas formas de activismo que sustituyen a los viejos esquemas. La aparente tranquilidad social es quizá más de la calle, pero no es real porque hay una disconformidad social que se ve en las redes sociales. A veces, el activismo es contra elementos muy conocidos para tener más impacto, que la gente conozca lo que se ha atacado y lo que simboliza". 

"Esta ha sido una forma de tener un gran impacto y no solo a nivel local, sino más internacional. Casi a tiempo real las imágenes estaban dando la vuelta al mundo", añade el sociólogo, que como Blanco, también comparte que lo que se busca no es causar un daño real sino un impacto en la sociedad. "El arte es la manifestación cultural de un pueblo en un momento determinado, son símbolos y se ataca a estos símbolos porque que tienen un gran significado en el imaginario colectivo", concluye.